Toda la comida me sienta mal en el embarazo: ¿qué hago?

Si estás encinta, puede que la comida se sienta mal. En este caso, tendrás que adoptar una serie de medidas a nivel dietético para aliviar las molestias y facilitar el proceso digestivo. De lo contrario, correrás el riesgo de mantener una nutrición insuficiente y condicionar el correcto desarrollo de tu bebé.

Antes de nada, hay que destacar que mientras dura la gestación el organismo experimenta una serie de cambios constantes. Es habitual sufrir náuseas durante los primeros meses, las cuales suelen desaparecer en el segundo trimestre. No hay que preocuparse demasiado por ellas, sino simplemente poner en marcha algunas estrategias para sobrellevarlas mejor.

Cómo evitar las náuseas en el embarazo

Durante el primer trimestre es posible que la comida te siente mal y te provoque náuseas o incluso, vómitos.

De acuerdo con un estudio publicado en la revista The Journal of Maternal Fetal & Neonatal Medicine, el consumo de jengibre resulta eficaz para prevenir y para reducir las náuseas durante el embarazo, comparado con placebo. Si bien es menos eficiente que los fármacos, resulta una buena alternativa natural capaz de ayudarte en muchas ocasiones.

Por otra parte, en este periodo es conveniente reducir el tamaño de las ingestas, para facilitar la digestión. Así mismo, eliminar de la pauta los alimentos picantes e irritantes y tratar de no comer sin apetito. No hay que forzarse y en el caso de sentir una gran sensación de saciedad, es preferible parar de comer y retomar luego.

El consumo de alimentos líquidos puede facilitar la introducción de nutrientes y de calorías en el organismo.

¿Cómo reducir las molestias digestivas a partir del segundo trimestre?

Cuando se entra en los dos últimos trimestres del embarazo, el riesgo de experimentar síntomas intestinales (dolor, acidez, saciedad o pesadez) aumenta. Esto se debe a que el feto en crecimiento ocupa cada vez más espacio y empuja a los otros órganos. Dicha compresión puede dar lugar a ciertas incomodidades, por lo que conviene adaptar la dieta para reducirlas.

Uno de los puntos clave para evitar que la comida te siente mal en el embarazo es limitar la ganancia de peso graso. Está claro que se van a subir kilos, no es saludable generar un gran cambio en la composición corporal. Sobre todo, a expensas de un incremento excesivo del tejido adiposo. Para ello hay que plantear una pauta dietética con predominancia de alimentos frescos.

Una buena estrategia es fraccionar las ingestas a lo largo del día, de modo que cada una sea menos voluminosa. También, hay que centrarse en la masticación, pues en este punto comienza la digestión. Es clave procesar correctamente los comestibles en la boca para reducir el trabajo a nivel estomacal e intestinal.

Del mismo modo, ciertos productos han de eliminarse de la dieta, como las bebidas con gas. Estas aumentan las flatulencias y el dolor abdominal y además, elevan los niveles de glucosa en sangre. La hiperglucemia impacta negativamente sobre la salud metabólica y aumenta el riesgo de padecer diabetes gestacional.

Asimismo, es recomendable evitar irse a la cama justo después de cenar. En el caso de acostarse, es conveniente hacerlo siempre con una ligera inclinación y de lado izquierdo. Así, se favorece el proceso digestivo y se evitan síntomas molestos, como el reflujo o la acidez. No obstante, si persisten a pesar de estas medidas, puede ser preciso consultar con el médico e iniciar un tratamiento farmacológico.

Pon en práctica remedios sencillos si la comida sienta mal en el embarazo

Como hemos comentado, no es extraño experimentar alteraciones digestivas durante la gestación. La comida puede llegar a sentar mal en el embarazo y condicionar así el bienestar de la mujer. Para prevenirlo, se pueden poner en práctica las estrategias antes comentadas y así, reducir las náuseas y otras molestias similares.

Recuerda que la práctica de actividad física moderada y adaptada a tus circunstancias también favorece a la digestión. Produce un tránsito más eficiente, evita el estreñimiento y mejora el descanso nocturno. Asimismo, la ingesta de al menos 25 gramos de fibra al día asegura la salud de la microbiota y la eficiencia digestiva.