La falta de autoridad de los padres

La disciplina que los niños deben tener en casa no tiene nada que ver con el recurso del castigo, las voces o las discusiones entre padres e hijos. La falta de autoridad en los padres no es recomendada para el desarrollo cognitivo ideal de los menores.

Por lo general, la crianza del segundo hijo es menos autoritaria que la del primero.

La sociedad en la que vivimos está basada en un conjunto de reglas de convivencia. Desde pequeños, las normas de conducta son aprendidas mediante distintos métodos. Actualmente, se observan transgresiones por parte de los infantes que recaen en la idea de la falta de autoridad de los padres.

Hay muchas situaciones frecuentes, como elevar el tono de voz, correr en sitios públicos o arrojar objetos al suelo de manera desafiante que son consideradas faltas graves por parte de los niños.

La cultura es dinámica, al igual que deben serlo los mecanismos de autoridad hacia el niño. No se debe olvidar que son las nuevas generaciones las que muchas veces señalan el camino hacia un cambio positivo.

Las conductas de los niños y la falta de autoridad de los padres

Las pautas de comportamiento y los permisos hacia una determinada acción son dos pilares de la autoridad filial. Las familias se cuestionan permanentemente qué cosas dejar y qué cosas no dejar hacer a los pequeños. A menudo se confunde autoridad con abuso de poder, lo cual genera situaciones indeseadas.

En primer lugar, hay que comprender qué es la autoridad materna y paterna. Los psicólogos y pediatras más a tono con las nuevas infancias sugieren un trato respetuoso hacia los niños. Partiendo de la base del amor, la solidaridad y el respeto, la autoridad se transforma en un regalo más que se hace a los hijos.

En otras épocas, la autoridad se consideraba un ejercicio exclusivo del padre. De esta forma, su llegada a casa era sinónimo de temor y falta de afecto. Actualmente, se piensa no tanto en la falta de autoridad de los padres como en la falta de diálogo dentro del seno familiar.

El refuerzo positivo siempre es el mejor método. No se trata de impartir órdenes, sino de conectar con el sentir del niño. Cada etapa de crecimiento va demandando sus propios límites; los padres y madres deben acompañar respetuosamente cada proceso.

Las familias se cuestionan permanentemente qué cosas dejar y qué cosas no dejar hacer a los pequeños.

Normas necesarias y normas arbitrarias

Considerando a la sociedad actual centrada casi exclusivamente en la vida adulta, es difícil para un niño comprender las normas. Para algunos padres, dejar llorar a un bebé recién nacido toda la noche es una manera de ejercer la autoridad. Esto ocurre por la educación despótica recibida quizás en su propia infancia.

Los psicólogos pediátricos proponen establecer en cada hogar acuerdos de convivencia. De este modo, no se hablaría tanto de la falta autoridad de los padres sino de la falta de contratos familiares. Los niños necesitan saber que sus acciones tendrán consecuencias, y que ellos son responsables de sus actos.

En esta línea, resulta anticuado hablar de trastornos de conducta en los niños. La sociedad en su conjunto debe preocuparse de la educación de la infancia con amor. La existencia de ciudades donde las normas de convivencia sean respetadas y los espacios incluyan a los niños y niñas, sería una manera colectiva de pensar la cuestión.

“Partiendo de la base del amor, la solidaridad y el respeto, la autoridad se transforma en un regalo más que se hace a los hijos”

Pautas de convivencia para las familias

Para establecer acuerdos de convivencia entre la familia, siempre se debe considerar la edad de los niños. Asimismo, cada adulto debe realizar un profundo autoexamen y reconocer el autoritarismo inculcado por la sociedad desde edades tempranas.

Otra propuesta de educación respetuosa es aquella en la que las normas no conllevan una carga emocional. No se trata de una cuestión personal, sino de hacer entender el proceso de aprendizaje de cada acción. La frase ‘te portaste mal’ trastoca de subjetividad una acción y añade un sentido negativo a la norma o autoridad.

La falta de autoridad de los padres se cuestiona desde una mirada adulta y anticuada.

Las reglas del juego

La falta de autoridad de los padres se cuestiona desde una mirada adulta y anticuada. Desde una perspectiva lúdica, se puede pensar en la convivencia como un juego. Ese juego, por supuesto, tendrá sus propias reglas.

Usando el juego como método, la falta a una de esas reglas significará cierto suceso no deseado. No es necesario el castigo, pero sí dejar en claro qué cosas no pasarán si se traspasa un límite.
Estas nuevas pedagogías dejan atrás nociones autoritarias y vacías en la crianza de los hijos. Los padres y las madres actuales no desean repetir aquellas situaciones dolorosas e injustas de sus propias infancias.

La autoridad de los padres y madres es hoy en día un acompañamiento amoroso y respetuoso del crecimiento de los niños. Su finalidad no es más que ayudarles a la formación de valores y y darles herramientas para que tengan una vida sana.

Bibliografía

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