5 consecuencias de educar humillando

En ocasiones, nuestros niños se salen de control y nos sentimos desbordados. Antes de actuar, lee estas 5 consecuencias de educar humillando.
5 consecuencias de educar humillando
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 28 marzo, 2022

Los niños no vienen con un manual de instrucciones, y hay situaciones en que los padres nos sentimos desbordados. Cada uno trata de hacer lo que considera que es mejor para su hijo, pero es importante que nos detengamos un momento a pensar en las consecuencias. Educar humillando no es una opción. 

Educar humillando

Humillar consiste en denigrar a una persona, pasar por encima de su dignidad como ser humano. Este es el punto que nunca debemos olvidar: nuestros hijos son personas. Aunque dependan de nosotros en muchos aspectos, no son objetos de nuestra propiedad y, por tanto, no tenemos derecho a vulnerar su honor ni a tratarlos sin respeto.

Todavía hoy en día muchas familias recurren al poder y a la autoridad para educar. Seguramente se trate de adultos que recibieron este mismo tipo de crianza; es lo que conocen y lo consideran natural. Probablemente consideren que a los niños hay que disciplinarlos y que para esto es necesario firmeza, mano dura y jerarquía.

Muchos padres consideran, incluso, que pegar a los hijos en ocasiones es necesario. Otros, en cambio, no están de acuerdo con estas prácticas pero se les escapa la mano o el insulto al encontrarse en situaciones que los desbordan.

Consecuencias de educar humillando.

Hemos de tener claro que estos actos no educan en absoluto; son solo un desahogo para el descontrol emocional que siente el adulto en ese momento. Un cachete o un insulto no le enseñan al niño por qué está mal lo que ha hecho ni cómo hacerlo mejor. Únicamente le generan sentimientos de indefensión y de poca dignidad.

Ponte en su lugar

La forma más gráfica de expresar la situación es trasladarla a nuestra propia persona. Imagina que derramas algo en casa y tu pareja comienza a chillarte, insultarte y repetirte lo torpe que eres y que no se te puede dejar hacer nada. ¿Cómo te sentirías? Imagina ahora que llegas tarde al trabajo y tu jefe, para que aprendas, te golpea. ¿Te parecería aceptable? ¿Realmente aprenderías algo bueno?.

Si todos tenemos claro que esto resulta inadmisible entre adultos, ¿por qué lo contemplamos como una opción ante los niños?. Ellos sienten la misma vergüenza, ira y temor que nosotros. A ellos también les confunde esta falta de coherencia. ¿Por qué los adultos de su vida pueden gritar, pegar e insultar y a ellos no se les permite?

Consecuencias de educar humillando

  1. La educación basada en el poder y la autoridad no funciona a largo plazo. Puede que en ese momento sea efectivo para lograr que tu hijo se someta y obedezca, pero no está realizando ningún aprendizaje. No le estás transmitiendo ningún valor, y es muy probable que se genere en él rebeldía, ira o necesidad de venganza.
  2. Tu hijo será más propenso a humillar a otras personas. Tú eres su modelo principal de conducta. De ti estará aprendiendo que humillar a otras personas está bien y contará con ello como una estrategia personal para relacionarse.
  3. Destruye el vínculo. Al criticar, gritar o herir de forma asidua a tu hijo estás destruyendo su confianza en ti y generándole una herida emocional. No te verá como un aliado o un consejero, sino como una fuente de dolor.
  4. Destroza su autoestima. Estos actos generan en el niño sentimientos negativos hacia sí mismo. Se verá poco capaz, poco digno y poco valioso. Se sentirá bloqueado ante numerosas situaciones y puede, incluso, desarrollar ansiedad o depresión.
    Consecuencias de educar humillando.
  5. Crea profecías autocumplidas. Si constantemente le dices a un niño que es estúpido, muy probablemente obtendrá malas calificaciones. Igualmente, si le repites sin cesar lo torpe que es, seguramente nunca destacará ni disfrutará del deporte. Tus palabras programan la mente de tu pequeño. Si le repites que es un inútil, esto no le motivará a “portarse mejor”, sino que le hará creer que realmente es un inútil.

El respeto es la clave

Por tanto, y a modo de conclusión, para educar niños sanos y felices, lleva siempre el respeto como bandera. Ponle límites claros y coherentes y, si falla, corrígelo desde el cariño y la calma.

Sobre todo, pon énfasis en comprender por qué se ha portado así y en explicarle con amor por qué algo está mal y cómo te gustaría que se comportase. Céntrate en lo positivo, convéncele de que es tan bueno y tan capaz que se le grabe en la mente y no sienta deseos de contradecir esa creencia.


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