Cómo ayudar a tu hijo cuando está enfadado

Gestionar los enfados y rabietas de los hijos a veces resulta muy complicado. Te damos algunos consejos para afrontar con éxito estas situaciones.
Cómo ayudar a tu hijo cuando está enfadado
Ana Couñago

Revisado y aprobado por la psicóloga Ana Couñago.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 29 septiembre, 2022

Una de las cosas más complicadas en tu rol de mamá es ayudar a tu hijo enfadado. Puede que este no sepa cómo gestionar la situación, y pierda el control de su comportamiento.

El problema no es que tu hijo esté de mal humor, sino los berrinches o rabietas. Es importante recordar que un niño siempre necesita límites que le den orden a su vida . De no tener este orden te enfrentarás a situaciones de mal comportamiento o hijos demasiado mimados .

A continuación te proponemos algunos pasos a seguir para ayudar a tu hijo cuando esté enfadado.

Cómo ayudar a tu hijo cuando está enfadado

Un niño enfadado puede responder a estímulos como hambre, sueño, confusión, estrés o angustia. Descartemos estas condiciones y sobre la base del control de la situación, afrontemos con paciencia, serenidad y firmeza, sus rabietas ocasionales.

1. Controla tus reacciones

Mantener el control cuando tu hijo está enfadado le demuestra que estás a cargo y que debe calmarse. Muchos padres se quejan de no tener control sobre sus hijos . Lo que no ven es que lo perdieron cuando dejaron que los niños se sintieran superiores.

Incluso si tu hijo está haciendo su peor pataleta y tú estás al límite, no caigas en su juego. No es una situación en la que él piense a propósito. Si te dejas llevar, le enseñarás que sus berrinches te sacan del rol de madre o padre.

Durante estas situaciones no grites, no te enfades y no actúes precipitadamente. Olvídate de cancelar permisos dados con anterioridad o de complacer algún antojo con el fin de calmarlo.



2. No trates de razonar con tu hijo cuando esté enfadado o en medio de un berrinche

Justo cuando esté en medio de esta situación no trates de calmarlo precipitadamente. Piensa que si a un adulto le cuesta controlarse cuando está enfadado, a un niño le costará más.

Esta es la parte más compleja de lidiar con un niño enfadado. Espera a que la tensión disminuya con un poco de tiempo . Más tarde podrás hablar sobre su comportamiento e intentar razonar con él.

3. Evita retar a tu hijo enfadado

Muchos padres, en especial los primerizos, buscan controlar a su hijo enfadado retándolo. ¡No lo hagas! Toma en cuenta que su enfado llega porque siente que ha perdido el control. Cuando lo retas, siente que está perdiendo más control.

La mejor forma de tranquilizarlo es manteniendo la calma. Evita aumentar su tensión recordando el motivo que lo alteró.

4. No dejes que la situación se vuelva algo físico

Cuando tu hijo está enfadado muchas situaciones pueden salirse de control. En todo momento debes recordar que tú eres el adulto a cargo. Permitir que la escena derive en algo físico es lo último que debes hacer, le estarías enseñando que esa es una forma de solucionar los problemas.

Toma en cuenta que cualquier clase de golpe o agresión física solo alterará más a tu hijo. Una vez que llegas a este punto, el daño causado no se soluciona con un simple “lo siento”. La confianza que tu hijo tiene en ti puede verse afectada.

5. Deja que tome un respiro

Un hijo enfadado no agradecerá que le hables e insistas en que ha hecho mal algo. Es mejor darle un espacio de tiempo para que se tranquilice.

Permítele hacer cualquier actividad que lo calme. Cuando esté tranquilo escúchalo para entender la razón de su enfado . Luego, explícale que su actitud fue incorrecta y las razones. 

6. No te congeles

Algunos padres, en especial las madres y padres primerizos se congelan cuando su hijo está enfadado. No saben cómo reaccionar ante los gritos, las quejas y los berrinches. En este punto es importante que te mantengas firme.

Por ejemplo, si tu hijo se ha enfadado porque no le compraste un juguete, no debes cambiar de postura. Hacerlo solo servirá para demostrarle que una pataleta es suficiente para tener lo que desee.

Si vas en la calle y de pronto se tira en el suelo, de forma firme y segura dile que debe continuar. En caso de que insista, dile que no es negociable la decisión tomada y que debe continuar. Si tu pequeño decide no obedecer, prueba con dar unos pasos. Al ver que no cedes entenderá que el control lo tienes tú y te seguirá.

7. Crea reglas y cúmplelas

Que tu hijo conozca las tareas y responsabilidades que le corresponden, y sobre todo si han sido planeadas y llevadas a consenso, resulta una buena estrategia. Las tendrá presentes y en todo caso se las estarás refrescando cada tanto.

Ahora bien, es básico que hagamos el esfuerzo de cumplirlas y de hacerlas cumplir. Sugerir, persuadir, convencer, hacen parte de mecanismos de comunicación sofisticados que, basados en el lenguaje, le dan fundamento a la inteligencia emocional.

“La familia, considerada como el contexto básico de desarrollo humano, es quien tiene la acción socializadora del niño o niña en primera instancia; a través del modelamiento y del tipo de comunicación que se establece dentro de ella, busca llevar a cabo el alcance de metas y pautas comportamentales vinculadas por medio de dos acciones: control y afecto.”

