Familias monoparentales son más propensas a la pobreza

Criar a un hijo sola conlleva un esfuerzo económico, logístico y emocional difícil de asumir. Las familias monoparentales se encuentran en mayor riesgo de pobreza.
Familias monoparentales son más propensas a la pobreza
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 26 marzo, 2024

De acuerdo con los datos de la organización Save the Children, más de la mitad de las familias monoparentales son más propensas a la pobreza. Y la situación se complica cuando se trata de madres que crían solas a sus hijos.

Las dificultades económicas que enfrenta este tipo de familia viene dado por la falta de apoyo en muchos sentidos; pues las oportunidades laborales se complican cuando se tienen tantas responsabilidades juntas.

Claves de la pobreza en las familias monoparentales

De acuerdo al Estudio sobre monomarentalidad y vulnerabilidad social en Castilla La Mancha (referido de manera específica a madres cabeza de familia), dos de cada tres hogares son incapaces de generar ahorro, tienen dificultades para llegar a fin de mes y para hacer frente a gastos imprevistos.

Por otro lado, investigaciones como esta publicado en la revista Relaciones Laborales y Derecho del Empleo, concluyen que uno de cada cuatro hogares monoparentales es pobre en Europa. En este sentido, según estadísticas de la Comisión Europea, una tercera parte de estas familias se encuentran en riesgo de pobreza si se compara con el 18 % de la población, siendo más preocupante en los casos de familias numerosas, cuando el riesgo de pobreza supera el 24 %.



Dificultades laborales

Una de las principales desventajas que tienen estas familias se vincula a la falta de oportunidades laborales, en especial porque sus compromisos les dificultan el poder cumplir con el rol laboral y familiar. 

La mayoría de los padres de una familia monoparental no pueden trabajar lo suficiente como para mejorar sus ingresos; además, tampoco cuentan con la posible ayuda monetaria de la otra parte.

Según este artículo publicado en Trayectorias Humanas Trascontinentales, el cual da cuenta de un estudio realizado en Sonora, México, el 76 % de las madres no recibe dinero del padre para la manutención de los hijos que tienen en común. Y no solo se trata del aspecto económico, sino también del emocional: el 68 % de los encuestados plantea que no recibe ningún apoyo de los padres hacia los hijos.

Escaso tiempo en familia

Para estas familias, la conciliación entre trabajo y vida, lo que en inglés se conoce como work-life balance, no es suficiente y el cuidado de los niños queda desfavorecido.

Si se toman como referencia los datos publicados en la revista Áreas, de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) que ejecuta anualmente el INE en España, se estima que, en 2020, había cerca de 2 millones de hogares monoparentales, es decir, el 10,4 % de los hogares españoles. Y en el 81,4 % de los casos, estaba al frente del hogar la madre.

En cambio, en hogares estructurados de la manera tradicional, aunque solo uno de los padres trabaje, la colaboración de la otra parte en el cuidado y atención de los hijos permite mayor libertad para hacer horarios completos, rendir más en el trabajo y generar ingresos extras.

«Las familias necesitan más apoyo para la crianza de sus hijos, y las familias monoparentales más, no solo por su situación de pobreza, sino desde el prisma de la conciliación de la vida per sonal y laboral y la corresponsabilidad»

— Coordinador de Estudios de Cáritas Raúl Flores —

Falta de apoyos

Factores como la falta de vivienda, apoyo social, beneficios sanitarios y la inestable situación laboral, además de ponerlas en riesgo de pobreza, también hace más propensas a las familias monoparentales a sufrir exclusión.

En el caso mayoritario de las mujeres que encabezan este tipo de familias, la independencia económica no es posible, a pesar de que, como lo confirman análisis realizados por la Federación de Asociaciones de Madres Solteras, las madres que crían en solitario tienen una tasa de actividad laboral muy alta, solo que reciben pocas ayudas públicas.

Y puesto que son el único ingreso de la familia, se ven forzadas a acceder a trabajos precarios (jornadas parciales, trabajos informales, etc.), con dificultades para conciliar ocupación, familia y cuidado personal. Por ende, tienen posibilidades reducidas de mejorar salarios y trayectoria laboral.

Riesgo de salud

La pobreza es una de las principales consecuencias a las que se enfrentan madres y niños de las familias monoparentales. Pero de esta se derivan, además, un sinfín de situaciones que comprometen la calidad de vida.

Por ejemplo, cuando se trata de mujeres mayores, su salud se deteriora por causa de la mala alimentación y la poca atención a los problemas que se van presentando. En efecto, el deterioro de la salud es una de las peores consecuencias que trae consigo la escala de pobreza en estos hogares.

Madres e hijos dejan de recibir la atención especializada a sus padecimientos y en gran medida se reducen los gastos de medicinas. La imposibilidad de pagar tratamientos médicos se suma a los problemas de desahucio o el inconveniente para poder mantener la temperatura adecuada en las viviendas.

Pobreza infantil

Según los registros, las familias monoparentales y en particular sus hijos se encuentran propensas a engrosar las cifras de pobreza infantil. De acuerdo con un amplio informe sobre las Familias monoparentales en España, el problema radica en considerar la crianza solo como un aspecto privado.

En ese sentido, se propone como una obligación de los poderes públicos, la inversión en protección social de las niñas y los niños, de modo que tengan garantizados todos sus derechos.

Se busca entonces dotar a la monoparentalidad de normatividad e igualdad, a través del reconocimiento, protección y co rresponsabilidad por parte del Estado, de todas las familias, en toda su diversidad.



Una realidad que debe ser atendida

La realidad indica que a las familias monoparentales no se le reconocen los mismos derechos que a las biparentales, conduciéndolas a una realidad social y laboral discriminatoria.

La monoparentalidad requiere una definición jurídica clara y unívoca, de modo que pueda ser incluida en las políticas públicas. Porque el problema no reside en criar en solitario, sino que hay un aparato normativo pensado para la familia biparental y heterosexual.

Ampliar la visión es parte del compromiso de todas las instituciones que velan por el bienestar de las familias. Por tanto, es urgente captar y responder a los cambios dinámicos de una institución fundamental para el buen funcionamiento la sociedad.


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