Características de niños con apego desorganizado

Descubre a continuación quiénes son los niños con apego desorganizado. Comprobarás que hay muchos más casos de lo que crees.
Características de niños con apego desorganizado
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 20 septiembre, 2022

Desafortunadamente existe un alto porcentaje de niños con apego desorganizado, esto es porque han sido víctimas de diversas formas de maltrato. Los traumas y el estrés crónico derivados de dichas situaciones los llevan a desarrollar una conducta disfuncional.

Se caracteriza por un miedo crónico e intenso que hace que el niño evite relacionarse con sus padres o cuidadores, y también se resista a permanecer en su presencia. Por consiguiente, cuando se les obliga a permanecer junto a estas personas, experimentan confusión y aturdimiento.

El apego desorganizado, tal y como su nombre lo indica, es consecuencia de experiencias traumáticas de gran intensidad para el niño, que ”desorganizan” su desarrollo social y los hace vulnerables.



Niño con apego desorganizado.

En otras palabras, el apego desorganizado es un conjunto de síntomas de malestar emocional.

Características de los niños con apego desorganizado

Los niños con apego desorganizado tienen dificultades en el control de las emociones, así como también para relacionarse con otras personas, incluso de su edad.

  1. Manifiestan conductas discordantes la mayoría del tiempo. Esto quiere decir que el niño es capaz de buscar contacto físico y, acto seguido, evitarlo por completo.
  2. Se expresan de manera desordenada y redundante al hablar sobre un mismo tema.
  3. Los niños con apego desorganizado pueden manifestar ansiedad al separarse de sus padres.
  4. Tienen tendencia a moverse de forma descoordinada y, en situaciones de terror, pueden sufrir parálisis total. Es decir, que pueden petrificarse.
  5. Los niños con apego desorganizado tienen una gran susceptibilidad con relación a la figura paterna, a veces con expresiones fisonómicas marcadas.
  6. Se desconciertan a menudo, muestran locuciones difusas.
  7. Sienten que se les invade su espacio personal con facilidad.
  8. Sufren de estrés postraumático.
  9. Pueden desarrollar trastornos asociativos, de la memoria y la atención.
  10. No poseen interés por explorar el entorno, les invade la incertidumbre y el miedo los paraliza a la hora de tener nuevas experiencias.
  11. Suelen desarrollar varios miedos e, incluso, fobias.
  12. Se mantienen en un estado de hipervigilancia, porque consideran que deben estar en permanente alerta para huir de una agresión.

En lo que respecta a la madre

Afectos erróneos

Los niños con apego desorganizado manifiestan contradicciones. Por ejemplo, pueden pedirle a su madre un abrazo e inmediatamente pedirle que se aleje.

En estas situaciones, los niños se desesperan porque no saben qué es lo que quieren con certeza. Por esta razón, se inquietan mucho cuando se les pregunta qué es lo que quieren.

Desorientación

  • Cuando el niño con apego desorganizado siente confusión o se asusta con el comportamiento de la madre.
  • Se muestra desorientado en todas las cosas que hace; es decir, el niño no coordina sus acciones.
  • La desorientación ocurre en el momento en que la madre se burla del niño o lo incomoda.

Estos niños tienden a ser muy volubles, por lo que es imprescindible ser pacientes con ellos y tratarlos con afecto y respeto.

Retraimiento en niños

La madre crea una distancia afectiva considerable entre ambos. Esto es un rasgo característico de los padres de los niños con apego desorganizado.

Al sentirse incompetentes, optan por tomar distancia.  Por ejemplo: la madre decide saludar a su hijo siempre desde la distancia. Sin acercarse.



Comportamientos aleatorios y alternos en niños con apego desorganizado

Los niños con apego desorganizado pueden ser muy retraídos, al punto de desear ser invisibles para el mundo. Por otra parte, pueden tener brotes de ira.

Hay que recordar que, en ellos, los comportamientos son aleatorios y poco adecuados a las circunstancias. No saben cómo conseguir afecto y esto los lleva a expresarse de diversas maneras.

Niña con apego desorganizado.

La autoestimulación

Los niños con apego desorganizado apelan por la autoestimulación, a través de golpes o balanceos con la cabeza. ¿La razón de eso? Con estos movimientos lo que buscan, de forma inconsciente, es menguar su dolor psicológico.

