Flujo vaginal espeso: ¿motivo de alarma?

El flujo vaginal es un indicador de la salud íntima femenina. Sus cambios son reflejo del estado de los genitales y de las variaciones hormonales.
Flujo vaginal espeso: ¿motivo de alarma?
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Escrito por Leidy Mora Molina

Última actualización: 11 julio, 2023

Los cambios en la consistencia de las secreciones vaginales suelen causar cierta preocupación en las mujeres. En la mayoría de los casos, las personas suelen asociar las secreciones viscosas con problemas genitales, como las infecciones. A continuación te contamos más acerca del flujo vaginal espeso.

En general, las modificaciones en las secreciones genitales orientan acerca del estado de salud de la zona íntima. Por consiguiente, es preciso valorar este síntoma en el contexto del cuadro clínico, a fin de conseguir un diagnóstico más certero. En caso de suponer un problema de mayor gravedad, el abordaje médico es esencial para corregir esta manifestación.

¿Qué es el flujo vaginal y cuál es su función?

El flujo vaginal, en condiciones normales, es una secreción compuesta en un 90 a 98 % por agua, electrolitos (calcio, sodio y potasio) y componentes orgánicos, como la glucosa, los aminoácidos y las proteínas. Se equipara, entonces, a la composición del moco cervical, según un estudio de Frontiers in Bioscience-Scholar.

Aunque, en términos estrictos, cualquier secreción vaginal no menstrual será considerada flujo. Por lo que también contiene las células muertas que se descaman del cuello uterino y algunos microorganismos que componen la flora genital. Este fluido natural se produce de forma constante y, en promedio, una mujer descarga entre 2 y 4 mililitros cada día.

Además de contribuir con la inmunidad y con la salud reproductiva femenina, el flujo vaginal cumple las siguientes funciones:

  • Lubrica el área vaginal, con el fin de evitar irritaciones en la zona.
  • Mantiene el canal vaginal libre de suciedad y de microorganismos patógenos.
  • Previene infecciones en el tracto genital a través del mantenimiento de la microbiota vaginal.
  • Regula el pH vaginal.
  • Favorece o inhibe el transporte de los espermatozoides a través de la vagina.

Causas de flujo vaginal espeso

Las causas de secreciones vaginales espesas son variadas. En general, este cambio en la consistencia es el resultado de las modificaciones en el nivel de hormonas sexuales o en la microbiota vaginal. Algunas de las causas más comunes del moco cervical espeso son las siguientes:

1. Ciclo menstrual

El flujo vaginal cambia sus características durante el ciclo menstrual. En este sentido, el color, la textura y el volumen del flujo varían de acuerdo con la fase del ciclo en la que se encuentre la mujer.

Por lo general, esto responde a los niveles de estrógenos en sangre que estimulan la producción de moco en las células cervicales, según una publicación de Stat Pearls.

Unos días antes de la ovulación, el ovario libera la mayor cantidad de estrógenos en el organismo y, así, la producción de flujo también alcanza su pico. Por eso, en este momento, notaremos que la secreción vaginal se torna de color blanco o amarillo claro, con una textura espesa.

Durante la ovulación, el flujo será abundante, espeso y elástico, con una consistencia semejante a la clara del huevo. Si no se produce la fecundación, los últimos días del ciclo el flujo será más líquido y escaso. Este tipo de secreción no tiene olor o no se acompaña de otros síntomas. Además, solo dura un par de días.



2. Vaginosis bacteriana

No todos los casos de flujo vaginal espeso son normales. En ocasiones, puede ser el resultado de la invasión del tracto genital por bacterias. Una publicación de Stat Pearls afirma que la vaginosis bacteriana es la infección vaginal más común que se encuentra en mujeres en edad reproductiva y se estima que ocurre entre el 5 y el 70 % de las mujeres.

Por lo general, el pH genital es alcalino y existe predominio de las bacterias Gardnerella y Mycoplasma. Asimismo, el flujo vaginal aumenta y se torna de color grisáceo, con un característico «olor a pescado». Además, puede acompañarse de síntomas molestos, como irritación, picor o dolor al mantener relaciones sexuales.

3. Infección por Candida

La segunda infección vaginal más frecuente en las mujeres entre los 20 y los 45 años es la candidiasis vaginal, causada por el hongo Candida albicans. Esta se caracteriza por presentar síntomas como flujo blanco y espeso, con una consistencia «similar al requesón».

De igual forma, produce picor vaginal, ardor al orinar y molestias durante las relaciones sexuales, según una investigación de Clinical Infectious Diseases. Por tanto, cuando se sospecha que el flujo espeso es resultado de una infección por levaduras, es importante acudir al médico para una evaluación. El especialista realizará los estudios que considere necesarios e indicará el tratamiento adecuado.

4. Tricomoniasis

Se trata de una infección de transmisión sexual (ITS) causada por el protozoario Trichomonas vaginalis. Un estudio de la Clinical Infectious Diseases estima que esta enfermedad afecta al rededor de 3.7 millones de mujeres y hombres en los Estados Unidos.

En la tricomoniasis el flujo vaginal es espeso, espumoso, de color amarillo o verde y con un olor desagradable. Además, el 40 % de las mujeres presentan un «cuello uterino en fresa», según los expertos de Stat Pearls. Otros síntomas incluyen picazón, molestias durante las relaciones sexuales y dolor pélvico.


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¿Debemos preocuparnos si tenemos un flujo vaginal espeso?

En la mayoría de los casos, tener un flujo vaginal espeso no debe ser un síntoma de preocupación. Lo normal es que durante la ovulación adquiera esta textura para favorecer el embarazo.

No obstante, se debe estar atenta a los cambios en el color y olor del moco cervical, así como a la aparición de molestias en los genitales que podrían sugerir un proceso infeccioso.

Una guía de la salud femenina

Como ves, el flujo vaginal es una secreción que puede guiarnos acerca de cómo se encuentra la salud de nuestra zona íntima. Lo ideal es hacer un seguimiento de sus características a lo largo del ciclo menstrual. Su valoración permite conocer los días fértiles, detectar un embarazo o alguna posible infección. Ante cualquier duda, consulta con tu ginecólogo de confianza.


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