El maltrato verbal es una de las características más recurrentes de violencia infantil. Un hábito, a veces inconsciente, que tienen los mayores para lograr los resultados que esperan de sus hijos.
Es común que muchas personas se sorprendan y escandalicen cuando leen noticias sobre golpes físicos a pequeños. Y tal vez esas mismas personas que se sorprenden ejercen males iguales solo que mediante las palabras.
Este tipo de violencia está arraigada en las diferentes culturas y atraviesa todas las clases sociales. Tal vez cambien las frases o el énfasis, pero las consecuencias son las mismas en el desarrollo de los niños.
Palabras que hieren
Los padres suelen subestimar el valor de la palabra. La forma en que esta golpea en el interior a los niños puede ser igual o peor que una bofetada. Por este motivo, los adultos deben ser muy conscientes de lo que dicen y la manera que utilizan para expresarse.
Enfado, frustración, vergüenza o cansancio son solo excusas que tienen los mayores para tapar el maltrato verbal. Todos los padres en algún momento de la educación pueden tener estos sentimientos, pero la forma de comunicarlo marcará el tipo de reacción que generen. Determinará también la inteligencia de ese receptor en sus relaciones futuras.
“Me arruinaste la vida”, “inútil”, “no sirves para nada”, “enfermo”, “para qué te tuve”, “eres el peor de todos”. Así podemos seguir repitiendo cientos de frases y amenazas que se escuchan a diario en hogares de todo el mundo. Lamentablemente, son las que alimentan la personalidad de los adultos del mañana.
Consecuencias del maltrato verbal
Los gritos y el maltrato verbal pueden generar, a medio y largo plazo, estos efectos en los niños:
- Baja autoestima: los niños se convencen de todo aquello que sus padres le dicen. Al fin y al cabo, ellos son los que saben y están aquí para enseñarles. Es muy poco probable que al crecer puedan creer en sí mismos y en sus capacidades.
- Solitarios y tímidos: el maltrato verbal impacta directamente en las habilidades para sociabilizar. Los pequeños se encierran cada vez más en sí mismos y tienen serios problemas para integrarse.
- Inseguros: ante toda nueva actividad y relación no pueden tomar la iniciativa e incluso tienden a abandonarla. Adquirieron el concepto de no ser lo suficientemente buenos para nada.
- Poca capacidad de reacción: son en su mayoría seres sumisos que acatan las órdenes de sus padres. Si ellos los maltrataban entonces debe ser lo correcto. Tienen altas posibilidades de sufrir otros tipos de abusos y violencia fuera de casa sin capacidad de reaccionar.
- Culpa: crecen con un sentimiento negativo de ser los culpables de todo lo malo que pase a su alrededor. Esta sensación conduce a la paralización e incluso a la depresión.
- Miedo a sus padres: ante cualquier situación que deban afrontar, se sentirán perdidos y solos. No pueden confiar en sus padres por miedo a defraudarlos y ser violentados nuevamente. Muchos incluso vuelven a orinarse en sus pantalones y adoptar otras conductas regresivas.
- Débiles emocionales: Diversos estudios demuestran que niños que han sufrido maltrato verbal tienen más posibilidades de caer en la droga o el alcohol. También suelen tener en la adolescencia graves problemas de conducta y convertirse en delincuentes.
- Violentos: Algunos toman estas conductas como las únicas posibles y repiten la historia con sus propios hijos. Incluso suelen agrandar el espectro de receptores de maltrato a sus pares.
¿Se puede eliminar el maltrato verbal infantil?
Es muy difícil erradicar el maltrato verbal al cien por cien, porque está naturalizado en la sociedad. Generalmente ningún adulto se entromete cuando un padre está regañando a su hijo, con independencia de las palabras que utilice.
Para combatir este tipo de violencia se necesita que todos estemos involucrados en la lucha. Algunos tips para empezar son:
- Ser conscientes de las palabras que se utilizan, aún en los momentos de mayor ira. Se debe entender que los daños psicológicos ocasionados serán peores que el momento que se vive en el presente.
- En el ámbito familiar, estar atentos a las acciones y gestos de otros adultos con los más pequeños. No ser cómplices del maltrato verbal y poner frenos de buena manera; el diálogo siempre es la mejor opción.
- En el ámbito escolar, ser activos y proactivos cuando haya manifestaciones de los alumnos que puedan ser el resultado de hechos violentos.
- En la sociedad en general, difundir responsablemente lo que tantos profesionales intentan enseñar para salvaguardar los derechos de los niños.
Lo importante es no desertar y creer que entre todos podemos construir un mundo mejor.
Bibliografía
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- Arruabarrena, M. I., & De Paul, J. (1996). Maltrato a los niños en la familia: evaluación y tratamiento. Ediciones Pirámide.
- Arruabarrena, M. (2011). Maltrato psicológico a los niños, niñas y adolescentes en la familia: definición y valoración de su gravedad. Psychosocial intervention, 20(1), 25-44. http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1132-05592011000100004&script=sci_abstract&tlng=en
- Stamateas, B. (2014). No me maltrates: cómo detener y poner límites al maltrato verbal. B DE BOOKS.