La importancia del contacto físico en la educación de los hijos

El contacto físico en la vida de las personas es fundamental, por ello, conoceremos la importancia del mismo en la educación de los hijos, ya que influye en la salud, el desarrollo y el bienestar, tanto de niños como de adultos.
La importancia del contacto físico en la educación de los hijos
María Matilde

Escrito y verificado por la pedagoga María Matilde.

Última actualización: 17 julio, 2020

Un abrazo, una caricia o el tomarse de la mano pueden calmar la tristeza de alguien o ayudarla a reducir los efectos del estrés. Por ello, los padres deben ser conscientes de la importancia del contacto físico en la educación de los hijos y, principalmente, cuando estos son más pequeños, ya que la interacción cuerpo a cuerpo tiene una gran influencia en la salud, en el desarrollo físico, emocional, mental y cognitivo de los niños.

El contacto físico, salud y bienestar emocional

El contacto físico entre las personas desencadena una serie de mecanismos fisiológicos que contribuyen a mejorar el estado de ánimo y la salud en general. Un abrazo en un momento de estrés ayuda a reducir la producción de cortisol que lo provoca.

O unas caricias en la sien de un bebé pueden ayudarlo a conciliar el sueño, ya que, con el contacto físico, se aumentan los niveles de serotonina, una sustancia relacionada con la regulación del estado de ánimo y el sueño.

Hijos abrazando a su padre en medio de la naturaleza debido a la importancia del contacto físico en la educación de los hijos.

Por ello, la importancia del contacto físico en la educación de los hijos se justifica por los incontables beneficios que este supone en muchos aspectos. Así, que los niños crezcan en un entorno en el que el afecto se demuestre, entre otras formas, a través de la interacción física tiene importantes beneficios como:

  • Mejorar las relaciones sociales y comunicativas.
  • Disminuir y gestionar mejor estados de ansiedad o estrés.
  • Reducir la percepción del dolor.
  • Mejorar el estado de ánimo en general.
  • Reforzar la autoestima y la motivación.
  • Mejorar los procesos de aprendizaje.

La interacción física, un alimento para nuestros hijos

Junto con la leche que beben cada día, el contacto físico de los niños con sus seres queridos es también un alimento esencial para que crezcan sanos. Las caricias, los besos, los abrazos, la cercanía y la protección corporal deben ser también el sustento de cada día de los niños. Con lo cual, la educación de los hijos debe ir acompañada y reforzada por una interacción física saludable y constante.

La cercanía y la intimidad física con los hijos, desde tempranas edades, permite desarrollar con ellos una relación más profunda. Lo cual, al contrario de lo que muchos piensan, puede ayudar a reforzar más la relación con los hijos, incluso cuando estos sean adolescentes o adultos.

En este sentido, la importancia del contacto físico tiene su razón de ser porque se trata de una forma de comunicación con los hijos. Es decir, la interacción física entre las personas, el contacto cuerpo a cuerpo, no deja de ser una forma de comunicación no verbal.

Por medio de la interacción física, los seres humanos también nos expresamos e interactuamos. Con lo cual, la interacción física con los hijos es una manera no verbal a través de la cual los padres también pueden dialogar, negociar y educar a los hijos.

“El contacto físico parece ser tan esencial como la luz del sol”.

-Diane Ackerman-

Madre abrazando a sus hijas.

El contacto físico como algo natural

Es importante que los adultos y los padres sean conscientes de que la interacción física con los hijos debe desarrollarse de forma natural. Es decir, los padres deben demostrar su afecto a los niños a través del contacto y deben intentar que ellos también lo hagan.

Sin embargo, no podemos obligar a los pequeños a que sean todos, y en las mismas situaciones, expresivos a través de la demostración física. Cada niño y cada joven tiene su propia personalidad y sus tiempos para dar y recibir afecto a través del contacto físico. Y no todos los niños ni todos los adultos se sienten cómodos con demasiada demostración física de afecto.

Son los mismos niños, sus particularidades y necesidades, quienes deben ir marcando los límites y tiempos del desarrollo del vínculo afectivo físico. Con lo cual, una educación basada en el desarrollo natural del contacto físico entre padres e hijos supone enseñar que el afecto físico es desinteresado y que darlo no implica esperar nada a cambio.

De esta manera, los niños comprenderán e interiorizarán que el contacto físico siempre debe ser producto de una confianza y consentimiento mutuo. Lo cual es fundamental para que los niños desarrollen la autodeterminación sobre el propio cuerpo y sean capaces de distinguir entre el contacto físico que supone afecto, contención, entrega y amor, de aquel otro que persigue otros fines y tiene otras connotaciones.


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