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5 motivos por los que los niños se portan mal

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Todos tenemos en claro cómo nos sentimos ante las rabietas de los niños. Sin embargo, no siempre indagamos sobre los motivos por los que se portan mal. A veces, es una forma de llamar la atención, pero, en ocasiones, hay problemas más complejos de fondo.
5 motivos por los que los niños se portan mal
Última actualización: 21 marzo, 2023

Como adultos, ¿a quién no le ha tocado alguna vez enfrentarse a una situación en la que hay niños que se portan mal? Por ejemplo, una pelea entre hermanos por algún juguete o un berrinche en el piso. Quizás, tenemos claro cómo nos hemos sentido al respecto, generalmente, entre irritados y con vergüenza. Pero no siempre sabemos cuál es el motivo de esa situación y cómo actuar al respecto. Veámoslo entonces.

¿Qué es portarse mal?

Antes de entender las razones por las cuales nos enfrentamos a los malos comportamientos o berrinches de los niños, debemos precisar qué implica portarse mal. Esto no debe ser igualado con un problema o un trastorno de la conducta. El hecho de desobedecer algunas reglas o de realizar ciertas travesuras forma parte del desarrollo y crecimiento de los niños.

Por supuesto, como adultos, nuestro rol está en orientar y decidir hasta dónde y cuándo. Tal como lo afirma el psicólogo Álvaro Bilbao, hay límites que pueden romperse, puesto que están hechos para experimentar y descubrir qué se puede hacer y qué no, y sus consecuencias. Sin embargo, hay otros que deben ser respetados, y sobre los cuales los adultos deben ser firmes y consistentes. Estos están vinculados con valores y con evitar situaciones que ponen en peligro a los chicos.

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A ciertas edades, es necesario que los niños se porten mal. De hecho, es de esa forma que aprenden sobre los límites, el respeto y las reglas.

Conoce algunos motivos por los que los niños se portan mal

A continuación te contamos cuáles son algunos de los motivos por los que los chicos se portan mal.

1. Desafío a la autoridad

Durante la infancia, los niños ganan autonomía y libertad. Así, empiezan a desarrollar sus habilidades, a conocerse a sí mismos y a ponerse a prueba. Una de las formas de hacerlo tiene que ver con demostrar a los adultos quiénes son, cómo piensan y que «pueden hacerlo solos».

2. Reflejo de la realidad que viven

Los chicos son como esponjas que absorben todo lo que ven y lo que viven. Por eso, si en nuestro propio hogar los recursos que empleamos para resolver conflictos no son los adecuados, ellos tomarán los mismos ejemplos.

3. Cambios en la rutina

Algunas situaciones, como una mudanza, el cambio de escuela o la llegada de un nuevo hermanito a la familia, entre otras, pueden resultar superadoras y desafiantes. Esto le provoca al niño angustia, malestar y desconcierto, por lo cual «portarse mal» es una forma de descargarse.

4. Dificultades en el control de impulsos

Si bien es esperable que a determinada edad los chicos no puedan esperar, en ocasiones, esa imposibilidad de contenerse puede ser más problemática. Son aquellos casos recurrentes en los que los chicos muerden a sus compañeros, les pegan o se golpean a sí mismos. Según la gravedad del asunto, estos casos ameritan la intervención de un profesional para descartar cualquier otro tipo de diagnóstico.

5. Frustración

La frustración es uno de los motivos predominantes, pero aquí también se pueden incluir otras tantas emociones. Muchas veces, los chicos se portan mal cuando quieren algo que no pueden obtener.

Por supuesto, existen múltiples motivos no mencionados que explican por qué los chicos actúan como lo hacen. En todo caso, siempre es conveniente no olvidar quién es ese niño y tener presente su personalidad, el contexto y las situaciones por las que puede atravesar. Solo así podremos ayudarlo, de manera personalizada, con lo que necesita.

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Muchas veces, los niños se portan mal al sentir frustración por no poder conseguir lo que desean. Por ejemplo, las peleas entre hermanos por un juguete suelen ocurrir con frecuencia.

Cómo actuar cuando los chicos se portan mal

Algunas recomendaciones para actuar ante la presencia de un mal comportamiento son las siguientes:

  • Evitar las etiquetas. Debemos descartar aquellas frases como «eres un niño malo» o «contigo siempre lo mismo».
  • Reforzar los comportamientos adecuados.
  • Reconocer sus logros y cuando hacen las cosas bien.
  • Conectar con sus emociones. Hay que apostar por la empatía, ya que a todos nos suceden cosas que nos desbordan.
  • Preguntar qué les pasa, qué necesitan y cómo podemos ayudarlos.
  • Enseñar a respirar como un modo de ayudarlos a relajarse. Emplear consignas divertidas y claras como «te inflas y desinflas como un globo» puede facilitar la práctica.
  • Anticipar lo que va a suceder. Por ejemplo, cuando sabes que la visita al supermercado suele acabar en un berrinche, puedes explicarle que van a ir a hacer las compras y que no podrá obtener todo lo que desea, pero que si podrá elegir algo de su antojo.
  • Ayudar a esperar y a pensar antes de actuar. Esta es una forma de ejercitar el autocontrol.
  • Evitar emplear la manipulación y las amenazas. Debemos descartar las frases del tipo «si sigues así, no te querré más» o «si no te detienes ahora, te quedarás solo»

Nuestras expectativas en jaque

Por último, vale la pena mencionar que, muchas veces, el portarse mal está teñido de expectativas tanto personales como sociales y culturales. Es frecuente que escuchemos frases del tipo «porque en mi época las cosas se resolvían de otro modo» o «con mis padres jamás hubieses podido …». Estas frases tienden a la comparación y se basan en experiencias pasadas. Por lo tanto, muchas veces son descontextualizadas, lejanas a la idea de que los tiempos cambian, al igual que ciertas prácticas y estilos de crianza.

Por eso, debemos ser prudentes cuando pensamos que los chicos se portan mal. Es importante preguntarnos si esto es así o si responde a expectativas desmedidas para la edad o desacertadas para la época. Esto, por supuesto, no quiere decir que no hay algo que debe ser transversal a todos los tiempos: la necesidad de educar con límites, responsabilidad y respeto.


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  • Pinta, S., Pozo, M., Yépez, E., Cabascango, K., & de los Ángeles Carpio, M. (2019). Primera infancia: estudio relacional de estilos de crianza y desarrollo de competencias emocionales. CienciAmérica: Revista de divulgación científica de la Universidad Tecnológica Indoamérica8(2), 171-188.
  • Bilbao, Alvaro (2015) El cerebro del niño explicado a los padres. Plataforma Actual.
  • Greco, C. (2010). Las emociones positivas: su importancia en el marco de la promoción de la salud mental en la infancia. Liberabit16(1), 81-93.

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