A menudo, se da por hecho de que el instinto maternal es la mejor guía en lo que respecta el cuidado, crianza y enseñanza de los hijos. No obstante, hay quien dice que esto no se trata de una regla. Hay excepciones, como en todo.
Tradicionalmente se consideraba que toda mujer, al ver llorar un bebé, sentía el impulso de atenderlo, saber qué le pasa, y satisfacer su necesidad. A esto es a lo que se le considera, básicamente, como ”instinto maternal”.
Algunos investigadores (tanto científicos como humanistas) afirman que esta acción se trata de un reflejo primitivo del ser humano. En otras palabras, atender al llamado de un bebé y cuidarlo es una forma de preservar la especie.
Las mujeres que sí lo experimentan a plenitud afirman que se trata de un acto reflejo que incluye un alto grado de empatía y que, por ende, abarca: compasión, ternura, bondad, diligencia e, incluso, generosidad. Además, insisten en que se trata de un impulso natural.
De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, en su segunda acepción del término, el instinto se define como: ” Móvil atribuido a un acto, sentimiento, etcétera, que obedece a una razón profunda, sin que se percate de ello quien lo realiza o siente”.
Entonces, el instinto maternal podría considerarse como la inspiración que surge en la mujer respecto al cuidado, protección y apego a su descendencia. Así pues, se trata de un acto desinteresado y cargado de una connotación emocional enorme.
La belleza del concepto
El concepto del instinto maternal es sumamente inspirador para las mujeres. Las ayuda a sentirse validadas, útiles y, sobre todo, capaces. Por esta razón, se considera como un don muy preciado.
Tú eres la persona más preparada en el mundo para atender a tu bebé. Y sí, puedes escuchar y guiarte por las palabras de los expertos en crianza y desarrollo infantil, pero tú tendrás siempre la última palabra. Esto sin duda es algo hermoso, tener la capacidad, como madre de ser flexibles y de sabernos adaptar para buscar lo mejor para nuestro bebé.
Cuando se dice que todo lo que necesita un bebé es a su madre, esto tiene mucha resonancia. Se trata de una afirmación muy significativa que ha sido reconocida por diversas teorías de crianza: Lo único que necesita tu bebé para desarrollarse es ser amado.
¿Y cómo es eso del instinto maternal?
Independientemente de cuándo se sienta el instinto maternal (antes o después de tener un hijo), lo importante es que implica unas ganas de superación que no se limitan al plano individual.
Por otra parte, el instinto maternal despierta la capacidad de amar de una forma única y, ciertamente, inmensa.
Por otra parte, el lugar donde nace el instinto maternal no siempre es el vientre. Muchas mujeres han sentido ese anhelo y amor por sus hijos, incluso mucho antes de tenerlos en brazos. Razón por la cual, se puede decir que el lugar donde nace el instinto maternal es el corazón de la mujer.
¿Es el instinto maternal una guía infalible?
Tu calor, cuidado y cobijo le ofrecen una sensación placentera, parecida a la que experimentaba cuando estaba en el vientre. Por ello, el instinto maternal supone una conexión que va más allá de las necesidades básicas y que, con el tiempo, crea y fortalece vínculos afectivos trascendentales.
Entonces, ¿es el instinto maternal una guía infalible? No. No es infalible pero, sin duda alguna, permite a la madre dar lo mejor de sí y procurar el bienestar de sus hijos a lo largo de la vida.
El instinto de supervivencia humano
Existe evidencia científica de la existencia del instinto de supervivencia humano. No obstante, en el caso del instinto maternal, aún no se ha conseguido evidencia.
Por ello, todo lo que rodea este concepto son hipótesis socio culturales. En otras palabras, el instinto maternal, por los momentos, se trata un constructo social.
Aunque la mayoría de las mujeres sí sienta, incluso antes de ser madres, hay muchas mujeres que, sencillamente, no lo sienten. Esto no quiere decir que tengan un defecto o que les falte algo, simplemente no sienten el llamado de la maternidad.
Cabe destacar que aún si una mujer que no ha sentido ”el instinto maternal” en su vida pero, llegado el momento de cuidar de un bebé (suyo, de un familiar, etcétera) puede hacerlo bien. Asimismo, el hecho de que lo haga bien no implica que desee ser madre.
Cada quien tiene una experiencia y una opinión distinta. Sin conclusiones definitivas al respecto, ninguna opinión puede ser inválida. Y aunque el debate siga abierto y las investigaciones continúen, nada logrará restar belleza ni importancia a este concepto que, sin duda, no deja de inspirar ternura.
Bibliografía
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