Queso parmesano en el embarazo: ¿es seguro para ti y tu bebé?

Si el queso parmesano que consumes no ha sido preparado correctamente, podría representar un riesgo de transmitir enfermedades graves al bebé. Te enseñamos qué tener en cuenta al momento de elegir uno.
Queso parmesano en el embarazo: ¿es seguro para ti y tu bebé?
María Patricia Piñero

Escrito y verificado por la nutricionista María Patricia Piñero.

Última actualización: 27 noviembre, 2023

Es acertado investigar acerca de la seguridad de consumir queso parmesano durante el embarazo. Esto es en especial importante porque este tipo de queso se produce con leche cruda, la cual está vinculada a ciertos riesgos de infecciones durante esta etapa de la vida. No obstante, la manera en que se elabora este queso puede reducir el riesgo tanto para la madre como para el bebé.

En este artículo, te proporcionaremos información para aclarar la conveniencia de incluir queso parmesano en tu dieta durante el embarazo. Conocerás cómo identificarlo para asegurar su seguridad, así como otros cuidados que debes tener en cuenta con este queso y los beneficios nutricionales que puede aportar.

Recuerda siempre consultar con tu obstetra sobre la inclusión de ciertos alimentos para garantizar un menú saludable durante el embarazo.

¿Es seguro el parmesano en el embarazo?

Al consumirlo bajo ciertas condiciones, el queso parmesano es seguro durante el embarazo. Lo que se cuestiona es que la leche con la que se elabora es cruda, es decir, no se somete a pasteurización.

Sin embargo, la cantidad de agua que queda en el queso parmesano después de elaborado es muy baja, lo que impide el crecimiento de ciertas bacterias que podrían afectar la salud de la embarazada.

Sin embargo, cuando los quesos tienen un alto contenido de agua y, además, no son pasteurizados, es posible el brote de algunas enfermedades infecciosas que pueden hacer daño tanto a la madre como al bebé. En este grupo se incluyen los quesos frescos «listos para comer», como el ricotta, la mozzarella, el queso fresco de Burgos, el queso de untar, de cabra, entre otros.

Por eso, la pasteurización es un proceso fundamental en la elaboración del queso fresco. La aplicación de calor entre 70 y 90 grados durante unos segundos garantiza la destrucción de bacterias patógenas.

Algunos organismos han reportado casos de listeriosis, una infección producida por la bacteria Listeria monocytogenes. Según un grupo de expertos en la revista Acta Agronómica, esta bacteria es resistente y se adapta a cualquier condición, excepto a un bajo contenido de agua en el producto. Las altas temperaturas y la congelación a menos 20 grados centígrados también la destruyen.

¿Qué tipo de queso es el parmesano?

Como ya mencionamos, el parmesano se elabora con leche cruda y se somete a un proceso de maduración o curado durante un mínimo de 1 año. Durante este tiempo, el queso pierde agua hasta alcanzar un contenido de entre el 26 % y el 34 %. Por esta razón, se clasifica como un queso de «pasta dura» y «madurado».

La Listeria monocytogenes, que puede crecer en diferentes niveles de acidez, en ausencia de oxígeno, en alimentos con altas concentraciones de sal y en refrigeración, no lograría desarrollarse con estos niveles de agua presentes en el queso parmesano.

No obstante, las autoridades de salud exigen un mínimo de 60 días de maduración para considerarlo seguro contra esta bacteria y permitir su comercialización. Además, en la etiqueta se debe advertir que el queso se elaboró con leche cruda, pero que ha madurado al menos durante 2 meses.

¿Por qué proteger a las embarazadas de quesos contaminados con Listeria?

Las embarazadas están dentro del grupo de alto riesgo a la listeriosis, porque su sistema inmune se debilita por los cambios hormonales.

Según la información proporcionada por Elika Seguridad Alimentaria, esta enfermedad puede llegar a ser grave durante el embarazo, ya que la madre puede transmitirla al bebé a través de la placenta, provocando lesiones, abortos o septicemia al nacer, incluso si la madre no presenta síntomas de la enfermedad.

