Teorías explicativas del desarrollo afectivo

Hablamos en este artículo sobre las teorías y autores más destacados que estudiaron en profundidad el desarrollo afectivo en los bebés.
Teorías explicativas del desarrollo afectivo
Leticia Martín Enjuto

Revisado y aprobado por la psicóloga Leticia Martín Enjuto.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 17 abril, 2024

A lo largo de la historia muchos investigadores han estudiado e intentado dar una explicación a los procesos de evolución y desarrollo del ser humano. Así, han surgido diferentes postulados que buscan describir cómo ocurre parte del desarrollo emocional desde los primeros años de la infancia.

En este artículo se presentan los autores más destacados que han legado teorías explicativas del desarrollo afectivo y que pueden ayudarte a comprender mejor el proceso de maduración emocional de tu hijo.

El desarrollo afectivo visto desde distintas teorías

Los niños nacen con una serie de reflejos como el de succión, la sonrisa, el llanto… La finalidad de estos es provocar ciertas respuestas en su madre o en sus cuidadores, para mantener la proximidad y estrechar lazos. Estas conductas, que son las primeras manifestaciones afectivas del bebé, forman parte de un subsistema conocido como tónico / emocional-afectivo, de acuerdo a la revista Verdad Activa.

En dicha publicación se destaca la importancia del llamado «diálogo tónico», ese intercambio corporal de información —piel a piel— entre la madre y el bebé. Estos vínculos iniciales y la calidad de los mismos determinarán, en buena medida, la evolución y desarrollo emocional del niño.

Sus investigaciones han quedado recogidas en las teorías explicativas del desarrollo afectivo. A continuación, exponemos algunas de las más influyentes.



Teoría del apego de John Bowlby

Bowlby, psiquiatra y psicoanalista londinense, formuló la teoría del apego. Sus investigaciones, en orfanatos, con niños víctimas de la Segunda Guerra Mundial, demostraron la importancia de crear lazos afectivos seguros entre los niños y su madre o cuidadores, siendo una necesidad primordial del ser humano. Así lo reseña este estudio de la revista Pediatría Atención Primaria.

En efecto, su fundamento teórico establece que el estado de seguridad o ansiedad que experimenta el niño viene determinado por la respuesta del adulto con el que se da el vínculo afectivo. Este se irá transformando, según distintas fases:

Preapego (de 0 a 6 semanas)

En esta fase, el bebé responde a los estímulos del medio mediante reflejos innatos (sonrisa, llanto, mirada…). Busca atraer la atención de sus cuidadores. Aunque todavía no ha establecido apego completo, sí manifiesta una preferencia hacia la voz de su madre (o en su defecto, a su cuidador), respecto de otras personas.

Formación del apego (de 6 semanas a 6 meses)

Las conductas y respuestas del bebé tienen una mayor orientación hacia la madre. Sonríe, balbucea y sigue a su madre con la mirada. A pesar de ello, no muestra ansiedad por la separación cuando la pierde de vista. Pero sí le enfada la pérdida del contacto humano.

Apego (de 6 meses a 1 año)

El vínculo afectivo entre la madre y el niño es evidente. En esta etapa, el pequeño muestra ansiedad y enojo ante la separación de su madre. Sobre los ocho meses, el bebé comienza a rechazar a otras personas próximas de su entorno. Solo se calma con la presencia y los arrullos de su madre. Por eso, en esta fase, lo esfuerzos del niño van enfocados a atraer la atención y presencia materna.

Formación de relaciones recíprocas (de 24 meses en adelante)

En esta fase aparece el lenguaje y la capacidad de representación mental. Así, el niño es capaz de anticipar y predecir el regreso de su madre cuando esta está ausente, reduciendo su ansiedad por la separación. El pequeño comprende que su madre regresará en cualquier momento.

Una vez finalizadas estas fases, el niño habrá establecido un vínculo sólido, por lo que ya no necesitará buscar de modo constante a su progenitora, pues sabe que aparecerá cuando lo necesite.

Desarrollo afectivo según Jean Piaget

A Piaget se le conoce más por sus estudios sobre el desarrollo cognitivo. Sin embargo, el desarrollo afectivo, según él, es paralelo al desarrollo cognitivo. Estos dos tipos de desarrollo se corresponden tanto entre sí, que resultan indisociables y relevantes en la vida del niño.

Ambos, afectivo y cognitivo, buscan la adaptación al medio y avanzan desde el egocentrismo a la socialización. Conozcamos sus etapas.

Periodo sensoriomotor (de 0 a 2 años)

La afectividad y la inteligencia se manifiestan en los deseos del niño de explorar, manipular y experimentar. Busca lo que le agrada y rechaza lo que le desagrada. Comienza a relacionarse con el medio y aparecen las primeras manifestaciones afectivas.

Periodo preoperacional (de 2 a 7 años)

Desde la perspectiva piagetiana, aparece la capacidad de representación. El niño es capaz de pensar simbólicamente. Este pensamiento es intuitivo, es decir, se basa en emociones y sensaciones. No es capaz de adoptar el punto de vista de los demás (lo que se conoce como egocentrismo).

La adquisición y el afianzamiento del lenguaje permiten al niño verbalizar sus emociones y sentimientos. Experimenta los primeros sentimientos de antipatía o simpatía hacia las personas.

Periodo de operaciones concretas (de 6 a 12 años)

Aparece el pensamiento lógico y, en palabras de Piaget, el niño se convierte en un «científico intuitivo», capaz de situarse por medio de hipótesis y deducciones en el mundo de lo posible y no solo de las situaciones concretas, de acuerdo a esta tesis desarrollada en la Universidad de Oviedo.

