Por qué enseñar a los niños a regular su diálogo interno

Ayudar a un niño a desarrollar un diálogo interno saludable es asegurarnos de que siempre tendrá a alguien que le recordará lo valioso que es: él mismo.
Por qué enseñar a los niños a regular su diálogo interno
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 23 abril, 2020

Una de las tareas más importantes de educar consiste en enseñar a los pequeños a manejar sus emociones y su mundo interior. Puede parecer una tarea compleja porque los sentimientos son algo abstracto y subjetivo. No podemos verlos ni tocarlos y, por ello es complicado aprender a relacionarse con ellos. Por eso, el diálogo interno es la clave que debemos compartir con los niños.

Cuando somos pequeños, somos como una hoja en blanco, totalmente permeables a la información que recibimos de nuestras principales figuras de apego. Por ello, aprovechemos para sentar en los niños unas bases que los ayuden a lo largo de su vida. Si logramos que interioricen unas actitudes básicas, estaremos allanándoles el camino hacia una existencia feliz. Y, sin duda, el diálogo interno es una de las herramientas más importantes.

¿Qué es el diálogo interno?

La mayor parte del tiempo nuestra mente está pensando en lo que hacemos, lo que hicimos o lo que haremos en el futuro. Y estos pensamientos están compuestos de palabras. Nuestro lenguaje da forma a nuestros pensamientos, de manera que podemos decir que, continuamente, estamos manteniendo un diálogo con nosotros mismos en nuestra cabeza.

Estamos tan acostumbrados a él que, generalmente, nos pasa desapercibido. No somos plenamente conscientes de lo que nos estamos diciendo. Pero, desafortunadamente, muchas veces son mensajes negativos.

Niño contento frente al espejo aprendiendo a gestionar su diálogo interno.

Empleamos nuestro diálogo interno para criticarnos, juzgarnos y recalcar nuestros fallos. “Qué mal he aparcado”; “qué torpe y nerviosa se me ha visto en la entrevista de trabajo”; “no tenía que haber comido tanto, estoy gorda”.

A los niños puede sucederles lo mismo. Sin darse cuenta, pueden adquirir el hábito de hablarse de una forma cruel y dañina. “Hice el ridículo cuando salí a la pizarra”; “soy torpe, se me dan muy mal los deportes“; “qué mal dibujo “; “qué pelo tan feo tengo”.

Todos estos mensajes terminan surgiendo de forma automática y dañándonos desde dentro. Imagina cómo te sentirías si tuvieras a alguien persiguiéndote y haciéndote comentarios crueles todo el tiempo. Pues bien, esto es lo que ocurre cuando no manejas tu diálogo interno.

¿Cómo enseñar a los niños a manejar su diálogo interno?

Sin embargo, este diálogo no es intrínsecamente algo negativo. Si lo regulamos de forma adecuada, puede convertirse en nuestro mejor aliado. Si acostumbramos a un niño a tener un diálogo interno positivo nos aseguraremos de que siempre habrá alguien a su lado diciéndole lo valioso, importante, fuerte e inteligente que es. Y esa persona será él mismo.

Para ello, lo principal es que tú te dirijas siempre a tu hijo de esta forma amorosa, respetuosa y compasiva. La forma en que tú le hables moldeará la forma en que él se habla. Tus palabras serán el ejemplo para su propio diálogo interno.

Pero también es importante enseñar a los pequeños a detectar esos pensamientos automáticos y modificarlos a su favor. Para ello, explícale de forma sencilla qué es el diálogo interno; cuéntale que es esa vocecita que todos tenemos en nuestra cabeza y nos acompaña siempre.

Niño con el pulgar arriba, ejemplo de positividad gracias a su diálogo interno.

Puedes ponerle algunos ejemplos y pedirle que anote en un cuaderno algunos momentos en los que se dé cuenta de esa vocecita. Tal vez, al mirarse al espejo con su camiseta nueva piense: “qué bien me queda” o “qué camiseta tan chula”. Este momento tan sencillo es un ejemplo de diálogo interno.

A continuación, explícale que es muy importante que esa voz diga cosas bonitas, amorosas y amables. Que puede utilizarla para darse ánimos cuando tenga miedo o esté nervioso, y para felicitarse cuando logre un éxito. O, simplemente, puede emplearla para recordarse en cualquier momento que es un niño divertido, valiente, cariñoso…

Un hábito natural

Trata de que lo tome como un juego, que lo convierta en hábito de una manera natural. Para ello, puede ser beneficioso repetir algunas afirmaciones positivas antes de ir a dormir o al levantarse. De esta forma, se irán grabando en su mente y pasarán a formar parte de su diálogo.

Tu niño pasará toda su vida consigo mismo, por ello, es un magnífico regalo ayudarle a que su mente sea un lugar de paz y de amor propio. Que sus pensamientos sean sus aliados y no sus enemigos. Ayudarle desde pequeño a regular su diálogo interno le permitirá gestionar sus emociones de una forma mucho más sana y, sin duda, ser más feliz.


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