Las discusiones o peleas son normales en todas las relaciones. A veces, fruto de un mal día; otras, por no coincidir en las decisiones. Lo importante es poder tomar estas diferencias como una instancia de aprendizaje. Por eso, si tuviste una discusión, a continuación podrás encontrar algunas claves para hacer las paces con tus hijos.
Peleas y discusiones con los hijos
Como en todas las relaciones, tener una discusión no tiene por qué ser síntoma de algo complejo. En ciertas etapas, es esperable que tengas una pelea con tus hijos, dado que la búsqueda de la autonomía y una identidad propia lleva a que empiecen a ponerse más firmes con sus decisiones y sus propios gustos.
Sin embargo, después de la tormenta debe llegar la calma. Aprender a pedir disculpas es una habilidad que tiene que ver con la inteligencia emocional y la empatía.
Beneficios de reconciliarte con tu hijo
Además, hacer las paces con tus hijos tiene beneficios como los siguientes:
- Permite reforzar la relación al aceptar que puede haber un malentendido, pero que el cariño es más poderoso.
- Ayuda a reflexionar sobre nuestra actuación.
- Nos vuelve más reales y menos perfectos al brindar oportunidades para el aprendizaje y la mejora.
- Facilita encontrar otros modos de resolución de conflictos.
- Ayuda en la convivencia y en la no violencia.
- Permite seguir adelante con emociones y sentimientos más positivos. También, nos libera del malestar que genera el enojo hacia otros.
- Transmite valores como el respeto y la consideración por los demás.
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Claves para hacer las paces con tus hijos
Algunas de las claves que puedes tener en cuenta a la hora de hacer las paces con tus hijos, te las contamos a continuación.
Deja el orgullo de lado y acércate
Quizás tengas la razón, pero en un principio es mejor no pensar en ello. Lo importante es tener la posibilidad de resguardar el vínculo con tu hijo. En este sentido, expresa el modo en que esa discusión te hace sentir.
Valida las emociones
Es importante validar tanto las emociones de tu hijo como las tuyas. Pregúntale cómo se siente, acepta su respuesta y demuestra empatía. También, evita minimizar lo que siente con frases del tipo «no es para tanto» o «debes ser más fuerte», entre otras.
Habla sobre el conflicto actual
En cada caso, es mejor enfocarse en el conflicto que intentan resolver y evitar hacer referencia a otras situaciones anteriores.
Enseña a tener un comportamiento más adecuado
Por ejemplo, si tu hijo gritó o arrojó un juguete, es importante que le destaques que eso no es lo correcto. Una vez que la situación se calme, es necesario que le indiques cómo aprender a controlarse.
En caso de que sea pequeño y aún no sepa gestionar sus emociones, puedes ayudarlo. Por ejemplo, puedes enseñarle ejercicios de respiración y decirle que se infle y se desinfle como un globo. Estas herramientas de «auxilio emocional» puedes construirlas junto con tu hijo al enseñarle a pensar qué necesita y qué quiere cuando se siente mal o enojado.
Sé un ejemplo
Reflexiona sobre tu comportamiento. ¿Cómo actuaste? ¿Qué podrías mejorar? ¿En qué aspectos estuviste bien? Si le gritas al niño, le enseñas que esta actitud es válida como método de resolución de conflictos. Si actuaste con desmesura, es recomendable que reconozcas tu falta, le expliques que la situación te desbordó y que hables sobre cómo te sentiste. En este sentido, es necesario que los adultos sean capaces de asumir sus errores.
Si la discusión fue muy fuerte, es conveniente tomarse un cierto tiempo y distancia para poder «enfriar» la situación. Sin dudas, es importante considerar la edad de tu hijo. Por ejemplo, si te apartas de tu niño de 2 años, es posible que piense que lo dejaste de querer y se sienta muy mal por ello. En cambio, con un adolescente, esta técnica es más adecuada.
Por sobre todas las cosas, elige la estrategia, pero siempre al tener en cuenta a quién tienes en frente. Apuesta por lo que conoces de tu hijo.
Evita la culpabilización o la manipulación
Al momento de hacer las paces con tu hijo, elige muy bien tus palabras y las estrategias. Echarle la culpa, presionarlo para resolver el asunto sin concederle el tiempo que precisa o hacerte la víctima no son los caminos más adecuados. Por el contrario, hablan de una invalidación y de una falta de respeto por las emociones ajenas y la ausencia de unas disculpas sinceras.
Reasegurar el vínculo
Por último, la base de un apego seguro tiene que ver con darle la seguridad a tu hijo de que, pase lo que pase, la relación es lo que importa. Esto quiere decir que, más allá de que piensen distinto y de que se pueden cometer errores, estás abierto al diálogo y al entendimiento. En este sentido, también pueden reflexionar sobre cómo mejorar la actuación de ambos en una próxima discusión y establecer algunos acuerdos sobre cómo manejarse.
Bibliografía
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- LÓPEZ CASSÀ, È., (2005). La educación emocional en la educación infantil. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 19(3),153-167.[fecha de Consulta 14 de Enero de 2023]. ISSN: 0213-8646. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27411927009
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