Desde que un niño nace, sus padres hacen todo lo posible para mantenerlo a salvo, para hacerle sentir amado y procurar que disfrute de su infancia. De este modo, algunos adultos pueden focalizarse tanto en los infantes que olvidan la importancia de su propio bienestar. Sin embargo, la infelicidad de los padres afecta a los hijos mucho más de lo que puede parecer a simple vista.
La infelicidad de un padre o de una madre puede provenir de diferentes vías. Tal vez la relación de pareja ya no funciona, pero ambos progenitores continúan juntos “por el bien de sus hijos”.
Quizá alguno de ellos padece alguna enfermedad o trastorno como la depresión o simplemente no se sienten satisfechos con su vida. Estos estados internos afectan al ambiente en el hogar, a su actuación como padres y al ejemplo que proporcionan a sus hijos, influyendo en su bienestar de diversas maneras.
La infelicidad de los padres afecta a los hijos de distintas formas
Todos somos conscientes de que presenciar gritos, peleas y discusiones es perjudicial para el desarrollo emocional de los menores. Sin embargo, existen otros tipos de infelicidad aparentemente menos visibles, pero con impacto igualmente relevante.
Los niños son muy sensibles y perceptivos y logran captar fácilmente los estados emocionales de sus adultos de referencia. Por ello, aunque trates de ocultarle a tu hijo tu desdicha, de igual forma estará haciendo mella en su psique en desarrollo. A continuación, te mostramos por qué.
Culpa y ansiedad
Pese a que los niños pueden percibir la infelicidad de los adultos, no siempre pueden comprender a qué se debe. Lo más común es que deduzcan que ellos son los responsables, que han hecho mal y por ello sus padres están enfadados o disgustados. Esto puede generarles grandes sentimientos de culpa y baja autoestima.
Además, los infantes necesitan adaptarse al medio y ganarse la aprobación de los adultos de los que dependen. Por lo mismo, pueden sufrir una gran ansiedad al tratar de modificar el estado de ánimo de sus padres sin lograrlo, o verse obligados a actuar de un determinado modo para no empeorar la situación. Cuando este estrés es sostenido y su organismo se mantiene liberando grandes cantidades de cortisol, pueden aparecer incluso problemas de salud relacionados.
Habilidades parentales deficientes
Las habilidades parentales son todas las actuaciones paternas encaminadas a buscar el bien superior del menor. Estas incluyen establecer un buen vínculo de apego, estimular su desarrollo, protegerlo y atenderlo. Sin embargo, cuando una persona no es feliz, no se encuentra en las mejores condiciones para ocuparse de nadie más.
Por ejemplo, se ha encontrado que las madres que padecen depresión son menos sensibles a las necesidades de sus hijos y no responden a ellas adecuadamente. La relación entre ambos se ve afectada y los niños experimentan carencias en cuanto a la atención y al afecto.
Ejemplo inadecuado
Por otro lado, ten en cuenta que tú, como madre, eres uno de los principales modelos de comportamiento para tu hijo. Él se fija en ti a la hora de aprender a relacionarse con el mundo; observa tus reacciones, conductas y actitudes e interioriza tu forma de pensar, sentir y actuar haciéndola propia. Si eres infeliz y no abordas adecuadamente las circunstancias que causan tu desdicha, estarás aportando un ejemplo inadecuado.
Por supuesto que los adultos también sienten tristeza, ira o frustración, y está bien que los niños lo vean, pues ayuda a normalizar esas emociones. Sin embargo, es importante que te hagas responsable de ti misma y tomes las medidas adecuadas para mejorar tu bienestar, como acudir a terapia, terminar la relación de pareja si resulta dañina, fortalecer tus relaciones sociales… Procura ser un ejemplo de afrontamiento positivo para tus hijos en lugar de una muestra de pesimismo y abandono de ti misma.
La importancia de manejar adecuadamente la infelicidad de los padres
Aunque seas madre, eres un ser humano y aún tienes derecho a sentir dolor, decepción y cualquier otra emoción negativa. Sin embargo, si no deseas que esto llegue a afectar a tus hijos, es importante que aprendas a gestionarlo.
En primer lugar, aclárales que ellos no son los responsables de tu estado de ánimo, que eres adulta y ellos no deben preocuparse por cuidar de ti. Y, por otro lado, trata de buscar los recursos que necesites (psicológicos, emocionales o sociales) para revertir esa situación de infelicidad. Si tus hijos te ven afrontarlo adecuadamente, aprenderán una valiosa lección.
Bibliografía
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