La adolescencia es una etapa crítica en cuanto al desarrollo de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). La presión social, la baja autoestima, la necesidad de encajar o las dificultades para gestionar las emociones se acrecientan en este periodo y pueden conducir a desenlaces fatales. Por lo mismo, prevenir los trastornos alimentarios en los adolescentes es una de las tareas fundamentales que deben llevarse a cabo desde el hogar.
La familia es un agente socializador de primer orden: transmite valores y hábitos e influye significativamente en el modo de vida de los jóvenes. Las actitudes aprendidas respecto a la comida, al propio cuerpo, a la imagen y a la salud física y mental pueden funcionar como factores protectores o predisponentes de este tipo de trastornos. Entonces, ¿cómo podemos proteger a nuestros jóvenes? A continuación, te mostramos algunas pautas fundamentales.
Los trastornos alimentarios en los adolescentes
Los adolescentes son la población más vulnerable en cuanto al desarrollo de trastornos alimentarios.
En España se estima que entre el 4,1 y 6,4 % de las mujeres entre 12 y 21 años presentan un TCA, así como un 0,3 % de los hombres. Pero, además, un 70 % de los adolescentes no se encuentra a gusto con su cuerpo y un elevado porcentaje presenta conductas de riesgo que pueden derivar en un trastorno a futuro.
Estos datos resultan desalentadores, especialmente si se tiene en cuenta que los trastornos alimentarios aparecen cada vez a edades más tempranas.
Más allá de tratarse de una obsesión por la imagen corporal, nos encontramos ante síndromes complejos que generan un gran sufrimiento emocional y ponen en riesgo a la salud de las personas. Estos suelen prolongarse durante años y causar serios problemas físicos y emocionales que pueden ser irreversibles. Por lo mismo, la prevención es prioritaria.
Para evitarlos, primero debemos conocer a qué nos enfrentamos. Y es que aunque a nivel general se conocen los términos anorexia y bulimia, no todo el mundo sabe en qué consisten y se desconocen los otros tipos de trastornos alimentarios.
Así que, si eres padre o madre de un adolescente, el primer consejo es claro: mantente informado a partir de fuentes claras y confiables.
¿Cómo prevenir trastornos alimentarios en adolescentes?
Más allá de lo anterior, es importante aplicar una serie de pautas y principios desde que nuestros hijos son pequeños. Recuerda que, aunque en la adolescencia el grupo de iguales juega un papel preponderante, es en el hogar donde se adquieren las herramientas personales más importantes.
1. Ayuda a tus hijos a desarrollar una buena relación con la comida
La relación con la comida comienza a gestarse desde el nacimiento, continúa con la lactancia y más adelante, con los alimentos sólidos. Para favorecer que se desarrolle de una forma positiva, es importante transmitirles a los niños que la comida es la “gasolina” del organismo y que alimentarse adecuadamente es un acto de amor hacia el propio cuerpo.
Así, la prioridad y la línea base ha de ser la salud y no la estética.
A este respecto, hemos de permitir que los niños atiendan a sus señales de hambre y saciedad, no obligarlos a comer ni chantajearlos o sobornarlos con la comida.
Del mismo modo, que las comidas sean momentos agradables y distendidos en los que no haya conflictos, discusiones ni distracciones (como el celular o la televisión).
2. Crea rutinas y hábitos familiares
Se ha demostrado que los menores que suelen comer en familia tienen un menor riesgo de desarrollar trastornos alimentarios que los que no.
El momento de la mesa familiar, por un lado, le permite a los padres dar un ejemplo de una alimentación saludable. Y por otro, favorece a que toda la familia comparta el mismo menú y que los jóvenes opten por opciones saludables. Además, las charlas amenas durante estos momentos resultan muy positivas para fortalecer los lazos familiares.
También resulta muy beneficioso realizar ejercicio físico en familia de forma regular. De este modo, se promueve el autocuidado y los hábitos de vida saludables de un modo ameno y natural desde los primeros años.
3. Construye una autoestima sólida en tus hijos
Una baja autoestima es un gran factor de riesgo para desarrollar trastornos alimentarios en la adolescencia.
Tus hijos han de desarrollar un amor propio sólido y consistente, reconocer sus cualidades, aceptar sus defectos y valorarse por quienes son, más allá de su aspecto físico.
Este amor incondicional hacia sí mismos les permitirá hacer frente a las presiones grupales propias de la edad, así como a los mandatos estéticos promulgados por los medios de comunicación y las redes sociales.
4. Infórmalos acerca de los riesgos
Aunque parezca innecesario, es importante charlar abiertamente con los adolescentes acerca de lo que supone un TCA. Hemos de contarles los síntomas, las causas y las consecuencias, pues deben saber los grandes riesgos que representan para la salud y que no se trata de ningún juego.
Compartir con ellos esta información puede ayudarles a reconocer cuando se encuentran en una situación de riesgo y animarles a pedir ayuda.
Del mismo modo, hemos de prestar atención a las preocupaciones y a las necesidades de nuestros hijos. Si se encuentran preocupados con su imagen o su peso, contactemos siempre con profesionales que les ayuden de forma individualizada.
5. Ensénales a cuidar la salud mental para prevenir trastornos alimentarios
Por último, hemos de recordar que los trastornos alimentarios son condiciones psicológicas. Por ello, los problemas de ansiedad o de depresión, ser víctima de bullying o atravesar un periodo personal o familiar complicado pueden funcionar como detonantes.
Es fundamental enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones, darles la confianza para que puedan expresarse y contar con nosotros para lo que deseen. Y si esto no basta, buscar ayuda profesional.
El estilo de crianza paterno está relacionado con la aparición de trastornos de la alimentación. Por tal motivo, hemos de optar por una educación democrática, en lugar de por un estilo autoritario, permisivo o indiferente.
Prevenir trastornos alimentarios en adolescentes no siempre es posible
Aunque los progenitores se esfuercen por aplicar todos los anteriores principios, ningún adolescente está exento de sufrir en algún momento un TCA. Así, la detección precoz se vuelve fundamental.
Como padre o madre, has de estar pendiente de las señales y buscar ayuda profesional desde el primer momento. Dejar avanzar el trastorno solo empeorará las repercusiones en la salud física y mental de tus hijos.
Bibliografía
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