La vida es algo que puede llegar a ser realmente inefable, increíble, difícil de expresar en palabras. Tal es su magia. ¿A qué nos referimos cuando decimos que algo es inefable? Muy simple, este adjetivo sirve para denominar a aquello que no se puede explicar con palabras, algo tan extraordinario que no puede describirse como cualquier cosa.
Muchos personajes han dedicado sus vidas enteras a la reflexión, y como producto de las mismas, se tienen algunas aproximaciones. Gracias a dichas reflexiones, podemos acercarnos mejor a lo que significa la existencia.
La vida debe apreciarse
Muchas veces intentaremos ponerle palabras, pero al final, entenderemos que la vida es algo que debe apreciarse más que definirse. Sí, se puede hablar de la vida, se puede estudiarla, pero nada podrá igualar tan siquiera lo que, de por sí, es ella.
Hay cuestiones que no pueden describirse sin caer en lo prosaico. Algunas de ellas son el sentir al bebé dentro del vientre, pataleando y moviéndose; el parto; o la sensación agridulce de no saber si daremos la talla. Tampoco olvidemos la primera vez que cogemos al bebé en brazos, o aquella en la que nuestro hijo nos llama mamá.
Todos estos momentos se fijan en nuestra memoria. A menudo, nos gusta pensar que estos también se quedan, de alguna forma, grabados en nuestra alma. Se dice que cada quien es un mundo y cada experiencia vital también. Lo que a nosotros nos aterra, a otros no les importa. Lo que a ellos les asusta, a nosotros nos alivia.
Sin importar el punto de vista desde donde se mire, el milagro de la vida es algo fascinante. Un espermatozoide logra pasar la barrera de un óvulo y en pocos segundos todo cambia. Dentro del cuerpo de la mujer comienzan una serie de procesos, y el útero empieza a prepararse para el afortunado inquilino. Un ser que promete cambiar la vida de aquellos que le rodean, provocando suspiros y sonrisas, pero sobre todo, nos hará pensar en el milagro de la vida.
El milagro de la vida: evolución perfecta
Más allá de la biología, de la ciencias y las letras, la vida transita por caminos misteriosos. Tal vez nunca podamos dejar de asombrarnos ante este milagro. Cuanto más sabemos acerca de este maravilloso mecanismo, más asombroso nos parece.
La gestación en sí es un proceso que nos llena de emoción y sorpresa. La propia naturaleza nos ayuda con su sabiduría: ocho días después de que el óvulo y el espermatozoide consolidan su unión, se desarrolla una hormona protectora. Esta evitará el rechazo de la nueva criatura por parte del cuerpo de la madre. La vida ya comienza a abrirse paso y nosotros apenas somos conscientes de ello.
Todo eso surge en muy poco tiempo. Tan poco, que apenas nos da tiempo a reaccionar. Solo sabemos que un bebé crece dentro del vientre materno y que, día a día, una serie de procesos de gran complejidad se ejecutan, venciendo una y otra vez la nada. Tras la dulce espera, este inquilino llegará al mundo y con ello, llegará la celebración de un nuevo ser, una nueva vida.
La vida parece estar diseñada para vencer la nada y constituir, en sí, una oda a la existencia.
Una nueva aventura
A partir del primer momento de la gestación, se viven una gran cantidad de experiencias. Tener un hijo te cambia, no solo a nivel físico, sino también a nivel emocional. En este sentido, la vida adquiere un nuevo significado, se llena de sentido.
La maternidad nos humaniza, nos da un propósito y, a la vez, nos da la oportunidad de maravillarnos ante el milagro de la vida. También nos brinda empatía y sensibilidad y eso provoca que creemos, estrechemos y mantengamos vínculos de gran trascendencia.
Una nueva vida es un milagro porque tiene el poder de cambiarnos y de hacer que la respuesta que creíamos haber encontrado en ella, nunca pueda ser estática o permanente. Hace que seamos mejores personas y que nos preocupemos por el bienestar de otros. El amor que albergamos por el bebé es transferido a todas las cosas que nos rodean, brindándonos una gran felicidad.
Más que definir, procuremos disfrutar a plenitud esta nueva oportunidad que la vida nos concede. Seamos conscientes de la maravilla que la biología nos ha permitido experimentar y juguemos con las mil y un respuestas que nos ofrece. Después de todo, en la duda hay vida.
Bibliografía
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