Cuando el embarazo llega a su fin, suceden grandes milagros naturales. Por un lado, el mismísimo nacimiento del bebé y, por el otro, el instintivo encuentro entre tu hijo y el alimento que tu propio organismo produce: la leche materna.
No es casual que una maquinaria tan perfecta como el cuerpo humano pueda garantizar un fenómeno vital como la lactancia. Pero para lograrlo, numerosos procesos tuvieron que ponerse en marcha mucho tiempo antes de la primera prendida.
Hoy te vamos a contar todo lo que debes saber al respecto, para que entiendas por qué la naturaleza es tan sabia y también, para que puedas elegir con criterio el mejor método de alimentación de tu pequeño. ¡No te lo pierdas!
Conoce el mecanismo por el cual el cuerpo produce leche materna
La preparación del organismo para la lactancia (o lactogénesis) inicia mucho tiempo antes de la primera lactada. De hecho, ya desde la quinta semana de gestación los senos comienzan a modificar su estructura lentamente.
Los importantes cambios que se originan en el interior de los pechos no son apreciables a simple vista. El desarrollo de la placenta pone en marcha la liberación de algunas hormonas, como la progesterona y los estrógenos, que sirven de estimulación para todo el organismo de la futura madre.
Alrededor de la semana 16 del embarazo, parte de la grasa mamaria es reemplazada por un tejido glandular, que es aquel especializado en fabricar la leche. Dicho tejido se compone de estructuras productoras (llamados alvéolos) y de conductos liberadores (llamados conductos lactíferos).
La capacidad de producir leche no tiene relación alguna con el tamaño de los senos o de los pezones. Estas dimensiones vienen condicionadas por factores hereditarios y se determinan según la cantidad de células adiposas (grasa) que la madre tenga. De hecho, en el embarazo, y sobre todo durante la lactancia, las mamas se agrandan a expensas del tejido glandular.
La leche materna se origina en unas células específicas ubicadas en las paredes de los alvéolos, las cuales toman el azúcar, las grasas y las proteínas de la sangre para fabricar este alimento natural.
Una vez producida la leche, esta fluye mediante los conductos lactíferos y se reserva en unas estructuras situadas detrás de la areola, que es la zona pigmentada que rodea al pezón. Una red de músculos que rodea a este sistema canalicular ayuda a vaciar las estructuras productoras para generar más leche.
¿A partir de qué momento se produce la leche materna?
Los expertos aseguran que los cambios mamarios de la lactogénesis inician en las primeras semanas del embarazo. Pero, estrictamente, las modificaciones de la estructura glandular comienzan en el segundo trimestre de la gestación. De esta forma, es posible dar el pecho al bebé aunque nazca de forma prematura.
Fases de lactogénesis
- Primera fase: inicia entre el cuarto y quinto mes de embarazo y consiste en un aumento del tenor hormonal para favorecer la producción del calostro y la generación de una pequeña reserva láctea en los senos. No obstante, la producción estará momentáneamente pausada por la progesterona hasta el nacimiento.
- Segunda fase: luego del nacimiento del niño se expulsa la placenta y este fenómeno constituye un estímulo clave para la lactancia. Con el descenso abrupto de la progesterona, la glándula queda liberada para fabricar mayor cantidad de leche. A partir de aquí, la lactogénesis es regulada por dos hormonas fundamentales, la prolactina (que favorece a la producción) y la oxitocina (que favorece al vaciado de la glándula).
- Tercera fase: a partir del noveno día de vida del bebé, la lactogénesis empieza a adecuarse a su demanda. Este mecanismo perdurará hasta el destete y estará determinado por el estado de vaciamiento de las mamas. El factor inhibidor de la lactancia estimulará o retrasará la producción según el consumo del niño por un mecanismo de retroalimentación.
De los dos a los cuatro días siguientes al parto la producción de leche materna aumenta considerablemente. Esto generará un mayor flujo de sangre a las glándulas y los senos estarán más firmes y se sentirá una mayor plenitud.
La importancia del calostro en los primeros días de vida del bebé
En las primeras horas de la lactancia, el bebé tiene a su disposición el calostro. Se trata de una sustancia pastosa con bajo contenido graso y alto en proteína, que constituye una excelente fuente de alimento inicial.
No solo es una leche de alta densidad nutricional, sino que además le confiere al neonato defensas y otras sustancias bioactivas fundamentales en el proceso de adaptación a la vida extrauterina.
Hay madres que ya sienten la segregación del calostro durante últimas semanas del embarazo e incluso, a algunas se les produce ya en el segundo trimestre de gestación. No obstante, cuando el bebé succiona el pezón por primera vez, la glándula pituitaria de la madre se estimula y libera grandes cantidades de oxitocina y prolactina que mantienen el abastecimiento lácteo.
Por regla general, este se libera durante los primeros 3-5 días luego de iniciada la lactancia. Luego es reemplazada por una “leche de transición“, que dura unos 15 días hasta dar paso a la “leche madura”, que es la que debería alimentar al bebé los próximos meses.
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¿Cómo saber si el bebé está recibiendo suficiente leche?
Muchas madres cuestionan su capacidad de alimentar completamente al bebé por el tamaño de sus mamas. Hemos comentado que esto es un factor subjetivo y que no necesariamente tiene que ver, ya que unos pechos pequeños pueden liberar la suficiente leche para mantener al bebé nutrido.
Sin embargo, el mejor indicador de que la lactancia es todo un exito es observar el crecimiento del bebé. A los pocos meses de haber nacido este debería haber duplicado su peso, y por ello es tan importante valorar su evolución tanto con el pediatra como con los consejeros de lactancia materna.
La leche materna, un alimento completo
El resultado de todos los procesos comentados es la secreción de la leche materna, un alimento que ha demostrado ser completo y muy beneficioso para el niño pequeño. Su consumo reduce el riesgo de desarrollar patologías complejas y ayuda a conformar la microbiota del bebé.
Ten presente que el cuerpo ha puesto en marcha una maquinaria perfecta, capaz de suministrar el alimento más adecuado para tu hijo y que se adapta a cada etapa de su crecimiento. Si tienes dudas o problemas con tu lactancia, no dudes en consultar con una asesora, pues ella sabrá indicarte la mejor maneja de sobrellevar las crisis fisiológicas de este proceso maravilloso.
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