Una buena parte de los estudiantes de nivel secundario y universitario están estresados. El estrés es uno de los problemas de salud más usuales en la sociedad actual. Se trata de una tensión que surge a partir de la relación entre una persona y una situación o contexto percibido como amenazante.
Los adolescentes y los adultos jóvenes que están insertos en el plano académico formal sufren las consecuencias del estrés, que suele involucrar una serie de emociones que no son placenteras, como la preocupación, la ira, la inseguridad y la ansiedad. Como padres o docentes, podemos ayudarlos a enfrentar esta etapa de la vida de un modo más funcional en pos de cuidar su bienestar.
Qué es el estrés académico
El estrés académico es la respuesta a las exigencias y demandas a las que los estudiantes se enfrentan en sus espacios de aprendizaje. Esta puede ser por los exámenes y los trabajos prácticos o mismo por la carga horaria de las clases.
El entorno académico representa un espacio susceptible a ser interpretado como amenazante, pues allí entran en juego algunos factores como el miedo al rechazo, la ambición por obtener excelentes calificaciones y el afán por cumplir con las expectativas propias o familiares.
Las principales manifestaciones físicas y psicológicas de los estudiantes estresados son las siguientes:
- Manifestaciones físicas: migrañas, temblores musculares, morderse las uñas, fatiga, sudoración excesiva o problemas de digestión.
- Manifestaciones psicológicas: problemas de concentración, bloqueo mental, ansiedad, inquietud, irascibilidad.
¿Cómo ayudar a los estudiantes estresados?
Si bien el estrés en niveles medidos ayuda a los estudiantes a responder con eficacia y a mejorar su rendimiento académico, el exceso de este tiene el efecto contrario. Contar con demasiadas exigencias internas (como el perfeccionismo, la rigidez o la necesidad de control) o externas (como las demandas por parte de las instituciones o las expectativas de los padres) fomenta en los jóvenes una sensación generalizada de malestar.
Veamos qué podemos hacer, desde nuestro rol de padres o docentes, para ayudar a los estudiantes estresados a conseguir cierto alivio mental.
1. Ayudar en la organización y gestión del tiempo
Cuando hay falta de organización, las preocupaciones se perciben con una gravedad mucho mayor a la que verdaderamente tienen. El tiempo parece no alcanzar entre tantos exámenes, ya que hay libros que leer o ejercicios que realizar. Sin embargo, muchas veces el problema se basa no en la falta de tiempo, sino en la falta de enfoque. Una buena alternativa para la gestión del tiempo es el método pomodoro, que sirve para optimizar el tiempo de estudio y conseguir la concentración.
Resulta esencial que los estudiantes establezcan un plan de acción realista dirigido a objetivos específicos. Para lograr esto, deberán aprender a priorizar, al diferenciar lo urgente o importante de lo secundario.
2. Brindar apoyo más allá de las calificaciones
A menudo, los alumnos estresados están particularmente preocupados por los valores numéricos de sus calificaciones. De ese modo, desestiman el proceso de aprendizaje y se centran en la calificación. Si bien es válido y esperable que deseen obtener buenas notas, esto no debería costarle su equilibrio emocional. Los jóvenes necesitan que los adultos que están a su alrededor sean capaces de permitirles cometer errores.
La presión que los estudiantes perciben del exterior suele ser un factor más que relevante e impacta notoriamente en la salud mental. Por eso, precisan que el apoyo de sus padres sea incondicional, independientemente de los resultados. En este aspecto, los progenitores se enfrentan a un gran desafío: el de revisar las propias expectativas que depositan en sus hijos.
3. Fomentar tiempo de ocio y descanso
El estrés disminuye significativamente cuando hay tiempo para el ocio. Al contrario, abandonar las actividades de disfrute y el tiempo de descanso son elecciones poco saludables durante la etapa secundaria o universitaria. Entonces, si vemos que nuestro hijo últimamente duerme muy poco o ha dejado de ver a sus amigos porque no para de estudiar, podemos acercarnos a él y sugerirle que se tome un descanso.
4. Mitigar el exceso de exigencia
Los estudiantes estresados suelen convivir con una sensación de culpa constante que se sostiene en un patrón de comportamientos que tiende a la hiperexigencia. Así, se sobreexigen a tal punto de no tolerar una mala nota. A su vez, en los momentos en los cuales no estudian sus pensamientos se vuelven catastróficos y tormentosos. Es entonces cuando aparece la sensación de culpa.
Como padres o profesores podemos ayudar a los jóvenes a mitigar este estilo de comportamiento y transmitir la importancia de permitirse no ser perfecto. Paralelamente, se lo debe guiar en el desarrollo o el mejoramiento de su autoestima a través de comentarios o valoraciones genuinas.
5. Ayudar en la reducción del estrés a través del Mindfulness
En cuánto a la reducción misma del estrés, podemos optar por acercarles a los jóvenes diferentes herramientas como la meditación y el Mindfulness. Si aún no conoces estos términos, es hora de que te adentres en ellos, pues se trata de prácticas profundamente valiosas a la hora de aumentar la sensación de bienestar y de reducir el estrés.
El Mindfulness es una estrategia cognitiva atencional que se utiliza para promover la salud psicológica y se basa en el entrenamiento de la atención plena como una habilidad que contribuye al bienestar integral.
En ocasiones, es necesario pedir ayuda profesional
A menudo, los padres no sabemos cómo ayudar a nuestros hijos con los problemas de salud mental. En este caso, es importante solicitar ayuda especializada. Si el menor transita su etapa de estudiante con profundo malestar y estrés, puede ser necesario el acompañamiento de un psicólogo para trabajar este asunto. Como primera instancia, el profesional va a indagar sobre las causas de este estado y podrán construir juntos los recursos para gestionar el estrés que se desprende del área académica.
Bibliografía
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