Los seres humanos nacemos especialmente vulnerables en comparación con el resto de especies de nuestro planeta. Para sobrevivir, los bebés y los niños requieren de la presencia y el cuidado de los adultos, los cuales deben atender todas sus necesidades, entre ellas, la del contacto social.
¿Por qué el contacto social se establece como una necesidad en la infancia?
Para poder vivir y convivir con los demás en sociedad, los seres humanos debemos desarrollar la capacidad de establecer y mantener vínculos sociales. Así, tal y como señala Juan Delval, es comprensible que a lo largo de la evolución se hayan seleccionado conductas que favorezcan el contacto con otros seres humanos.
Por ejemplo, el llanto de un bebé se produce como reacción refleja a una sensación de malestar. Aunque realmente no se trata de una llamada o petición directa, debido a la vulnerabilidad del bebé humano, tiene que de haber un adulto en las proximidades que se acerque y procure satisfacer y reconfortar al pequeño.
De este modo, el llanto de los recién nacidos, así como las demandas de ayuda y atención de los niños, y posteriormente la interacción con los demás y que estos reaccionen a los intereses del niño, son algunas de las conductas que favorecen el contacto social.
Una vez que el niño responde a la atención y cuidado de los demás, poco a poco, ese primer contacto social se irá consolidando en relaciones estables con aquellas personas con las que interacciona.
El primer vínculo del niño es lo que se entiende como apego, el cual se establece con la madre o su principal cuidador. No obstante, dependiendo de cómo se haya consolidado este vínculo, el niño habrá mantenido un apego seguro, inseguro, evitativo o ambivalente.
Así pues, entre las demandas que realiza el niño, no solo se encuentran las de carácter fisiológico, como el sueño, el hambre y la sed. Los niños también acudirán a los adultos con la intención de interactuar con ellos, es decir, con la necesidad del contacto social.
Evolución del desarrollo social en los niños
Desde el nacimiento hasta la infancia más tardía, se desarrollan una serie de conductas que favorecen el contacto social entre los bebés y los niños con las personas de su entorno. Delval realiza una relación de los diferentes hitos en el establecimiento de las primeras relaciones sociales.
- La sonrisa social. Esta se origina a lo largo del segundo mes de vida del bebé a raíz de su interés por los demás. En un principio, la sonrisa surgirá debido a estímulos internos, como la sensación de bienestar. No obstante, poco a poco, el bebé empezará a utilizar la sonrisa como un modo de responder a los diferentes estímulos externos.
- Formación del apego. Hacia el año de vida, el infante empezará a estrechar lazos con la madre o su principal cuidador. Se trata del primer vínculo social profundo que establece el individuo.
- Ansiedad de separación. Una vez que se establece el vínculo de apego, se origina este fenómeno, que se produce cuando el niño se separa de su madre o principal cuidador. Es decir, se manifiesta un rechazo por no mantener este contacto social.
- Miedo a los extraños. Aunque los bebés reaccionan de forma adecuada a los desconocidos durante los primeros meses, poco a poco empezarán a manifestar rechazo hacia las personas que no conocen y van a procurar mantener el contacto cercano con aquellos que está empezando a establecer relaciones o incluso apego.
Sobre la necesidad de contacto social en los niños
En definitiva, podemos observar que el contacto social se establece como una necesidad básica más durante la infancia. Sin embargo, es preciso añadir que dicha necesidad del contacto social se constituye como una función para fomentar el desarrollo social y, en suma, establecer relaciones y vínculos con los demás, esenciales para la vida en sociedad.
Bibliografía
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- Delval, J. (1996). El desarrollo humano. Siglo XXI Editores. Mexico.