Lo que un papá le puede enseñar a su hija no cabe en un libro, ni en un solo corazón. El padre que está presente, que es sabio en afectos, habilidoso en esa magia del cariño que hace crecer, que embelesa e ilusiona, sabe que tener una hija es algo muy especial.
Algo que todos sabemos es que tener un hijo nos llena de ilusiones. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo se descubre que no todo es tan fácil, que los retos y los deberes son muchos, y las alegrías son mucho más grandes de lo que pensábamos.
Un papá presente
Ser padre es fácil. De hecho, es mucho más sencillo de lo que parece. Por lo general, se tienden a asociar el hecho de ser padre con obligaciones y estrés.
Como muchos roles en la vida, es cierto que hay deberes pero no todo es agobio ni tiene por qué serlo.
El buen padre sabe, desde muy temprano, que ese título tan especial se adquiere con el tiempo. Porque debe demostrar que es una figura presente, paciente, firme y gentil.
Porque una persona cercana ayuda a que los niños tengan un desarrollo sano. Papá está en cada nueva palabra aprendida y en cada caída mientras aprende a caminar por el mundo.
Papá no es un niño grande con el que jugar. Papá jugará con su niña para hacerla feliz, pero la guiará, cuidará y aconsejará como el adulto maduro, valiente y feliz que se quiere a sí mismo y que, por encima de todas las cosas, ama a su hija.
Papá también tiene su lado sensible, y se lo demostrará a su hija al demostrar que sí puede ponerse en su lugar. La entenderá, se esforzará en intuir sus necesidades, en calzar su punto de vista, aunque a veces le parezca algo estrambótico.
Lo hará porque sabe que es así como mejor puede ayudarla. Así como se ganará el mejor título de todos, ese que no dan las universidades pero sí la vida: “papá”.
Cumpliré las promesas que te haga
Todo niño necesita una crianza positiva, estable y segura. Si el papá hace promesas a su hija que más tarde no cumple, le dejará secuelas que menguarán su autoestima, entre otros aspectos.
Si el papá le dice que siempre estará a su lado y más tarde la hace sentir como algo secundario, esa niña creerá que el mundo en el que vive no es seguro, que es doloroso y que las promesas, son como las estaciones, vienen y van.
El padre responsable, entiende que sus promesas son prioridad.
Te enseñaré a ser fuerte y valiente
El buen padre sabe bien que en este mundo la belleza no da la verdadera felicidad. Por lo tanto, aunque ante sus ojos esa niña sea el ser más bello y perfecto de su universo, él la guiará para que se convierta en una mujer fuerte y valiente que lucha por sus sueños, los que ella elija.
Un buen padre querrá además que sea capaz de valerse por sí misma, de tener voz, defender sus opiniones y vivir acorde a sus valores que eligió.
Papá será su guía cotidiano en asentar las raíces de una buena autoestima, le guiará en esos aprendizajes en los que poder descubrir el mundo más allá del reflejo de su espejo. Le enseñará que la auténtica felicidad nace del corazón y no de un rostro bonito.
Te enseñaré a no tener miedo
Un buen papá sabe que debe ser ese guía que con sus consejos, apoye y dé afecto a su hija, cada vez que sienta miedo o se sienta abrumada por la incertidumbre.
Él le dirá que es válido sentirse asustado y que, estas emociones ayudarán a alcanzar los triunfos, si se es lo suficientemente valiente y decidido.
El buen padre sabe dejar libre a sus hijos para que construyan sus propios caminos, elegir a las personas que quieran, permitiendo incluso que cometan errores en un momento dado si de ellos pueden aprender.
No los sancionarán por ese error, ni les cerrarán la puerta. El buen padre siempre tratará de entender aún cuando no esté de acuerdo con todo.
También procurará ser siempre cercano y le recordará a su hija, cuando haga falta, que no debe olvidarse nunca de cuánto vale ella por sí misma.