Evita ser una madre controladora por el bien de tus hijos

Aunque en ocasiones puede ser muy complejo confiar por completo en los hijos, ejercer una maternidad intrusiva solo alejará a los pequeños de tu lado.

La maternidad es un camino que está lleno de retos que aparecen a medida que avanzan los años. Y es que cuando los niños van creciendo y se adentran a su adolescencia es normal que nos preocupemos más por ellos, pero eso no significa que debamos imponer nuestra visión. Así que evita ser una madre controladora por el bienestar de tus hijos.

Por más que queramos mantener el orden y el control durante todo el tiempo, es imposible lograr ese cometido en todas las ocasiones. Y, en una mayoría de casos, aquellas madres que siempre tienen todo perfecto en su hogar, lo alcanzan a través de comportamientos controladores que pueden afectar la relación con sus hijos e incluso con su pareja.

¿Cómo saber si eres una madre controladora?

Es común que en determinadas circunstancias se nos escapen comportamientos controladores para proteger a nuestros hijos. No obstante, ser conscientes de patrones sistemáticos puede ayudarnos a cambiar errores frecuentes. Al darnos cuenta de aptitudes autoritarias y cambiarlas por mejores formas de comunicación y relacionamiento familiar.

Ser conscientes de los comportamientos intrusivos es necesario para que podamos modificarlos con el tiempo y pensar así en el bienestar de los hijos.

Estas son algunas señales de que puedes ser una madre controladora.

  • Sobreproteges a tus hijos y los ayudas a realizar hasta las más mínimas cosas que necesiten en el hogar o en sus colegios.
  • Sientes celos o incluso rabia de que tus pequeños tengan fuertes relaciones con otros adultos como maestros e incluso amigos.
  • Necesitas saber en dónde y con quién se encuentran tus hijos en todo momento. Llamándolos constantemente o verificando en casa lo que hacen.
  • Te da rabia o impotencia cuando tus pequeños no siguen el camino específico que tienes planeado para ellos.
  • Invades la privacidad de los adolescentes revisando el celular o sus pertenencias constantemente.
  • Utilizas el chantaje emocional para conseguir lo que deseas. A través de frases como: “¿por qué no me cuentas de tus cosas?”, “claro, como en tu papá sí confías, pero en mí no” o “ya no me quieres a pesar de todo lo que hago por ti”.

3 estrategias para evitar ser una madre controladora

Si te has sentido identificada con varias de las situaciones planteadas anteriormente es momento de que comiences a trabajar en tu inteligencia emocional para ser un buen ejemplo para tus hijos.

Recuerda que las familias perfectas son solo una ilusión, como seres humanos cargados de sentimientos las cosas hay veces no salen como queremos. Así que mejor procura mejorar tus comportamientos para pensar en el bienestar de tus pequeños.

Estos son algunos consejos de gran ayuda.

1. Controla tus expectativas personales frente a tus hijos

Muchas madres y padres depositan en sus pequeños expectativas, sueños frustrados o logros personales que les encantaría que alcanzaran. No obstante, se debe comprender que los hijos no están en la obligación de vivir a través de los ojos de sus papás, pues son seres humanos con criterio y metas propias que deben luchar por sus ideales.

Cuando los hijos son buenas personas y son fieles a sus ideales no sobra más que brindarles amor y confianza. No es necesario ni sano que los pequeños sean una fotocopia de sus padres.

Debido a lo anterior, no cohíbas su libre desarrollo porque va a la contraria de tus deseos. Ni mucho menos los manipules a través de palabras hirientes o chantaje emocional para que se comporten como tú deseas. Esto solo genera heridas emocionales que alejan a los hijos de sus padres y les impiden conectar a profundidad con ellos.

2. Reflexiona sobre el papel de madre que le brindas a tu familia

Si notas que ejerces una maternidad controladora con tus hijos, ya sean niños o adolescentes, necesitas reflexionar sobre el ejemplo y el papel que cumples en la vida de tus pequeños. En la mayoría de las ocasiones esos comportamientos intrusivos y demandantes nada más ponen barreras entre los hijos de sus madres.

Piensa bien en la raíz de tu personalidad controladora. ¿Acaso es una actitud aprendida por tus padres que ejercieron también una mirada vigilante? ¿O tal vez no confías lo suficiente en tus hijos debido a episodios pasados? Sea cual sea el caso, reflexionar por cuenta propia o con ayuda de un profesional es indispensable para evitar esos comportamientos de la cotidianidad.

3. Reemplaza las actitudes controladoras por confianza

Al principio puede parecer muy complejo erradicar algunas costumbres normalizadas pese a su impacto dañino. Por tal razón, introduce poco a poco pequeños cambios en tu personalidad para evitar que sea controladora.

Por ejemplo, si tus hijos son pequeños y no les dejabas escoger su propia ropa, anímalos a que lo hagan ellos mismos y se vistan como deseen. O si nunca le permitías a tu hija adolescente salir con sus amigos, habla con ella desde el respeto, establece un horario de llegada o las condiciones que consideres y, lo más importante, confía en ella.

Evita ser una madre controladora y piensa en el bienestar de tus hijos

Los comportamientos intrusivos y la falta de confianza pueden hacer que la relación madre/hijo se vea deteriorada con el paso del tiempo. Así que, si notas que en ocasiones puedes llegar a ser una madre controladora, mejor piensa en todos los valores que le has inculcado a tus pequeños. Confiar en los hijos es indispensable para mejorar el vínculo familiar.

Bibliografía

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