Niño difícil, así suele llamarle la gente. Él no comprende el por qué. No le gustan las etiquetas que lo tildan porque lo diferencian taxativamente. Al niño que se le llama directamente ”niño difícil” se siente apartado del resto. Para los ojos clasificadores, el hecho de que sea más revoltoso y ruidoso que los demás lo distingue.
Un niño difícil no es necesariamente opuesto o totalmente distinto a los demás y te vamos a explicar la razón.
Los niños difíciles tienen un temperamento mucho más volátil que otros. Su forma de actuar resulta muchas veces inadecuada. A menudo, son desobedientes, inquietos y ruidosos. Se les tilda de rebeldes y malcriados porque claramente son niños incomprendidos.
¿Pero cuál es la razón por la que estos niños son así? ¿Por qué eligen portarse mal?
Para empezar, estos niños NO eligen portarse mal. Ellos sólo pueden portarse de la forma en la que dictan sus emociones y al no tener las herramientas, recursos y estrategias para manejarlas mejor, las liberan sin más.
Quienes son propensos a colocar calificativos y sobrenombres crueles no comprenden que ese niño necesita amor y comprensión. Más que cualquier otro. Con nuestra atención y afecto podemos ayudarle a salir adelante y a que cada día, su vida sea menos difícil.
Destruye los prejuicios
¿Sabes una cosa? En su interior, el pequeño sabe que no es un niño difícil. Lo que es verdaderamente difícil y complejo es el mundo. Habitar el mismo terreno plagado por tantísimas personas puede ser abrumador.
En un mundo todo es hostil y tan apresurado el niño se siente atrapado en una vorágine. La jungla de concreto les muestra su lado más crudo. A toda prisa ven pasar a los adultos, casi siempre alterados, corriendo por el trabajo y callando sus presiones para quedar mejor ante otros.
Los niños difíciles suelen estar realmente cansados porque no saben qué hacer para lidiar con el mundo. Por eso parece que tienen escasa o nula paciencia.
Nuestros ejemplos cuentan
Definitivamente, el niño que cuesta más trabajo y que en consecuencia demanda más tiempo, es quien más te precisa.
No es bueno aislarse o mantener una postura distante o esquiva con él. Así sólo se consigue ahondar su sentimiento de no poder con todo a su alrededor. Todo lo que este niño requiere imperiosamente es saber que puede contar contigo en cualquier circunstancia. En otras palabras, estabilidad.
Por supuesto, entendemos que el llanto, las pataletas y los berrinches cansan mucho, física y mentalmente. Irritan, molestan y, sobre todo, frustran.
Ten en cuenta que, en un futuro, este niño podrá ser tu reflejo, tus enseñanzas explícitas e implícitas. Si al fijarse en ti sólo encuentra malos hábitos y una conducta igualmente negativa, entenderá que así es como debe ser.
Como a cualquier otro niño, es esencial educarle en valores positivos, quererlo y mostrarle que somos un puerto seguro para ellos. Esto disminuirá en gran parte su inquietud y ansiedad ante su propia falta de control.
En todo momento entiende que la ”dificultad” no es más que una etapa. Conserva la calma, coopera con lo mejor de ti, no te desesperes ni alimentes el caos. Abraza a tu hijo, háblale y mantén siempre el contacto visual. Para él esto es casi tan vital como respirar.
De nada sirve imponerle por la fuerza lo ‘correcto’ si al descuidarnos vamos a dar un mal ejemplo. El niño puede ser el fruto de nuestra propia (de)formación.
En nuestro rol como padres, lo primordial es ayudarle a desarrollar de la mejor manera posible su inteligencia emocional y dotarlo de las mejores herramientas para que pueda ir desenvolviéndose en los distintos entornos y situaciones.
El antídoto para el niño difícil
No basta con desgastarse trabajando para darles todo lo material que esté a nuestro alcance. Lo material nunca es suficiente cuando se trata de la crianza de un pequeño que nos necesita más que a nada en la vida. Una vez más, es el tiempo de calidad es el elemento que trasciende lo material y que le da sentido a esos juguetes que les regalamos para que jueguen.
De nada sirve que llenemos al niño de objetos materiales si al final no vamos a estar con ellos. Si les regalamos un juguete, el niño esperará que juguemos con ellos. A través del juego se refuerzan los lazos afectivos y se crean recuerdos gratos.
El antídoto para el niño difícil es, ni más ni menos que, tiempo de calidad. El tiempo no tiene precio, ni goma para borrar. Todo lo que no le demos a los chicos durante su niñez, no se lo podremos brindar en su adolescencia o adultez.
La paz no puede mantenerse por la fuerza; solo puede lograrse con comprensión.
–Albert Einstein–
El niño que crece casi sin ver a sus padres se siente triste, renegado. Al no percibir la compañía ni interactuar con sus padres, el niño estará siempre triste, solo.
No olvides que todo lo que le otorgues a tus hijos lo conservarán en su corazón como su tesoro más preciado.
Si tu hijo te hace un desplante que acaba con tu paciencia, reflexiona. Detrás de ese cuerpo tan pequeño, una emoción enorme lo excede. Es tu responsabilidad ayudarle a manifestar y gestionar sus emociones, y por supuesto, lo mismo ocurre con las tuyas.
Hay que conocerlos, compartir momentos, alentar sus pasiones, escuchar sus sueños. Básicamente hay que aprovechar al máximo esta etapa de nuestra paternidad.
Paciencia, comprensión, asertividad y el tratamiento indicado, se pueden lograr buenos resultados. Los días difíciles no serán más que un simple recuerdo y el niño lo agradecerá siempre.
MUY IMPORTANTE
Préstale atención a tu hijo, refuérzale las conductas positivas, premia sus logros y mantén el equilibrio. Evita motivarle a que continúe con malas mañas y trata siempre de mostrarle alternativas.
La clave del éxito reside en respirar profundo y mantenernos informados con respecto a las formas de ayudarnos y ayudar al pequeño. Incluso hay que estar atentos a las formas en cómo desarrollar mecanismos de ayudas mutuas en nuestro día a día.
Tu compañía, apoyo y afecto incondicional son su salvavidas en este mundo hasta que aprenda a nadar por sí mismo sin dificultades.
Si tienes dudas respecto a cómo actuar con tu hijo, acude a un especialista.
Bibliografía
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