Jugar a disfrazarse es un tipo de juego importante que cada niño necesita experimentar. Los niños lo buscan de forma natural. Cuando juegan a disfrazarse están representándose a sí mismos como otra persona. Podrían ser un policía, un panadero, un padre o un perro. Los niños se ponen la ropa, los zapatos, un sombrero o cualquier otra cosa y lo utilizan de apoyo para representar un papel o contar una historia.
Los niños desarrollan ideas sobre el mundo que les rodea cuando se involucran en juegos dramáticos de disfraces. Por ejemplo, cuando un niño se pone un cinturón de herramientas o se coloca los aparatos de un médico está tratando de averiguar lo que supone ir a trabajar.
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Beneficios de jugar a disfrazarse en la infancia
Los niños crecen y se desarrollan a través de los juegos de disfraces. Los que inventan, crean o reciclan les ayudan a reforzar los escenarios de manera que estos rituales tienen profundos efectos positivos en su desarrollo. Jugar a disfrazarse proporciona los siguientes beneficios a los niños:
Fomenta la imaginación
Los niños tienen una gran imaginación. Ellos no están limitados por lo que saben sobre el mundo, sino que sus mentes pueden ir a cualquier parte sin fronteras, tabúes o restricciones. Eso les permitirá hacer conexiones y establecer relaciones impensables para los adultos.
Cuando los niños juegan a disfrazarse arraigan sus historias imaginativas como si fueran realidad durante un breve período de tiempo, lo que les da la oportunidad de explorar las situaciones más a fondo. Por ejemplo, cuando un niño se pone un casco de bombero también practica y experimenta lo que supone ayudar a la gente, el servicio comunitario y la valentía.
Los juegos de disfraces permiten al niño explorarse a sí mismo
Haciéndose pasar por otras personas, los niños experimentan nuevas ideas y comportamientos. Ellos pueden decidir lo que les gusta y lo que no, pueden explorar los elementos de una nueva situación e identificar lo que les gusta y lo que no. En tal sentido, es muy importante dejar que los niños elijan lo que quieren ser.
Mediante el disfraz el niño experimenta sensaciones y vivencias únicas. Surgen sentimientos inesperados y desconocidos. Y algo muy importante, el niño se asume protagonista y le resulta mucho más fácil tomar iniciativas. El disfraz es un artilugio perfecto para fomentar la comunicación y la expresión libre de las ideas.
En sus juegos, disfrazado, el niño puede tomar decisiones importantes en cuanto a su comportamiento o su rol, lo que le ayudará a ir conociéndose a sí mismo poco a poco.
Los juegos de disfraces fortalecen las relaciones
Jugar con disfraces es una gran lección de empatía. Por “vivir” la vida de otra persona, un niño tiene que ponerse en los zapatos de esta. ¿Cómo se sienten? ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Cómo se comportan en determinadas situaciones?
Esto fortalece una habilidad más amplia, que es la capacidad de comprender los sentimientos de otras personas. Por eso los juegos de disfraces ayudarán al niño a aprender a tratar y trabajar con personas en la escuela primero y en sus puestos de trabajo después.
Además, al sentir cosas nuevas e insospechadas, descubre valores que entran en interacción con los otros, estén o no participando directamente en el juego. En efecto, el respeto, el amor, la amistad. Como también, la valentía, el poder de mando, la responsabilidad, son papeles y roles que él actúa, representa y hacen parte momentáneamente de su personalidad.
Jugar a disfrazarse ayuda a establecer la identificación de género
Si bien no hay reglas específicas para la identidad de género, la mayoría de las personas se dividen en categorías típicas. A medida que los niños juegan con disfraces experimentan con diferentes identidades de género y los comportamientos de los personajes.
Por lo general, los chicos suelen ser atraídos hacia los papeles de padres, constructores, héroes y militares, mientras que las niñas suelen sentirse atraídas por los papeles de artistas, madres, maestras y bailarinas. Salirse de esto no es malo, pero sí que permite observar las tendencias e intereses de los niños. Es bastante normal que los niños experimenten con diferentes roles de género a medida que aprenden acerca de sí mismos.
Los juegos de disfraces mejoran la comunicación
Disfrazarse obliga a los niños a experimentar con el lenguaje. Ellos tienen que anticiparse a lo que diría el personaje al que interpretan, lo que incluye expresiones, vocabulario e incluso lenguaje corporal. Esto da a los niños la oportunidad de practicar y experimentar con palabras y frases que no usan normalmente, así como a revisar todo lo que han oído y pensar cómo pueden usarlo.
Palabras que podrían haber escuchado en cuentos o en los dibujos animados cobran vida a medida que las usan para mejorar y ampliar sus recreaciones. Con el tiempo, los niños crean sus propios escenarios en lugar de repetir los que han visto antes y comienzan a practicar con las palabras recién descubiertas en las conversaciones.
Finalmente
La dramatización es otro de los recursos pedagógicos del disfraz. Esta poderosa estrategia vivida con naturalidad y diversión por el niño permite interpretar la realidad a partir de lo observado.
Acontecimientos, quehaceres cotidianos, noticias, poemas, sueños, se convierten en materiales para construir historias, poniendo en relación las capacidades críticas y creadoras.
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