Con el transcurso del tiempo llegan a crear su propio mecanismo de defensa. Se esmeran por ocultar los recuerdos dolorosos para dejar emerger solo aquellos recuerdos positivos con sus padres. Estos, en la mayoría de los casos, son idealizados.

No acuden a sus padres

Los niños con apego desorganizado no acuden a los padres al momento de presentarse algún problema porque no se sienten cómodos. Esto puede llevarlos a llorar escondidos, vagar por lugares sin rumbo alguno, lejos de sus padres, los problemas y de sí mismos.

Estos niños necesitan ayuda profesional para poder desarrollar un vínculo sano con sus padres o cuidadores, según sea el caso.

La teoría del apego y sus tipos

En el artículo La teoría del apego. Un enfoque actual, el autor cita al creador de esta teoría, John Bowlby, el cual la define como:

“una forma de conceptualizar la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular y un intento de explicar la amplia variedad de formas de dolor emocional y trastornos de personalidad, tales como la ansiedad, la ira, la depresión y el alejamiento emocional, que se producen como consecuencia de la separación indeseada y de la pérdida afectiva”.

Dentro de la caracterización de dicha teoría existen otros tipos de apego, además del desorganizado, que vale la pena mencionar.

Se trata del apego seguro, el ansioso y ambivalente y el evitativo. En el primero el niño sabe que cuenta incondicionalmente con la persona que lo cuida, llámese madre, padre o cuidador.

En el ansioso, en cambio, se ha instalado en el niño la desconfianza hacia la persona encargada de cuidarlo. Lo cual se proyecta en conductas que reflejan emociones contradictorias y le pueden generar sentimientos de angustia e inseguridad. Si no se trata puede terminar a largo plazo manifestándose con relaciones que deriven en una dependencia emocional.

Y en el tercero, evitativo, ya no se trata de una inseguridad sino de una certeza. El niño asume que no cuenta para nada con su cuidador y esto le genera, en principio, dolor y sufrimiento. Luego, asume un comportamiento distante que puede percibirse erróneamente como autonomía.

Del apego ansioso-ambivalente y el evitativo, surge el apego desorganizado, y si se sospecha es necesario avanzar hasta su diagnóstico para comenzar de manera oportuna a tratarlo con ayuda profesional. Hacerlo a tiempo redundará en beneficios en la vida adulta de ese niño, para un desarrollo sano y pleno de sus emociones.

El adulto que fue niño con apego desorganizado

El adulto inseguro tiene su origen en las experiencias traumatizantes y en las carencias de la infancia. Como lo afirman las psicólogas Inés Prades Causera y María Romero Peris “las figuras paternas son decisivas en la construcción de las experiencias relacionales de “amor” en los niños; de ahí la importancia de las experiencias tempranas en el desarrollo del apego y las relaciones”.

Para el niño que pasa por experiencias traumáticas el progenitor es raíz de procesos de alarma y confusión, colocándolo en una paradoja. La protección que busca en los padres es un impulso biológico, pero el miedo que le provocan y el desapego, también.

Al no poder escapar, queda en medio de un “miedo irresoluble”, por lo que el sistema de apego se torna desorganizado, pues es la forma que su estructura psíquica consigue para adaptarse a la situación.

Finalmente, detrás de cada trastorno de personalidad adulta, hay un niño infeliz: “éstos van a ser realmente infelices sólo si viven situaciones violentas y crueles sintiéndose indefensos y solos”.

La mejor terapia: mejorar el vínculo afectivo

El objetivo terapéutico es estrechar el vínculo entre el cuidador y el niño. Ello transforma el apego inseguro en seguridad, ofreciendo los cuidados físicos, emocionales, cognitivos, sociales, que favorezcan su desarrollo.

Pero la intervención se logrará solo si la justicia y la ética lo permitan, pues una cosa es lo que pensamos poder hacer y lo que la literatura científica recomienda; otra, muy distinta, lo posible en el marco de una vida plagada de dificultades e interdicciones.

Con todo, lo que se busca siempre es “reparar el apego, aspirando a evitar tanto los perjuicios del maltrato como de los posibles efectos negativos que repercurtirían sobre el infante”.


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