La leche cruda sin pasteurizar y los quesos blandos y semiblandos elaborados con este tipo de leche se encuentran entre los alimentos con mayor riesgo de contaminación por L. monocytogenes.



¿Cómo identificar si el queso ha sido bien madurado?

Si deseas comer queso parmesano y estás embarazada, lo más recomendable es que aprendas a cómo identificar si un queso ha sido bien madurado. Para ello, te invitamos a seguir las siguientes sugerencias.

Etiqueta del producto

  • Revisa los valores de sodio del producto.
  • Confirma la clasificación del queso, que debe ser duro o extraduro.
  • Verifica la etiqueta, donde se describen las características del queso.
  • Observa el contenido de agua, que debe estar en el rango del 26 % al 34 %.
  • Comprueba el tiempo de curado o maduración, que debe ser mínimo de 60 días.
  • Asegúrate de conocer el tipo de leche utilizada en su elaboración, ya sea cruda o pasteurizada.

Sello de autenticidad en el caso del parmesano

  • Verifica la presencia de la fecha de producción en la etiqueta.
  • En el caso del parmesano, busca el sello impreso con la leyenda «Parmigiano Reggiano».
  • Busca la leyenda «DOP» (Denominación de Origen Protegida), que identifica al queso como un producto lácteo de alta calidad.

Características sensoriales que revelan la maduración

  • Para el parmesano de 3 años, esperar un aroma a nuez moscada o uvas secas.
  • Evalúa el aroma, que es fuerte y duradero, variando según el tiempo de maduración.
  • Observa la textura del queso, que debe ser de pasta dura y granular, adecuada para rallar o gratinar.
  • Para el parmesano de 2 años, busca la presencia de cristales blancos, resultado de la descomposición de proteínas hasta aminoácidos libres, responsables del sabor y olor fuerte del queso.


¿Qué otros cuidados hay que tener con el parmesano?

Además del cuidado ante la contaminación por Listeria, hay otras medidas a tener en cuenta en el caso del queso parmesano, las cuales también están relacionadas con su proceso de elaboración. Durante este proceso, el queso se sumerge en una solución con sal marina durante 24 días, lo que aumenta de manera considerable la concentración de sodio.

Asimismo, a medida que este queso se va secando, la grasa láctea se concentra, elevando los niveles de grasa saturada y colesterol.

Los datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) confirman que una porción de 1 onza de queso aporta 335 miligramos de sodio y 4 gramos de grasa saturada, de un total de 7 gramos, junto con 20 miligramos de colesterol. Por esta razón, se aconseja no excederse en el consumo de parmesano.

Una porción de entre 30 y 40 gramos, de 3 a 4 veces a la semana, será adecuada para las mujeres embarazadas, siempre y cuando cuenten con la aprobación de su obstetra y nutricionista.

Además, asegúrate de no consumir la corteza del queso, ya que podría estar contaminada con otros alimentos crudos durante el corte o rallado del parmesano.

Beneficios nutricionales del parmesano

Una porción de 30 gramos de parmesano, según la USDA, puede proporcionar a una mujer embarazada 10 gramos de proteínas, 7 gramos de grasa, 335 miligramos de calcio, 130 miligramos de fósforo, 58 microgramos de vitamina A, 18 microgramos de betacarotenos y 5,5 unidades internacionales de vitamina D. La cantidad de calorías es de 111.

No obstante, es importante estar atenta al consumo de sodio y grasa saturada que podría aportar. Tu nutricionista y el obstetra te indicarán las porciones adecuadas según tu etapa de embarazo y tu condición de salud.

Recuerda

Selecciona un queso parmesano con una fecha de maduración de al menos 60 días y asegúrate de que tenga el sello de control de calidad. Además, verifica que la etiqueta indique la fecha de producción y el contenido de agua, que debe estar entre el 26 % y el 34 %.

La porción a utilizar en la semana debe ajustarse a las indicaciones sobre el consumo de sal proporcionadas por tu obstetra y nutricionista. El distintivo sabor fuerte del parmesano se destaca incluso con pequeñas cantidades en cualquier preparación. Los gratinados o recetas al horno que involucran la aplicación de calor garantizan aún más la seguridad del queso, en especial después de su manipulación.


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