Los valores son creencias que nos permiten moderar la conducta para vivir en armonía con los demás. Aquí te presentamos los 5 que no pueden faltar en tu hogar.
La familia es un pequeño grupo de personas que deben convivir juntas aunque los problemas siempre estén a la orden del día. Esto sucede porque cada integrante tiene sus propios intereses, virtudes y defectos. Por lo que ser felices todos es una travesía.
No obstante, lograr una sana convivencia no es imposible. Dependerá de la autoridad, la educación y la negociación. La idea es utilizar estos tres elementos para construir un ambiente grato para todos los que forman parte del conjunto familiar.
Obviamente te preguntarás: ¿Y cómo es que puedo lograr eso? La respuesta es simple: valores.
5 valores para la felicidad familiar
Primero: el amor
Lo primero que nos debe unir a nuestros parientes no es la sangre sino el amor. Los gestos afectuosos son una forma de comunicación que existe entre una pareja de padres y sus hijos.
A través del calor compartido nos identificamos con el grupo al que pertenecemos. Este sentimiento es algo que se siente, pero que también se cultiva. Por eso, los padres debemos acostumbrar a los pequeños a tener una relación cercana, afectuosa y abierta dentro del hogar.
El puro amor no basta. Hacen falta pues otros valores que faciliten las relaciones dentro de este núcleo. Educar en otros aspectos también es garantizar que el afecto y la consideración mutua sean ley en casa.
Segundo: la obediencia
Lejos de lo que algunos piensan, la obediencia no se trata de someter a los pequeños al mandato de los mayores. Hablamos más bien de un respeto a las autoridades del hogar, haciendo entender a los niños el porqué de cada orden o regla.
En este sentido, es la lógica la que deberá regir la relación entre adultos y niños. Para esto es necesario enseñar la razón de ser de cada norma. Por ejemplo, para que un niño tome la ducha con regularidad, es vital explicarle la importancia del aseo.
Y con la orientación también llega la disciplina. Si queremos que nuestros hijos tengan buenas costumbres, debemos dar el ejemplo y exigir. Establecer pautas y horarios es lo mejor para que el niño haga en piloto automático lo que es correcto. Vigilar, premiar o castigar.
Tercero: la tolerancia
Parte importante de vivir en grupo es aceptar lo que somos y también lo que los demás son. Para lograr esto debemos inculcar la tolerancia. Ser tolerantes es entender la existencia del otro, desde su realidad. ¿Te acuerdas de las virtudes y defectos? A eso nos referimos.
Este valor pasa por inculcar una serie de ideas claves: el hecho de que no somos seres perfectos, la realidad de que somos diferentes y la posibilidad de la compasión. Esto último es dar el brazo a torcer y ayudar aun cuando el otro haya cometido una falta.
El truco es identificar los momentos en los que debemos pedir y aquellos en los que debemos dejar pasar algo o perdonar. Recuerda que a veces actuamos bajo presión y eso siempre tiene que ser evaluado. Si tu pequeño aprende eso, le habrás dado una enorme herramienta para la vida.
Cuarto: el respeto
Pero no todo puede ser dejar pasar. La tolerancia es buena en la medida en que es practicada por igual entre los familiares. Si unos son tolerantes y otros no, se abrirá paso el egoísmo y, por ende, peleamos. Para evitar esto el remedio es el respeto.
Respetar es evitar los daños a terceros
El respeto se basa en la idea de que todos tenemos un límite, el cual jamás debe ser transgredido por los demás. Es correcto eso de que “cada uno es como es”, siempre y cuando la acción de unos no dañe a los otros.
Por lo general, cuando no respetamos nos imponemos a los demás y, por ende, ¡no los dejamos ser! Así que la regla máxima es “no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti”.
Quinto: la responsabilidad
Ser respetuosos es ser responsables también con el resto de los parientes. Cuando hablamos de responsabilidad, nos referimos a todo aquello que tenemos que hacer por nosotros y por nuestros seres queridos.
Ser responsables es pensar en que hay un mundo que nos rodea y al cual debemos no solo pedirle, sino también servir. A los chicos hay que explicarles que así como ellos reciben, también deberán dar.
Otros importantes valores de una familia feliz
Los anteriores son solo algunos de los ejemplos más importantes, pero existen otra serie de valores que deben estar presentes en todos los miembros del núcleo familiar para que estos gocen de relaciones saludables y satisfactorias:
Empatía
Este valor nos permite dejar a un lado nuestra perspectiva para tratar de comprender lo que el otro piensa, siente y necesita. Así, al eliminar prejuicios y egos, podremos evitar conflictos y conectar desde la comprensión, la generosidad y el afecto.
Honestidad
Esta es la base de la confianza, un pilar fundamental en las relaciones familiares. Padres e hijos han de ser sinceros entre sí y tener la valentía de expresarse aunque esto pueda resultar incómodo.
Autonomía
La cohesión familiar es importante pero también resulta necesario que en su seno se le permita a cada persona crecer y desarrollarse individualmente.
Perdón
Tanto padres como hijos cometerán errores; por ello, es fundamental saber pedir perdón y ofrecerlo cuando sea necesario. Dejar atrás el orgullo, asumir la responsabilidad y tener la humildad de perdonar cuando es el otro el que falla.
Pertenencia
Saberse parte de un grupo, de algo más grande que uno mismo, es positivo para nuestro bienestar emocional. Las familias que poseen un adecuado sentimiento de pertenencia logran que sus miembros se sientan más fuertes y respaldados.
Gratitud
Valorar y apreciar el cariño, el apoyo y los cuidados que nos ofrecen otros miembros de la familia ayuda a que nadie se sienta despreciado o minimizado y a que todos sean conscientes de la suerte que supone contar con seres queridos cerca.
Los valores de una familia feliz nos sirven para la vida
Estos valores se desarrollan cuando el niño se comunica con facilidad. Este proceso comienza a ocurrir incluso antes de que él inicie su vida escolar y acarrea múltiples beneficios. No solo logra una mayor unión y satisfacción familiar sino que, además, estos valores guiarán a los menores también fuera de la familia, ayudándoles a tener una existencia más plena y exitosa.
Bibliografía
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