5 consecuencias en los niños que crecen sin límites

Los límites son tan importantes como el afecto para el desarrollo emocional de los niños. Te contamos cómo puede afectarle a tu hijo crecer sin normas.

Si eres madre habrás comprobado en múltiples ocasiones lo difícil que resulta ponerles límites a los niños y hacer que se cumplan. Una mirada triste, un llanto desconsolado, una rabieta o su simple insistencia tras un día agotador pueden hacer tambalear tu voluntad y llevarte a ceder.

Es comprensible que esto te haya sucedido, sin embargo, debes recordar las graves consecuencias de crecer sin límites para poder mantenerte firme.

No siempre es el cansancio, la pena o la vergüenza de una rabieta en público lo que lleva a los progenitores a desestimar sus propias normas. Muchas veces, esto responde a la propia experiencia infantil de los padres, que crecieron en ambientes excesivamente restrictivos y autoritarios.

Ninguno de los dos extremos son buenos y resulta fundamental hallar un equilibrado punto medio, para permitir el desarrollo óptimo de los pequeños.

Los niños que crecen sin límites sufren las consecuencias

Estamos seguros de que cada una de tus acciones y decisiones se basan en la intención de ofrecer lo mejor a tus hijos. Sin embargo, pese a tu buena voluntad, al ser demasiado permisiva los terminas perjudicando.

Y es que los niños que crecen sin límites pueden sufrir una serie de carencias y consecuencias, como las que te contamos a continuación.

1. Se sienten confundidos y desprotegidos

Los límites no solo son beneficiosos, sino que son absolutamente necesarios para los niños. Ellos aún no han aprendido a desenvolverse solos en el mundo, ni a distinguir qué comportamientos son buenos y cuáles son inadecuados. Tampoco están listos para tomar todas las decisiones por su cuenta.

Es tarea de los padres supervisar, orientar y establecer esa guía para marcarles el camino. Sin unas normas claras, los niños se sienten confundidos y perdidos.

Niña llorando.

2. Perciben falta de atención y afecto

Muchos padres y madres consideran que al ser permisivos les demuestran a sus hijos cuánto los quieren. Pero paradójicamente, estos menores crecen con la sensación de que sus padres no se preocupan por ellos.

Perciben falta de atención y de afecto, al no obtener la guía necesaria de sus mayores. Incluso, generan resentimiento hacia ellos y consideran que no han hecho bien su trabajo.

3. Tienen dificultades para tolerar la frustración

Los límites, ante todo, enseñan a tolerar la frustración y a comprender que no siempre es posible conseguir lo que se desea. Este es un aprendizaje fundamental para la vida, pues brinda las herramientas para sobreponerse a los obstáculos, perseverar y alcanzar las metas.

Los niños que crecen sin límites se convierten en personas caprichosas e impacientes y experimentan emociones muy negativas cuando algo no sucede a su gusto. No saben recomponerse ante la adversidad y sufren en exceso.

4. Pueden convertirse en personas manipuladoras

El hogar es el ambiente en el que los niños desarrollan sus habilidades sociales. Si los progenitores tienden a ceder a todas sus peticiones, el menor comprende que la manipulación es una estrategia válida y adecuada para conseguir lo que desea.

De esta forma, no aprende a dialogar, a negociar ni a cooperar. Y a futuro, es posible que recurra al chantaje emocional y esto provoque el rechazo por parte de los demás.

5. Están expuestos a más riesgos

Además de las múltiples consecuencias para su desarrollo emocional, los niños que crecen sin límites están expuestos a una serie de riesgos adicionales.

Por ejemplo, si se les permite tomar todas las chucherías y alimentos poco saludables que desean, pueden desarrollar caries y obesidad a futuro. Igualmente, durante la adolescencia, pueden estar más expuestos a riesgos como el consumo de drogas, el embarazo adolescente o el contagio de enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Cómo establecer límites a los niños

Madre e hija hablando sobre las habilidades de resolución de problemas que hay que adquirir durante la infancia.

Ahora que conoces las consecuencias de que tus hijos crezcan sin límites, es momento de comenzar a aplicarlos en su día a día.

Para ello no es necesario ser excesivamente autoritaria o comportarte como una tirana. Puedes establecerlos desde el respeto y el amor, con algunas simples pautas:

  • Establece normas sencillas y claras, que los niños puedan comprender y seguir fácilmente. Explícales de antemano qué esperas de ellos y qué consecuencias trae el incumplimiento de las reglas.
  • Dialoga con ellos y consensua los límites antes de imponerlos.
  • Ten en cuenta la edad de tus hijos y flexibiliza algunas normas a medida que estos crecen, maduran o se vuelven más responsables.
  • Una vez marcadas las normas, no cedas ante los llantos o la presión. Es importante que perciban tu firmeza, tu coherencia y tu consistencia. Además, asegúrate de que tu pareja siga tus mismas directrices, para educar como un equipo.

En definitiva, no siempre es sencillo establecer límites, pero es necesario hacerlo desde los primeros años de vida. De este modo, te aseguras de que tus hijos adquieran las herramientas, los valores y los aprendizajes necesarios para desenvolverse correctamente en el mundo. Guiarles es un acto de amor.

Bibliografía

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