Disforia de género en la infancia: cómo actuar

La disforia de género puede manifestarse desde la infancia, por lo que resulta fundamental que conozcas sus signos para apoyar a tus hijos. Te los mostramos.
Disforia de género en la infancia: cómo actuar
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Elena Sanz Martín

Última actualización: 08 septiembre, 2021

En los últimos tiempos, las consultas por posibles casos de disforia de género infantil han aumentado hasta casi cuadruplicarse. Es que resulta una realidad compleja, poco comprendida y capaz de generar malestar en los menores y en sus familias.

Pese a la confusión y a la incertidumbre que genera, la sensibilidad, la prudencia y la evaluación individualizada son los elementos fundamentales para evitar un mayor daño a estos niños.

Afortunadamente, cada día la sociedad se vuelve más consciente de la diversidad de identidades y de orientaciones sexuales. Al hablar de un asunto tan crucial como la construcción de la propia identidad, no podemos dar por sentada una evolución única y hemos de acompañar el progreso del niño con respeto y empatía.

¿Qué es la disforia de género en la infancia?

La disforia de género se caracteriza por un sentimiento de incomodidad o disconformidad respecto al propio sexo.

Las personas que lo presentan se identifican con el género contrario al que viene determinado por su sexo biológico. Es decir, tienen el convencimiento de que su identidad sexual no se corresponde con su sexo anatómico.

Es importante comprender que se trata de un asunto de identidad y no de orientación sexual. En otras palabras, el hecho de que un niño (o un adulto) se sienta identificado con el género opuesto no determina sus preferencias sexuales y románticas. Únicamente indica lo que la persona siente respecto de sí misma.

Aunque no sucede en todos los casos, una gran parte de ellos comienzan a mostrar síntomas de disforia de género ya en la infancia o en la adolescencia.

Estas manifestaciones causan preocupación en los progenitores y, generalmente, conducen a la búsqueda de asesoramiento profesional. Sin embargo, es necesario recordar que no en todos los casos se presentan todos los signos y que estos no necesariamente indican una disforia de género.

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Principales manifestaciones de la disforia de género

La evaluación individual es fundamental para definir la disconformidad respecto del sexo, aún cuando existan señales características. Entre ellas, se destacan las siguientes:

  • Manifestaciones verbales recurrentes (o deseos constantes) de pertenecer al género contrario.
  • Preferencia por juguetes, juegos y actividades propios del otro género. Por ejemplo, las niñas optan por deportes y juegos violentos y los niños, muestran interés por muñecas y juegos domésticos.
  • Adopción de actitudes, maneras y formas de expresión propias del otro género. Por ejemplo, la elección de la ropa, el peinado y la imagen física.
  • A la hora de seleccionar disfraces o interpretar juegos de rol, la elección de los personajes pertenecientes al género con el que el menor se identifica.
  • Preferencias por relacionarse con compañeros del género opuesto.
  • Rechazo a los genitales propios, deseo de cambiarlos o de hacerlos desaparecer.
  • Temor intenso a la adolescencia, por ser el momento en que los caracteres sexuales secundarios generan una imagen física típica del sexo que se rechaza.

Detección precoz y diagnóstico

La detección precoz es fundamental para evitar un importante sufrimiento emocional en el menor. Y es que contar con el asesoramiento y apoyo familiar y profesional le ayudará a transitar la confusión y la incertidumbre de la mejor manera posible.

Así mismo, le permitirá adquirir las herramientas necesarias para hacer frente al posible acoso o rechazo que puede estar sufriendo. Por ello, es importante no menospreciar las manifestaciones infantiles de disconformidad ni tomarlas como meras llamadas de atención.

Es necesario aclarar que muchas veces ciertos comportamientos “atípicos” son esperables en algunas edades, sin que impliquen disforia de género. Por ejemplo, que un niño disfrute de maquillarse o pintarse las uñas o que una niña escoja jugar al fútbol, no implican necesariamente un problema de identidad.

En ocasiones, los estereotipos y los roles de género perpetuados por la sociedad no promueven que los menores jueguen, exploren y se expresen libremente. Pero este diagnóstico no tiene lugar si estas manifestaciones no generan sufrimiento en el menor.

Observar la evolución y acompañar con respeto

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Según la evidencia, solo una parte de los niños que manifiestan inconformidad con su género mantienen esa disforia en la edad adulta y optan por un cambio de sexo.

Algunos estudios demuestran que varios de estos pequeños evolucionan hacia la homosexualidad, sin una disforia de género concomitante. En contraparte, otros manifiestan una orientación heterosexual sin presentar tampoco esta disforia.

Por todo lo anterior es imprescindible actuar con cautela, realizar una evaluación individualizada y observar la evolución de cada niño.

En el caso en el que el diagnóstico se confirme, el tratamiento apropiado ayuda al menor a reducir su malestar emocional. También, a transitar los cambios hormonales de la adolescencia, ya que se puede evitar el desarrollo de algunos caracteres sexuales secundarios propios del género.

Si piensas que tu hijo puede estar atravesando esta experiencia, busca orientación profesional cuanto antes. Esa es la mejor manera de acompañarlo con respeto y amor.


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