¿Debemos ser amigos de nuestros hijos?

Seguro que, en ocasiones, algunos de vosotros habéis escuchado la frase: “Mi hija es como mi mejor amiga”, o viceversa. Sobre este tema hablaremos en este artículo y plantearemos algunas reflexiones para responder a la pregunta de si debemos, o no, ser amigos de nuestros hijos.

Madre e hijo mirando cosas en el ordenador muy felices siendo amigos.

Hoy en día, la relación entre padres e hijos ha cambiado; ha dejado de ser una relación autoritaria, estricta y con límites marcados para convertirse en una relación más estrecha e informal. Hoy por hoy, somos más amigos de nuestros hijos que padres. Es más: muchos padres sostienen que ser confidente y colega de sus hijos es una buena forma de educarlos.

La relación entre padres e hijos en la actualidad

La relación que la mayoría de los padres tiene con sus hijos en nuestro tiempo, aún en su etapa más complicada, como lo es la adolescencia, se caracteriza por ser una relación más cercana. Los padres de hoy buscan estar más en contacto con sus hijos, de pasar tiempo con ellos, de estar al tanto de lo que hacen, de sus modas, de compartir salidas y aficiones.
Muchos padres pretenden establecer con sus hijos una relación de igual a igual. Y, en ocasiones, no es fácil distinguir quiénes, si los padres o los hijos, son los que establecen los límites y tienen la autoridad.

Los hijos de generaciones pasadas pedían permiso tanto para salir como para hacer. Hoy solo se limitan a informar o avisar. Incluso la forma de los hijos al dirigirse y hablarles a los padres ha cambiado; en la actualidad es más de tú a tú.Padres con sus hijos jugando a videojuegos.

Por qué no es recomendable ser amigos de nuestros hijos

Si bien las relaciones parentales han cambiado respecto de otros momentos de nuestra historia, los padres deben ser cautelosos en establecer y adoptar un estilo de crianza y una relación  con sus hijos en términos de ‘amistad’.

En primer lugar, existen determinados roles sociales que tienen una razón de ser, es decir, cumplen una determinada función en las relaciones entre las personas. Con lo cual, no debemos perder de vista que existe un rol social que es el de ser padres, y los padres deben inspirar autoridad y establecer límites, siempre, por supuesto, sobre la base del diálogo, la confianza, el respeto y el amor.

En segundo lugar, unos padres no pueden convertirse en amigos de sus hijos porque ello implicaría sostener dicho rol en todas y cada una de las circunstancias de la vida, y esto es imposible. Son precisamente los hijos los que, en ocasiones, demandan la autoridad, la presencia y la referencia adulta. Son ellos quienes necesitan esa contención basada en la madurez y en la seguridad de la experiencia.

Entonces, la respuesta a la pregunta de si debemos ser amigos de nuestros hijos es “no”. Alicia Banderas, en su libro Pequeños tiranos, sostiene que los padres no pueden ser amigos de sus hijos y que su tarea educativa es encontrar el equilibrio entre la autoridad y el cariño. La autora afirma que los padres deben saber poner límites a tiempo para evitar que los hijos se conviertan en auténticos tiranos.

Establecer una relación amigable con ellos no es lo mismo que ser amigos de nuestros hijos

Los padres, en lugar de conseguir ser amigos de sus hijos, pueden intentar construir una relación amigable con ellos sin moverse de sus roles como padres. Ahora bien, para establecer una relación amigable con nuestros hijos deberíamos tener en cuenta que:

  • Dialogar, razonar y negociar límites, pero establecerlos es fundamental. Los padres deben saber decir que no y darles a sus hijos las razones suficientes sobre ello.Padres amigos de su hijo paseando en bicicleta con él.
  • Demostrarles afecto, cercanía, contacto corporal. Sin necesidad de ser amigos de los hijos, los padres pueden crear una relación cariñosa con ellos que propicie el diálogo y la comunicación fluida.
  • Si bien para las confidencias están los amigos, ello no quiere decir que los hijos no puedan compartir con sus padres sus preocupaciones, sus necesidades, sus alegrías y miedos. Para lo cual, es importante que los progenitores generen la suficiente confianza en sus hijos para que ellos sientan que pueden compartir sus problemas. Pero también saber aceptar las opiniones y consejos que los padres les den.

En definitiva, una relación amigable con nuestros hijos es…

Una relación paterno-filial sana, abierta, honesta, flexible y comunicativa. Pero también, y no menos importante, una relación basada en el respeto por la autoridad de los padres y en la aceptación por parte de los hijos, de límites justificados y consensuados.

En una relación amigable y no de amistad entre los padres y sus hijos es posible compatibilizar autoridad y amor. Y esto es fundamental para que los hijos entiendan que las decisiones y acciones de los padres no tienen otra intención que el bien, la seguridad, y felicidad de sus hijos.

Bibliografía

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  • Banderas, A. (2010). Pequeños tiranos: Cómo lograr que tus hijos pasen de ser niños desobedientes a adolescentes responsables. Editorial TIMUN MAS. Barcelona.
  • Mestre, M. V., Tur, A. M., Samper, P., Nácher, M. J., Cortés, M. T. (2007). Estilos de crianza en la adolescencia y su relación con el comportamiento prosocial. Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 39, núm. 2, 2007, pp. 211-225. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/805/80539201.pdf
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