Hablar con un niño enfadado casi nunca es una tarea fácil. Normalmente, ocurre una explosión de ira en la que es imposible negociar, argumentar o explicar; su enojo les impide escuchar lo que se les está tratando de decir. ¿Qué hacer en estos casos?
Claves para hablar con un niño enfadado
Hablar con un niño enfadado puede ser muy difícil porque los padres no saben cómo reaccionar en tal momento. Lo común es que si el niño se enoja y comienza a llorar e inclusive llega a lanzar algún objeto, se pierda la paciencia y se le grite o castigue severamente.
Antes de dejarse llevar por la rabia del momento, los padres deben prestar atención a algunos consejos dados por los mejores especialistas en disciplina positiva para que la relación con el niño no se deteriore y haya una buena comunicación.
1.- Evitar el maltrato
Cuando los niños despliegan ataques de ira, los padres tienden a recurrir a los azotes, gritos, castigos o a un tono autoritario que puede comenzar a causar una ruptura en la relación de familia. Sucede que los niños son hábiles y tienen la capacidad de comprender bastante bien lo que se les está tratando de decir.
Entonces, lo recomendable es siempre inculcar en el niño valores como el respeto y tratarlos siempre con cariño. Claro está, esto no quiere decir que no se les deba disciplinar, lo que también es parte fundamental de su formación.
Algunas personas piensan que los azotes o maltratos físicos son básicos en la educación del pequeño o que la disciplina significa recurrir a las manos para tratar de que comprenda que lo que ha hecho no está bien, pero no hay nada más alejado de la realidad.
“La ira es un ácido que puede hacer más daño en el recipiente en el que se almacena que en cualquier otra cosa en que se vierte”
–Mark Twain–
2.- Cuidarlos emocionalmente
A temprana edad, las emociones de los niños se encuentran a flor de piel, por lo que lógicamente no tienen el autocontrol que poseen la mayoría de los adultos. Debido a esto, expresan su ira o frustración de forma recurrente y normalmente se tiran en el suelo, patalean o gritan.
Ahora bien, es el padre o madre quien debe dar el ejemplo al controlarse y no explotar en ira para no reaccionar de forma brusca, ya que esto podría afectarlos emocionalmente y crear traumas en el futuro.
3.- Dar ejemplo
Es un grave error pensar que gritar constantemente a los niños los ayudará a controlar las emociones en tales momentos. Los padres deben ser los primeros en manejar la ira porque al mostrar gestos violentos se le estaría dando un mal ejemplo a los niños.
Ellos se encuentran en plena etapa de formación, así que observar las conductas de sus padres puede dejarles una profunda huella que hará que ellos los imiten en momentos de enfado.
Si en vez de gritar se le dice algo como: “Baja la voz, por favor, que no puedo entenderte, ¿puedes decirme sin gritar lo que te ocurre y lo solucionamos?”. Hacer esto permitirá aliviar la tensión del momento y ayudará a argumentar con él fácilmente.
4.- Escucharlo
Si el niño está intentando hablar sobre lo que le ha molestado, puede que trate de hacerlo gritando o entre lágrimas y eso puede causar desesperación. Sin embargo, mantener la calma y bajar a su altura pidiendo tranquilamente que explique lo que le ha sucedido creará un ambiente propicio en el que se sienta escuchado y atendido.
Al hacerlo de este modo, el enfado irá disminuyendo a medida que se le ofrezcan soluciones al malestar que se le ha presentado. Hay que evitar ignorarlo o responder de forma sarcástica y tratar de mostrar cariño e interés. Esto permitirá que el pequeño pueda responder positivamente.
5.- Desdramatizar
Lo anterior no quiere decir que haya que ceder ante todos los caprichos y disgustos del niño. Hay un punto de equilibrio. Si frecuentemente el niño se enfada por cosas poco importantes, no se le debe dar la razón, siempre intentando no armar un alboroto por algo de poca importancia.
6.- Parar la agresividad
En caso de que comience a pegar y pierda por completo los estribos, puede ser muy difícil hablar con un niño enfadado. En tal caso lo recomendable es sujetarle los brazos y mirarlo a los ojos diciéndole con calma que en el hogar no se permiten ese tipo de conductas. Se debe ser firme y contundente al momento de hacerlo.
7.- Respirar hondo
Cuando el niño no quiere hacer lo que se le ha pedido, en vez de responder y gritarle, lo mejor es alejarse un segundo y volver tranquilamente.
Se recomienda utilizar la disciplina positiva, como por ejemplo: “Está bien, tú has decidido que no vas a recogerlos, entonces la decisión es que después no podrás jugar con ellos”.
8.- Hablar con calma
Explicarle con cariño que se está entendiendo lo que el niño siente es una buena forma de aliviar las tensiones. Decirle que los padres en ocasiones también se enfadan y se sienten agotados, pero que no por ello gritan y hacen pataletas los ayudará a razonar.
Hablar con un niño enfadado con dulzura permitirá calmar los ánimos. Inclusive hacerle una caricia, un mimo, un abrazo o un gesto dulce ayudará a tranquilizarlo, ya que tal vez solo esté llamando la atención en el momento porque desea cariño.
Emplear la disciplina positiva es una de las mejores alternativas brindadas por los especialistas en terapia de familia; tratando de buscar siempre las mejores alternativas para que el niño entre en razones.
Bibliografía
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