Las 6 consecuencias de la falta de tiempo libre en niños

El tiempo libre en los niños es saludable, ya que les permite tomar sus propias decisiones en torno a qué hacer y cómo entretenerse.

Quizás nos parece una excelente idea que los chicos se pasen todo el día entretenidos, de una actividad a la otra. Sin embargo, la falta de tiempo libre en los niños tiene diferentes consecuencias, como los cambios anímicos, la fatiga o el poco tiempo que pasan con la familia. Hoy pareciera que tienen que correr a la par de los adultos y nos olvidamos que lo que debe primar es el juego. El tiempo de ocio en los niños es una fuente de desarrollo y aprendizaje. Veamos las consecuencias de criar hijos de agenda a tiempo completo.

El miedo al tiempo libre de los niños

Muchas veces, le tenemos miedo al aburrimiento y al tiempo libre de los niños. En ocasiones, lo pensamos desde una lógica de que mientras más estimulados estén, mejor, como si fuera un pecado perdernos de desarrollar todo su potencial.

También, lo hacemos desde el intento por ordenar la dinámica familiar. Debemos trabajar y por eso es mejor que los niños estén entretenidos. Otras tantas veces también llenamos su agenda para tener tiempo disponible en la nuestra. Incluso, todos estos motivos pueden darse en simultáneo.

Sin embargo, es esencial que podamos sincerarnos con nosotros mismos y que busquemos la forma de crear tiempo sin la necesidad de exponer a los más chicos al agotamiento físico y mental. Además, es igualmente importante conocer cuáles son los beneficios del tiempo libre en los niños y las consecuencias que surgen cuando les falta.

El tiempo libre e incluso el aburrimiento son productivos para los niños, ya que los ayuda a desarrollar la imaginación y a descubrir sus propios gustos e intereses.

Las 6 consecuencias de la falta de tiempo libre en niños

Algunas de las consecuencias de la falta de tiempo libre en los niños son las siguientes:

1. No hay tiempo para la exploración espontánea y el aburrimiento

Los niños de agenda a tiempo completo tienen escasas posibilidades de aburrirse y de dar lugar a la creatividad que surge cuando no saben qué hacer. Por supuesto, esto dificulta el desarrollo de la imaginación y la improvisación.

2. Se presentan dificultades en torno al autoconocimiento

Muchas veces, el hecho de pasar de una actividad a la siguiente termina por reglamentar y por hacer rutinario el día a día. Todos los planes se cumplen como en modo automático, por inercia. De este modo, sucede a menudo que los niños siguen en una dirección, la que indica lo que hay que hacer y se alejan de aquellos otros caminos en donde pueden explorar y descubrir lo que les gustaría hacer.

3. Cambios en el estado de ánimo

Imagina cómo te sientes cuando llevas un día a pura actividad, de un sitio a otro. ¿Irritable, desenfocado, con poca capacidad de concentrarte y de dar lo mejor? Esto mismo les sucede a los niños. Ellos también se agotan y, en consecuencia, se agobian. En el largo plazo, se trata de situaciones que generan ansiedad y estrés.

4. Se ven afectadas su capacidad de autogestión del tiempo y su autonomía

Cuando queda poco espacio para decidir, los chicos y se acostumbran a seguir una rutina. De este modo, ciertas habilidades sociales también se ven con pocas chances de ser ejercitadas y puestas a prueba.

Pasar tiempo en casa y compartir juegos y actividades con la familia es importante para los más pequeños. Esta posibilidad se pierde si la agenda del menor es a tiempo completo cada día.

5. Se pierden de la posibilidad de compartir actividades en familia

Pasar tiempo en casa y compartir actividades en familia es importante para los pequeños. Por eso, es clave buscar un equilibrio, ya que el tiempo que les dedicamos a hacer manualidades, a cocinar con ellos o a hacer cualquier otro plan, es una forma de fortalecer los vínculos, de estar más cerca y de conocerlos mejor.

6. Se ven afectadas sus habilidades sociales

al jugar y el tener tiempo libre, los niños también ejercitan habilidades personales y sociales, como la planificación, la toma de decisiones, el compartir o ponerse de acuerdo, entre otras.

¿En qué momento jugarán los niños?

Hace algunos años, Maná, un grupo musical de origen mexicano, recreó una canción en la que se preguntaba en dónde jugarán los niños, frente a un mundo que empezaba a “dinamitar” ciertos espacios, llenaba todo de cemento y desplazaba los espacios abiertos y el aire libre.

Actualmente, al contenido de dicho tema, podríamos agregarle esta inquietud: ¿en qué momento los niños van a jugar si hoy cuentan con una agenda más abundante y colapsada que la de los mismos adultos? Del colegio a deporte, de deporte a idioma, de idioma a la clase de instrumentos y así.

En este mundo hiperexigente, en donde pareciera que solo las oportunidades se abren para quienes más completan su curriculum, trasladamos las lógicas adultas al mundo de la infancia. Sin embargo, nos pasamos por alto una cuestión fundamental: los menores se encuentran en pleno desarrollo y el juego es el principal modo en que lo hacen. Los chicos tienen que tener tiempo para serlo.

Bibliografía

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  • Betina Lacunza, Ana , & Contini de González, Norma (2011). Las habilidades sociales en niños y adolescentes. Su importancia en la prevención de trastornos psicopatológicos. Fundamentos en Humanidades, XII(23),159-182.[fecha de Consulta 6 de Septiembre de 2022]. ISSN: 1515-4467. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=18424417009
  • Oyarzún Gómez, Denise, & Reyes Espejo, María Isabel. (2021). Bienestar y tiempo libre de niños y niñas a través de un mapeo fotográfico participativo. Revista de psicología (Santiago)30(2), 71-85. https://dx.doi.org/10.5354/0719-0581.2021.65689
 
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