El niño vago no existe, tu hijo puede necesitar más atención

Lo que se suele asociar a un comportamiento perezoso podría esconder problemas en el interior de los niños. Prestarle atención a lo que expresan es fundamental.

Hay niños que son etiquetados como vagos, porque no hacen nada o porque se pasan el día sin interés ninguno por nada, apáticos y con pereza. Pero en la mayoría de ocasiones los niños etiquetados como “vagos” no lo son de la noche a la mañana, y es que normalmente se adaptan a un proceso donde los padres suelen estar implicados en que el pequeño acabe teniendo esta actitud ante cualquier circunstancia.

Pero no solo ocurre por este motivo, sino que muchos niños también pueden parecer vagos cuando en realidad solo necesitan más atención de sus padres. Un niño que parece vago en la escuela es muy probable que lo que le ocurre es que pueda presentar dificultades de aprendizaje.

Los trastornos del neurodesarrollo

El doctor José Ramón Valdizán, jefe de servicio de Neurofisiología de la Clínica del hospital Miguel Servet de Zaragoza y de las dificultades del aprendizaje, lo tiene muy claro: el diagnóstico precoz es la clave para poder ayudar a los niños a mejorar la calidad de vida. Y es que cuando un niño parece que es vago, quizá tenga algún tipo de alteración orgánica de origen funcional (neurofisiológico y/o neurobioquímico) del sistema nervioso central y por este motivo se originan problemas neurocognitivos o neuroconductuales.

Trastornos a cualquier edad

Este tipo de trastornos se pueden presentar a cualquier edad en el desarrollo del cerebro y es cuando existe una degeneración, cuando realmente se pueden ver los síntomas más evidentes que se muestran en la vida del individuo. Pero son los niños los que necesitan una atención mayor, puesto que un diagnóstico precoz es crucial para poder asignar el tratamiento adecuado y así mejorar su calidad de vida en todos los ámbitos de su vida diaria.

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Detrás de los problemas específicos de aprendizaje pueden ocultarse trastornos del neurodesarrollo como por ejemplo: deficiencias visuales, deficiencias auditivas, malos hábitos de estudio, alteraciones emocionales, apatía, desinterés o desmotivación, etc.

Todos estos problemas si no se tratan a tiempo harán que los niños que lo padecen no puedan tener un desarrollo y una evolución normal en la escuela, algo que causará problemas en su rendimiento al no poder seguir el ritmo escolar normal.

Tener trastornos no es ser vago

Es por todo esto que resulta prioritario que los padres estén atentos a las posibles dificultades que pueden presentar sus hijos en la vida diaria y en el ámbito académico, porque es necesario valorar las situaciones para que los niños sean atendidos de forma adecuada con el profesional indicado en lugar de ser etiquetado como vago.

Los peligros de etiquetar como vago

Un niño que tiene problemas de neurodesarrollo y los padres no se quieren dar cuenta y etiquetan al pequeño de formas negativas como es llamarle vago, puede tener consecuencias devastadoras para el desarrollo del niño o niña: baja autoestima, desadaptación, pobre concepto de sí  mismo, inseguridad, dependencia…

Un niño que tiene dificultades de aprendizaje lo último que necesitará son etiquetas negativas en su actitud. En cambio, será imprescindible que los padres se preocupen por saber qué es lo que ocurre exactamente y que pueda recibir el apoyo y la ayuda necesaria tanto en casa, como en la escuela como con profesionales de la salud y la educación.

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¡Pero ojo! Una vez que el niño ha sido diagnosticado tampoco se le puede etiquetar con “tdah” o con “tda” o con cualquier tipo de  trastorno para explicar su comportamiento, el diagnóstico solo implica el camino que se debe escoger para poder ayudar y dar el apoyo necesario a los niños y nunca para justificar su comportamiento o para etiquertarle de una forma u otra.

La motivación y la constancia

Así que es necesario que ningún niño sea tachado de vago, resulta crucial que los padres estén atentos a sus necesidades pero que sobre todo que los motiven y les hagan entender que la constancia es la única forma de conseguir buenos resultados, independientemente del diagnóstico que se haya tenido.

Un diagnóstico nunca tendrá que ser usado como etiqueta: “es que mi hijo es hiperactivo, no puede conseguirlo”, sino como algo para saber qué necesita: “mi hijo tiene diagnosticado TDAH así que habrá que buscar la forma de poder responder a sus necesidades y motivarlo ante los aprendizajes”.

Así mismo, si un niño tiene desmotivación o falta de interés a causa de los errores, necesitará comprender que los errores son el mejor camino para poder llegar al éxito. Sin errores no hay forma de aprender, la práctica podrá hacer al maestro.

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