El síndrome de retraso de fase en adolescentes
Los adolescentes tienen fama de vagos, de noctámbulos y de dormilones. Y seguramente, muchos padres y madres darán fe de que esta reputación la tienen más que merecida. Sin embargo, existen causas que explican esta tendencia tan propia de los jóvenes y que conviene conocer antes de juzgarlos o etiquetarlos. Por esto, hoy queremos hablarte del síndrome de retraso de fase del sueño.
Este trastorno consiste en una alteración del ciclo vigilia-sueño, que lleva a la persona a acostarse y a levantarse al menos dos horas más tarde de lo habitual de forma crónica. Su prevalencia en adolescentes y en adultos jóvenes es mucho mayor que en la población general y por eso, es posible que tu hijo entre en esta categoría.
Los cambios en el sueño de los adolescentes
Antes de considerar el síndrome de retraso de fase, es importante conocer los cambios que se producen en el sueño de los menores al llegar a la adolescencia.
Generalmente, los adolescentes tienen la costumbre de acostarse tarde y también, mostrar dificultades para levantarse a la hora obligada y estar somnolientos durante el horario escolar. También, es común que opten por dormir hasta tarde los fines de semana.
Esto obedece a diversas causas. En primer lugar, existen factores fisiológicos que contribuyen de modo indiscutible, ya que en la adolescencia el inicio de la secreción de melatonina (inductor natural del sueño) se retrasa. Pero además, hay que considerar los factores psicosociales.
A este respecto, los adolescentes pueden encontrar en la noche un momento de mayor libertad. Durante estas horas no se encuentran bajo la supervisión paterna y pueden aprovechar para conversar con sus amigos, utilizar las redes sociales o llevar a cabo actividades que tienen restringidas durante el día.
Por otro lado, logran sentir el control de sus propios horarios y de sus propias decisiones, lo que de algún modo les da esa sensación de independencia y de autonomía que tanto buscan.
Finalmente, es posible que estas horas nocturnas sean el único momento disponible para realizar actividades agradables. Pues durante el día, muchos jóvenes están repletos de obligaciones escolares y extraescolares que no les dejan tiempo libre. Por eso, no dudan en robarle horas al descanso para poder disfrutar del ocio.
El síndrome de retraso de fase
Ahora bien, a pesar de lo anteriormente expuesto, es posible que algunos adolescentes sí sufran del síndrome de retraso de fase del sueño. Como hemos comentado, este se caracteriza por un retraso en la necesidad de ir a dormir y de levantarse. Pero antes de explicarte sus síntomas, permite que te contemos por qué sucede.
Todos los seres humanos seguimos un ritmo circadiano respecto al patrón vigilia-sueño, el cual fluctúa de forma regular cada 24 horas. Esta alternancia se produce gracias a un reloj biológico interno que se sincroniza con los ciclos externos de luz-oscuridad. De este modo, nos entra sueño al anochecer y nos sentimos más despiertos y despejados durante el día.
Sin embargo, en algunas personas (especialmente en los adolescentes) esta sincronización no se produce y hay un desajuste que se mantiene en el tiempo. Su reloj interno se encuentra atrasado y por este motivo, la liberación de melatonina se produce entre dos y cuatro horas más tarde de lo habitual. Es esto lo que produce los principales síntomas del síndrome.
Síntomas del síndrome de retraso de fase
- Problemas para conciliar el sueño en el horario socialmente establecido. El joven puede sufrir insomnio y no lograr dormirse hasta varias horas después de lo adecuado.
- Dificultades para madrugar por las mañanas y sensación de somnolencia diurna. Fatiga y falta de claridad durante la primera mitad del día y una mayor activación hacia las últimas horas de claridad.
- Una vez que se logra conciliar el sueño, se goza de un descanso profundo y reparador, no hay dificultades para mantenerse dormido.
- Si se le permite al joven acostarse y levantarse a la hora que él escoja, las dificultades desaparecen.
- Pese a tener una buena higiene del sueño y mantener unos horarios convencionales durante largo tiempo, no se logra un ajuste. De hecho, es posible que ya durante la infancia estuviera presente esta tendencia a retrasar el ciclo de sueño.
Consecuencias y tratamiento
Si los adolescentes pudiesen escoger libremente sus horarios de sueño, muchas de las consecuencias de este síndrome desaparecerían. Sin embargo, esto no es posible, pues hay obligaciones escolares y sociales que cumplir.
Así, al verse obligados a levantarse pronto (y no poder dormirse temprano) los jóvenes suelen sufrir una importante privación de sueño. Esto puede afectar a su rendimiento escolar y a su funcionamiento diario. A fin de cuentas, acaban por parecer vagos, perezosos o desinteresados.
Por eso, es fundamental buscar un tratamiento que ayude a paliar los síntomas. Una de las primeras medidas a tomar es cuidar la higiene del sueño: establecer horarios fijos para acostarse y para levantarse, evitar el uso nocturno de pantallas y practicar ejercicio de forma regular.
La fototerapia (aumentar la exposición a la luz nada más levantarse y reducirla antes de acostarse) suele dar buenos resultados. Pero si además se combina con la administración de melatonina sintética, puede potenciarse el efecto y lograr que el ciclo vigilia-sueño avance hasta lograr un buen ajuste.
No obstante, es valioso consultar con un médico antes de tomar alguna de estas medidas, para que el profesional establezca el diagnóstico acertado y paute el mejor tratamiento a seguir.
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