En esta etapa el niño ya es capaz de considerar otros puntos de vista. Tiene la capacidad emocional de diferenciar entre sus necesidades y las finalidades de las mismas; entre lo que desea y el deber. Las relaciones sociales comienzan a tener mayor importancia y, poco a poco, desarrolla su personalidad.

Periodo de operaciones formales (de 12 años en adelante)

Esta etapa representa el nivel más elevado del desarrollo cognitivo. La vida afectiva se afirma por la doble conquista de la personalidad y su inserción en la sociedad. El adolescente ya es consciente de su naturaleza social y de que necesita el afecto y el cariño de los demás.

Henry Wallon y el niño como ser social

Médico, psicólogo y pedagogo, investigó las etapas del desarrollo infantil temprano, el desarrollo emocional y qué papel juegan las emociones en el establecimiento de las relaciones sociales Su aporte a las teorías sobre el desarrollo afectivo, según leemos en la revista Universitas Psychologica, considera que el niño es un ser social desde que nace y, por lo tanto, la clave está en la interacción con los demás.

Según el psicólogo francés, se deben combinar para el desarrollo del niño los aspectos motores, afectivos, cognitivos y psicomotrices. Todos ellos son importantes, a su vez, para desplegar las emociones, la percepción, el pensamiento y el lenguaje.

Asimismo, centra su planteamiento en cuatro elementos que explican la evolución psicológica del niño y que construyen la personalidad: las emociones, el otro, el medio, que puede ser físico, biológico y social, y el movimiento.

Este psicólogo francés parte de que el niño atraviesa una sucesión de estadios en relación dialéctica e interdependiente con el entorno, en un proceso de fases que se alternan con momentos de crisis. Veámoslo en detalle.

Estadios del desarrollo de la afectividad según Henry Wallon

Para este autor la adaptación y acomodación a lo real forma parte de un concepto de inteligencia que fusiona los apetitos, las repulsiones, las disposiciones afectivas y las actitud es y movimientos que de ello derivan. 

  • Impulsividad motriz (0-6 meses). El bebé muestra sus emociones para satisfacer sus necesidades básicas y, así, fabrica una simbiosis afectiva. Con el objetivo de cubrir esas necesidades, establece una comunicación afectiva con sus cuidadores.
  • Estadio emocional (6-12 meses). Se produce una maduración cerebral con influencia en las funciones ejecutivas, como lo refiere esta publicación de la revista Escuela de Ciencias Psicológicas. Gracias a esta maduración, el bebé pasa de ser biológico a ser social. Busca la presencia de sus cuidadores, que supone, en sí misma, una necesidad.
  • Estadio sensoriomotor (1-3 años). Además de las relaciones con las personas y lo que lo rodea, también establece relaciones, incluso de apego, con objetos de su entorno.
  • Estadio del personalísimo (3-6 años). Es un periodo muy importante en la afirmación y en la construcción del yo, de su personalidad. Se caracteriza por una fuerte necesidad de atención y afecto por parte de los adultos.
  • Estadio categorial (6-11 años). El centro de atención se desvía un poco del adulto y se centra en el mundo exterior. Su conquista y conocimiento del mundo exterior serán el foco de interés.
  • Estadio de la adolescencia (de los 12 años en adelante). Se caracteriza por una contradicción entre lo que es conocido y lo que desea conocer. Surgen conflictos, ambivalencias afectivas y desequilibrios en el ámbito emocional.


Sigmud Freud y la importancia del inconsciente

De acuerdo con este estudio publicado en la Revista Praxis Filosófica, Freud consideró que en la infancia es preciso gestionar el mundo interior, pues ello determinará las conductas futuras. De hecho, son las pulsiones instintivas reprimidas las que, trasladas al subconsciente, retornan una y otra vez, de incógnito y disfrazadas como síntomas de diferentes neurosis. 

Para Freud, la temprana relación del niño con la madre es determinante para su posterior desarrollo socio afectivo. Así, el padre del psicoanálisis plantea los siguientes postulados sobre el desarrollo afectivo en los individuos:

  • Existe un inconsciente dinámico, que pone en movimiento las fuerzas psíquicas.
  • El inconsciente dinámico determina procesos psíquicos, vivencias y conductas.
  • La importancia de las experiencias a temprana edad, según el psicoanálisis, reside en que en los primeros cinco años de la vida se estructuran los fundamentos de la personalidad.
  • Finalmente, para el psicoanálisis, la sexualidad antes que un hecho biológico, es psicosociocultural: no tiene como fin la procreación, el deseo va más allá de la necesidad biológica y la pulsión se coloca en un punto límite entre lo somático y lo psíquico.

De esta manera la teoría freudiana enfatiza los aspectos subjetivos afectivos (interiores, ocultos, no cuantificables y difíciles de determinar) del ser humano dentro de una perspectiva histórica, vinculada a las vivencias pasadas de cada persona. Así lo expone la psicóloga clínica Leslie Arvelo, en su artículo dedicado al psicoanálisis en el libro Psicología. Aportes a la educación y el aprendizaje.

Sobre las teorías explicativas del desarrollo afectivo

De las teorías expuestas que explican el desarrollo afectivo, la que más repercusión ha tenido ha sido la del apego, de Jonh Bowlby. Según este, la díada madre-bebé es un lazo perdurable en el tiempo.

De manera significativa los mantiene unidos en el espacio, a la vez que erige una tendencia a consolidar la proximidad y a fortalecer la sensación de seguridad. Todo ello viene a ser fundamental para un buen desarrollo social, emocional y cognitivo.


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