La importancia de la serenidad como valor educativo

Promover la serenidad como valor para educar a nuestros hijos es una forma de ayudarlos a enfrentarse y solucionar los problemas y situaciones de la vida de una forma más positiva. Hablaremos más en este artículo sobre la importancia de esto.
La importancia de la serenidad como valor educativo
María Matilde

Escrito y verificado por la pedagoga María Matilde.

Última actualización: 19 febrero, 2020

La serenidad como valor educativo tiene que ver con la posibilidad de educar a nuestros hijos y alumnos para que construyan una personalidad sólida. Una personalidad que les permita actuar con fortaleza y con calma en todas y cada unas de las situaciones cambiantes y complejas que vivimos en nuestros días.

¿Qué es la serenidad?

La serenidad es una característica que poseen cosas o personas que están o son serenas. Y el término ‘sereno’, por su parte, se utiliza como un adjetivo para calificar a quien se encuentra tranquilo o relajado.

Con lo cual, la serenidad tiene que ver con el carácter de alguien, es decir, una persona puede poseer un carácter sereno. Pero, a su vez, la serenidad hace referencia a una capacidad que puede ser desarrollada y ejercitada, es decir, una persona puede aprender a actuar de una forma calmada frente a distintas situaciones.

Tanto en situaciones de la vida diaria, como en una circunstancia tensa, complicada o difícil, la serenidad o ser una persona serena permitirá que podamos pensar antes de actuar de forma impulsiva o llevados por nuestras emociones.

Niña con los ojos cerrados aprendiendo el valor educativo de la serenidad.

Serenidad y autocontrol

En nuestro día a día, y a lo largo de toda nuestra vida, nos encontramos con situaciones laborales, familiares, personales, frente a las que debemos tomar decisiones y actuar. Y, como hemos dicho, aunque hablemos de situaciones normales y cotidianas, todas ellas pueden ser afrontadas de diversas maneras.

Cuando una persona es serena o enfrenta con serenidad su día a día y sus problemas, consigue, principalmente, adueñarse de sus emociones y autocontrol. Lo cual significa la capacidad consciente de regular los impulsos y las reacciones de manera voluntaria. Por lo tanto, mediante la serenidad y el autocontrol una persona puede dominar los impulsos que la llevan a actuar de manera irracional frente a las situaciones, pudiendo, de esta manera, conseguir:

  • No perder el tiempo.
  • Evitar sentimientos de frustración, ansiedad, tensión y estrés.
  • Aprender de los problemas.
  • No herir a otras personas cuando nos comportamos o decimos cosas sin antes pensarlas.
  • Desarrollar un equilibrio personal y relacional positivo.
  • Conseguir una mayor concentración.
  • Mejorar el estado de ánimo.
  • Conseguir paz interior.

“La serenidad no es estar libre de la tormenta, sino es estar en paz dentro de la tormenta”.

Madre e hija dándose un beso de esquimal tras tener en cuenta el valor educativo de la serenidad.

La serenidad como valor educativo

Hoy por hoy, tenemos una vida muy ajetreada: familia, trabajo, estudios, viajes, relaciones y redes sociales, y todo ello nos lleva a mantener un estado de excitación constante. Por esto, es fundamental aprender a ser personas serenas o poder actuar con serenidad a frente a las adversidades y los problemas propios de la vida acelerada que llevamos.

Por lo tanto, es importante educar a nuestros hijos y alumnos en el valor de la serenidad. Y esto significa enseñarlos a desarrollar actitudes de sosiego y de calma frente a circunstancias difíciles, nuevas o desconocidas. O frente a momentos puntuales, dramáticos o peligrosos, que requieren de una actitud de templanza y tranquilidad. Para lo cual, los niños y los jóvenes deben aprender a:

  • Analizar y pensar bien las cosas antes de actuar, evaluando todas las posibles consecuencias.
  • Mantener la calma frente a situaciones peligrosas o imprevistas, y pedir ayuda siempre.
  • Relativizar todo, otorgando importancia a lo que de verdad la tiene.
  • Controlar la respiración para poder relajarse en situaciones estresantes.
  • Ser pacientes, pues cada cosa tiene su tiempo. Los problemas pueden tener más de una solución y esta no es siempre inmediata.
  • Evaluar distintas opciones y soluciones antes de pasar a la acción.
  • Escuchar las opiniones y los puntos de vista de los demás. Todo conocimiento, experiencia, y consejo puede ayudar a ampliar la mirada para tomar mejores decisiones frente a los problemas.

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