Henao, G., & García, M.

Por otro lado, procura hacer visible una suerte de código de convivencia, consolidado por la experiencia cotidiana, y que proscriba:

  • Los golpes a las puertas.
  • Los gritos.
  • Los dispositivos móviles en la mesa del comedor.
  • La TV en las habitaciones de los niños.
  • Respetar las siestas y horarios de sueño nocturno…

Entre otras muchas cosas, según cada familia.

8. Liberar adrenalina

Hazte una lista de opciones para liberar energía, mucha de la cual está contenida en el enojo. Para ayudar a tu hijo enfadado convídalo a hacer ejercicios, a brincar o correr; o mejor, a bailar. Lo que se busca es que drene y canalice la fuerza en otra dirección.

La expresión corporal ayudará a aliviar tensiones pues la música y el movimiento tienen un inmenso valor terapéutico. Andar, saltar, correr o lanzar, expresan sensaciones y emociones, que no son más que interacciones provocadas por factores objetivos y subjetivos con una respuesta neuro-hormonal.

Nos toca a los padres canalizar y redirigir, pues esta comprobado que la Expresión Corporal aumenta el bienestar psicológico y corporal al experimentar el placer del movimiento expresivo.

9. Actividades físicas y deportivas

Comprobada la efectividad de la actividad física, guíalo para que se inscriba y participe en equipos deportivos de su comunidad. Además del ejercicio, la disciplina de grupo lo ayudará a controlar sus emociones.

Seguir las instrucciones de entrenadores e instructores pone a prueba su capacidad de aceptar y cumplir directrices. Ello en un clima de juego en el que todos los niños entre sí se estimulan a trabajar unidos y dar lo mejor para vencer.

10. Asegúrate de que duerme lo necesario

Cuando el niño no ha dormido, su ánimo se resentirá. Influirá también, negativamente en su rendimiento escolar, tendrá déficit de atención e hiperactividad y modifcará sus relaciones sociales con episodios frecuentes de irritabilidad, y cambios bruscos de humor.

No descuides sus horas de sueño y entre las pautas cotidianas, las horas de descanso deben ajustarse al ritmo circadiano.

11. Aprender a nombrar las emociones

Muchas cosas se comprenden una vez que tienen nombre, pero lo difícil es aprender a nombrar las emociones. Los adultos a veces nos quedamos mudos ante la pregunta de qué nos pasa, sencillamente porque no lo sabemos; y, para explicarlo recurrimos a rodeos hasta dar con algo que se parezca a lo que sentimos.

En el niño acontece igual, con el agravante de que está empezando a conocer sus emociones y a manejar el lenguaje. Acompáñemosle en esta aventura que es cognitiva y sentimental.

Es eso precisamente lo que se conoce como inteligencia emocional: la capacidad de reconocer nuestros sentimientos, los de los demás, manejar de manera adecuada las relaciones con los otros y nosotros mismos.

Y como dice Judit Arestélos niños sienten mucho, con mucha frecuencia e intensidad. Nuestra tarea consiste en ayudar a reconocer estas emociones, analizarlas y regularlas para darles la intensidad e importancia óptimas en cada situación concreta de la vida del niño. Es decir, ayudar a que el niño sea capaz de autorregularse en cada situación”.



12. Reconocer los logros

Los niños exigen atención y la necesitan para sentirse queridos y protegidos. Una manera de lograr que los atiendan es haciéndose sentir con fuerza. Sus gritos e iracundia, son una forma de decir que están presentes y que deben ser oídos.

Para reconducir este potencial y ayudar a tu hijo enfadado, ofrécele alternativas para que su naturaleza y su ser se expresen creativamente. Dibujar, cantar, bailar son formas lúdicas. Felicítalo y estimúlalo.

Otra, con el plus de cultivar su espíritu de colaboración, es organizar jornadas de orden y limpieza en el hogar, con tareas específicas y adecuadas para cada quien. La valoración y el estímulo al logro no pueden faltar.

13. Ser flexibles y firmes

La madurez es un proceso de adaptación, de comprensión de los límites y las capacidades. Asumir con madurez la crianza es aceptar que tu hijo está creciendo y aprendiendo a interactuar con su entorno.

Es aceptar que el mundo es complejo y la realidad se impone con sus horarios, responsabilidades y deberes. El niño poco a poco se irá dando cuenta de esto, en especial si sabemos transmitírselo sin agobiarlo.

Ahora bien, en función de estas presiones, es importante que las pautas, horarios, dinámicas acordadas estén sujetas a cambios. De modo que tu hijo entienda que, pese a los imprevistos, se sigue un plan que garantiza la armonía y el bienestar de la familia.

Finalmente

De acuerdo a los principios de la parentalidad positiva ayudar a tu hijo enfadado pasa por:

  • Propiciar un entorno educativo estructurado en rutinas y hábitos, a través de los cuales se transmitan de modo flexible normas y valores.
  • Promover estimulación, apoyo y oportunidades de aprendizaje.
  • Reconocer los logros y capacidades de tu hijo.

Aprender a lidiar con el enfado no es sencillo a ninguna edad. Aplica estas estrategias y verás que tu hijo aprende a seguir las reglas y criarás a un adulto responsable.


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