Criar a un príncipe azul perfecto

Para criar a nuestros hijos es necesario revisar los modelos que nos han impuesto antes de repetirlos. De lo contrario, se repetirán también los errores.

Papá e hijos divirtiéndose

Esta es la historia de aquella vez cuando no quise criar a un príncipe azul. Pero, en primer lugar, debemos recordar ciertas cosas. En la sociedad actual ya no se distingue entre sexos a la hora de hablar de educación.

Todavía hay modelos de crianza que se ajustan a lo que tradicionalmente hemos conocido como: roles de género y limitan la capacidad de los niños de percibir la realidad así como también su creatividad y pensamiento.

Pero ¿Y si decido no criar a mi hijo como a un príncipe azul perfecto? ¿Cómo guiarme entonces si no es por la tradición? ¿Si no elijo la tradición mi príncipe aún seguirá siendo perfecto?

Revisión de los modelos de crianza

Cuando vamos a ser madres, conocer el sexo del bebé parece determinante a la hora de crear ese espacio en casa para nuestro hijo, escogerle un nombre y asignarle el título de: princesa o príncipe de la casa.

A partir de ahí se comienza a elaborar nuestras expectativas acerca de cómo será nuestro bebé. Si el resultado de la analítica nos indica que el bebé será varón, inmediatamente comenzamos a pensar en cómo criar a un príncipe azul perfecto.

Nuestras expectativas no tienen por qué limitar la capacidad de nuestros hijos de alcanzar su máximo desarrollo como seres humanos.

Detengámonos un momento y pensemos en las características que, de forma implícita, debe tener un hombre. Ahora pensemos en qué valores queremos enseñar a nuestro hijo.

Para evitar reproducir modelos masculinos en los que no creemos, hay algunos mitos sobre la crianza de hijos varones que es bueno conocer para decidir si es lo que realmente queremos enseñar a nuestro hijo.

Mitos acerca de cómo criar a un príncipe azul

¿El príncipe azul perfecto?
“Así se comportan los hombres” Hay que tener mucho cuidado con forzar a nuestros hijos a que se identifiquen con un rol de género porque biológicamente pertenezcan a un sexo.

La identidad de género es una construcción personal, que debe ser atendida con sumo cuidado y respeto. Debemos tener en cuenta que, ante todo, educamos a personas.
“Las muñecas son para las niñas” La base del juego es la diversión, por lo que dejar a nuestro hijo decidir con qué juega no va a causarle perjuicio alguno.

Al contrario le ofrecerá la posibilidad de representar, mediante el juego, muchos más aspectos de la realidad. Enriquecemos a nuestro hijo al ofrecerles variedad a la hora de elegir juguetes. Criar a un príncipe azul también implica diversión.

“Los chicos no lloran” Las emociones no entienden de género. Todos tenemos derecho a sentirlas. La represión emocional en los varones ha sido una tradición histórica, que no ha hecho nada más que educar adultos incapaces de conectar con sus propias emociones para gestionarlas.

Criar a un príncipe azul perfecto nos limita
“El azul es de niños y el rosa es de niñas” No hay colores masculinos o femeninos, solo hay construcciones sociales sobre qué es masculino y qué es femenino.
No es necesario eliminar el rosa del hogar para criar a nuestro hijo adecuadamente. Tampoco hace falta darle a la niña todo rosa para que se haga una mujer el día de mañana.
“Debes ser fuerte y valiente” La fortaleza y la valentía como características principales del hombre tradicional mantienen un modelo represivo, en el que un niño no se puede caer, no se puede derrumbar ni tener miedo.

Fallar es parte del proceso de aprendizaje. Dudar, sentir que no se puede más e, incluso, desistir son cuestiones necesarias en la vida de un niño. Si le “prohibimos” sentirlos, ¿cómo afrontará las diferentes emociones vinculadas a ellos?

Todos necesitamos ser rescatados en algún momento y también necesitamos la valentía para rescatar a los demás.

¿Y si empezamos a contar cuentos nuevos? ¿Y si el príncipe no necesita ser precisamente azul y sólo azul? Lo importante es que nuestro hijo tenga la capacidad de desarrollarse al máximo, ser feliz y vivir sin restricciones por modelos tradicionales de género.

Recordemos que los roles de género, eso de que la princesa vaya de rosa y el príncipe sea vaya de azul, limita a nuestros hijos a la hora de percibir la realidad, no les permite ser creativos y ver más allá.

La princesa no tiene por qué llevar siempre zapatillas de bailarina, vestido rosa y tiara, puede ir en pantalones, vestir de verde y no usar tiara alguna.

Criar a un príncipe azul nos puede limitar o no, todo depende de cómo afrontemos este reto.

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