4 consejos para madres estresadas

Aceptar que la maternidad tiene sus días buenos y sus días malos es un buen punto de partida para dejar de lado el estrés y disfrutar de esta experiencia única.
4 consejos para madres estresadas
Maria Fátima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 13 septiembre, 2021

¿Te has preguntado por qué muchas madres se sienten estresadas? No eres la única y en este artículo queremos contarte el motivo y brindarte estrategias para gestionar adecuadamente tus emociones. ¡No te lo pierdas!

El estrés de ser mamá

Tener un hijo es un desafío enorme y las mamás descubrimos el complejo mundo de la crianza sobre la marcha. La maternidad no solo implica ocuparse del cuidado de alguien, sino también de responder a los mandatos y a las creencias sociales sobre lo que significa ser una buena madre.

Esto es quizás es una de las cosas más estresantes, ya que nos suma una carga muy pesada a la mochila de responsabilidades. Además de lidiar con los horarios, el sueño y el cansancio físico, debemos hacer frente a los comentarios sobre cómo deben hacerse las cosas.

Por este motivo, es muy importante aprender a gestionar el estrés y las emociones de la crianza, para poder disfrutar realmente de la maternidad. Y sobre todo, para no descuidarnos a nosotras mismas, que somos un pilar fundamental en la vida de nuestros hijos.

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Cómo mejorar el estrés de la maternidad

Si eres madre y estás estresada, intenta poner en práctica algunos de los consejos que hemos preparado para ti.

1- Aprende a delegar y a pedir ayuda

Durante mucho tiempo, las madres tenían el dominio y el control absoluto de la crianza de los hijos. Esta costumbre pasaba de generación en generación, a cada nueva madre que nacía en la familia. Quizás este sea el motivo por el cual a muchas madres les cuesta tanto delegar y ceder terreno a otras personas, incluida la pareja.

Sin embargo, lo cierto es que si no aprendes a pedir ayuda, no podrás contar con tiempo para ti misma. Y a la larga, esto afectará tu estado emocional, tu autoestima y tus relaciones personales.

Ahora bien, delegar implica confiar en que la otra persona sabe hacer las cosas tan bien como tú. No es cuestión de que controles todo el tiempo lo que el otro hace, porque esto afectará a quien intenta ayudarte.

En todo caso, una buena estrategia es proponerte ceder el cuidado de los niños de manera gradual, hasta que sientas la confianza suficiente para correrte de la escena.

2- Organízate

El tiempo tirano es uno de los peores condimentos del estrés. Para evitar correr todo el día detrás del reloj, es importante llevar una buena organización de las actividades, los horarios y los compromisos del día.

Por ejemplo, intenta que la guardería de los chicos quede próxima a tu lugar de tu trabajo o que la clase de danza quede cerca de tu gimnasio. De esta manera, será más fácil conciliar tus actividades con las del resto de la familia.

Por otro lado, no es necesario que te pongas por delante las grandes proezas. Para poder alcanzar tus metas, es importante que te propongas objetivos alcanzables, que puedas cumplir de a poco. Así, tu estado emocional mejorará y te evitarás la frustración.

Por ejemplo, si hace un tiempo quieres poner orden en el trastero, puedes empezar por clasificar un estante, luego seguir por las cajas y finalmente, las maletas. Poco a poco, lograrás el orden deseado, sin dejarte la vida en ello ni posponer tus necesidades por falta de tiempo.

3- Conecta con tu interior y dedícate un momento para ti misma 

Para reducir el estrés, es importante que dispongas de un tiempo para realizar actividades placenteras, que te ayuden a despejar la mente de la rutina y de las tareas cotidianas.

Recupera aquellos planes que disfrutabas hacer, como una salida con amigas. Ampliar tu mundo más allá de las mamaderas, las siestas y las tareas del colegio te ayudará a reconectar con las otras facetas de tu vida. Recuerda que eres muchas cosas además de madre.

Para ocuparte de ti misma no hacen falta grandes planes. Basta con permitirte sentarte un rato al sol, disfrutar de una taza de té en silencio o mirar una serie. Luego de estas pausas, verás cómo mejora tu estado de ánimo y cuánto te relajas.

4- Expresa tus emociones y comparte tus vivencias

Otro de los consejos es que intentes reconocer tus propias emociones y aceptes los altibajos de la maternidad. No es necesario sostener el cuento de la maternidad rosa todo el día. ¡Sincérate contigo misma!

Si bien la maternidad tiene un lado maravilloso, también es agotadora. Hay días buenos y días malos, pero ambos merecen ser contados y vividos.

No te guardes tus emociones y comparte tus experiencias buenas y las no tan buenas con tus amigas. Libérate de las presiones con tu entorno cercano y aprovecha los momentos compartidos para hacer catarsis.

Reconocer tus emociones y aceptar que hay días en los que sientes ganas de tomarte un cohete a la luna es el primer paso para desahogarte y encontrar alivio. Eres humana, no perfecta y está bien que así sea, pues tu hijo te necesita tan humana y auténtica como eres.

Mamá hablando en su grupo de apoyo a la maternidad.



Para poder cuidar a otros, es importante cuidarse a una misma

Si le preguntas a las madres de tu entorno cuál es el sentimiento más frecuente de la crianza, muchas de ellas te responderán: la culpa.

Apenas se conceden un poco más de tiempo o de espacio, sienten que están incumpliendo con su rol de buenas madres. Sin embargo, lo más importante no es la cantidad, sino la calidad del tiempo compartido con los hijos. Esto es lo que hace que la relación se torne positiva y que se desarrolle un apego amoroso.

Para poder querer y cuidar a los otros, es importante disponer de tiempo para el autocuidado. En este sentido, la sociedad debe plantearse cómo acompaña a las madres y dejar de hacer juicios respecto a las decisiones que ellas toman. Las supermamás no existen.

Cada madre sabe qué es lo más conveniente para su familia y es muy importante la sociedad le brinde apoyo, en lugar de convertirse en su detractor. Pues la crianza de las nuevas generaciones es una responsabilidad colectiva.


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