A medida que pasan los meses desde el nacimiento del bebé, el proceso de crecimiento varía en velocidad. Durante el primer año, los niños pueden aumentar hasta 6 kilos de peso y 25 centímetros de estatura.
En el segundo y tercer año, la evolución cambia y los niños empiezan a poner excusas para no comer. Como crece más lentamente, la demanda nutricional es menor.
Por lo anterior, los hábitos alimenticios de los niños serán muy diferentes en cada etapa. Este es un aspecto que debe considerarse antes de empezar a preocuparte por la inapetencia en tus hijos.
A veces los chicos están más interesados en jugar y en divertirse que en comer, y esto es perfectamente normal.
“No es bueno ofrecerle alimentos o bebidas a cualquier hora del día con tal de que coma, o reemplazar comidas principales con suplementos o bebidas o comidas o snacks de su agrado, porque de ser una inapetencia normal y fisiológica, se puede convertir en un trastorno de la conducta alimentaria, inducido por el ambiente familiar o por consejos que no son saludables”
–Nutrióloga Silvana Dadán–
Las excusas para no comer más comunes
- “No tengo hambre”
- “Esta comida no me gusta”
- “Me duele el estómago”
- “No huele/no se ve bien”
- “Está muy frío/muy caliente”
- “Lo voy a guardar para más tarde”
- “Ya estoy satisfecho”
¿Por qué los niños inventan excusas para no comer?
Las siguientes son algunas de las razones por las que los niños se rehúsan a comer:
- Malestar estomacal. Si un niño no tiene una buena digestión, su apetito disminuirá notablemente.
- Problemas dentales. El dolor en las encías, en el paladar o en otras zonas puede causar que el niño evite comer.
- El asma, la tos y la fiebre son causantes de la pérdida de apetito. Los niños con molestias de salud preferirán consumir líquidos antes que alimentos sólidos.
- Perturbación emocional. La muerte, el divorcio, un cambio de casa o de colegio pueden causar que se pierda el deseo de comer. La dimensión emocional tiene estrecha relación con la parte fisiológica.
- Presión o estrés. Cuando se obliga a los niños a comer, es posible que luego se nieguen a hacerlo e inventen excusas. También el estrés escolar ocasiona inapetencia.
- Falta de comida hecha en casa. Si el niño se habitúa a las comidas es posible que deje de disfrutar los alimentos preparados en casa.
- Ausencia de actividad física. El sedentarismo hace que el metabolismo sea más lento y que haya menos gusto por comer.
- Tomar bocadillos entre comidas. No está mal picar un poco entre las comidas principales. Sin embargo, el exceso de alimentos altera las rutinas nutricionales.
- Menús repetitivos o muy variados. Cuando hay demasiados opciones, es difícil que el niño sepa cuál elegir. Y lo contrario, en cambio, hace que el niño se hastíe de recibir siempre los mismos alimentos.
- Actitud de los padres. Los niños reaccionan negativamente cuando se sienten presionados. Por eso, es importante que el momento de ingerir sus comidas sea tranquilo y organizado.
¿Qué pueden hacer los padres?
- Edúcate y educa a tus hijos. Aprende las bases de la buena nutrición y enséñales a tus hijos a tener hábitos saludables.
- La consistencia es la clave. Establecer un régimen diario de alimentación, que sea constante y bien planeado, es necesario para los niños. Para facilitarte la tarea, planea semanalmente cuáles serán las comidas que tus hijos recibirán.
- Evita el hábito de la “alimentación emocional”. Bajo ninguna circunstancia se puede usar la comida como premio o castigo. La asociación de la comida con bienestar sentimental se vuelve algo negativo.
- Los niños deben comer lo que comen los adultos. Evita ofrecer alternativas a las comidas saludables, los niños deben acostumbrarse a comer saludablemente y en familia.
- Reúne a la familia a la hora de la cena. Comer solo es aburrido y no permite la conversación que se da durante una cena familiar. Incluye a todos los miembros de la familia a la hora de alimentarse.
Como ves, el hecho de que los niños pongan excusas para no comer, no siempre es algo para preocuparse. Puede deberse a muchas razones y varias de ellas están relacionadas con el proceso normal de crecimiento.
Los padres solamente deben asegurarse de sembrar en los niños prácticas saludables y equilibradas. Con el paso del tiempo, las incorporarán a sus rutinas.
Bibliografía
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