Cualquier familia atraviesa por momentos de estabilidad y de inestabilidad. Estos procesos pueden desatar verdaderas crisis que, en ocasiones, modifican profundamente la estructura familiar interna. El concepto universal y característico de la familia es de unión, convivencia y apego entre sus miembros. Sin embargo, hay circunstancias en las que estos no son los principales factores que la caracterizan.
La vinculación familiar es la inclusión de un miembro en el seno de la familia, con todo lo que esto abarca: admisión, alojamiento e incorporación. Esta inclusión implica la aceptación de que ese miembro es parte de la estructura familiar.
En el lado opuesto se encuentra la desvinculación familiar, que supone el alejamiento o la exclusión de un miembro de la familia, la misma que puede deberse a diferentes motivos.
La desvinculación puede estar ligada a las distintas etapas del ciclo de la vida familiar o a circunstancias críticas como problemas de salud, escasez de recursos o ruptura en las relaciones familiares. A continuación, veremos algunos elementos para conocer mejor lo que es la vinculación y la desvinculación familiar.
La vinculación o inclusión familiar
La vinculación o inclusión de nuevos miembros en la familia marca el inicio de una nueva etapa en la vida familiar. Es importante aclarar la diferencia entre lo que se conoce como familia ‘verdadera’ y la familia ‘legitimada’.
La familia verdadera o real está referida a los vínculos de parentesco, principalmente aquellos consanguíneos. La familia legitimada, por su parte, se sustenta en la pertenencia.
Un nuevo miembro que está en vías de inclusión suele provenir de otra familia ‘real’, y llega para ocupar un espacio que será legitimado en esta nueva familia que lo acoge. Este nuevo integrante aporta a la reestructuración de la familia y llega con su propia historia; es el caso, por ejemplo, de una adopción.
Este proceso de vinculación puede ser difícil para ciertas familias que, a menudo, necesitan de ayuda profesional. No olvidemos que puede tratarse de una circunstancia emocional de cierta complejidad.
Desvinculación familiar estructural
Cuando se produce el distanciamiento reiterado o persistente dentro de una familia podemos hablar de desvinculación estructural. Es el caso, por ejemplo, de lo que se conoce como familias desacopladas, multiproblemáticas o disueltas.
En estas familias el abandono y su alternancia con la permanencia son la regla general. En esta situación se encuentran, por ejemplo, las familias donde existe un abandono parental temprano.
Cuando un niño se encuentra en situación de riesgo y esta situación se vuelve evidente para el entorno social o institucional, puede ocurrir que se decida su alejamiento de la familia. El menor suele ser alojado en un hogar sustituto o en alguna institución de acogida.
En caso de que un adulto haya cometido algún hecho grave contra su propia familia, este también puede ser desvinculado de forma provisional o definitiva.
Desvinculación familiar transitoria: las fugas
Durante la adolescencia, puede ocurrir la desvinculación como un episodio abrupto como consecuencia de una fuga. Esta implica una ruptura en la convivencia de una familia que, probablemente, hasta ese momento, era estable. En esta categoría no se incluyen las fugas de corta duración, como aquellas de pocas horas o días.
La fuga es una característica de precipitación de la emancipación de un hijo. Esta emancipación se realiza mediante una separación difícil y no mediante una negociación, como ocurriría en condiciones normales.
Desvinculación conyugal y familiar
En caso de separación o divorcio, el miembro de la familia que dejó el hogar puede mantener un contacto regular, principalmente con sus hijos o, por el contrario, llegar a desentenderse totalmente del contexto familiar. Cuando se dan estas situaciones, no solo existe una desvinculación conyugal, sino que también se da una desvinculación parental y familiar por el cónyuge que dejó el hogar.
En la práctica, el divorcio conyugal en ocasiones implica también un divorcio parental. Es posible que ese cónyuge que se autoexcluya y se desvincula de su familia haya sido durante el matrimonio un miembro familiar ausente. Incluso, en muchos casos, puede que haya ejercido parcialmente la función parental o que la haya delegado totalmente.
¿Cómo abordar profesionalmente la desvinculación?
Los profesionales deben abordar con mucho cuidado el tema de la desvinculación familiar, a fin de no incrementar la crisis y profundizar el distanciamiento de algún miembro de la familia. Más que cuestionar la desvinculación, se requiere un trabajo sobre la generación de acuerdos que sean coherentes con la situación real de distanciamiento físico o de relación.
Bibliografía
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