Cómo desarrollar la adquisición del lenguaje

El entorno familiar tiene una gran responsabilidad en el desarrollo del habla de los niños, por ello te brindamos algunas técnicas al respecto.

Niño aprendiendo a hablar.

Desarrollar la adquisición del lenguaje es una actividad en la que los padres participamos sin darnos cuenta. Siempre que nuestro hijo posea las condiciones suficientes para adquirir el lenguaje, ocurrirá un proceso paulatino que se desenvolverá con natural eficacia.

Sin embargo, los resultados serán más favorables si sabemos cómo contribuir a su desarrollo cabal. ¿Quieres conocer más al respecto? ¡Sigue leyendo!

Naturaleza del desarrollo del lenguaje

Como leemos en la Revista Cognosis, el lenguaje hablado es el medio fundamental de comunicación y revela la capacidad del ser humano para expresar pensamientos y sentimientos. Se aprende de forma natural dotando de cualidades lingüísticas la información que llega a través de los sentidos desde el entorno familiar.

En consecuencia, un individuo calificado lingüísticamente desde el nacimiento está en total capacidad de adquirir una lengua materna. En tanto que el lenguaje tiene varios campos de desarrollo, es mediante la lengua como los seres humanos podemos comunicarnos de manera verbal.

Aprender a comunicarnos utilizando el idioma común en nuestro entorno es un reto que cumplimos desde los primeros años de vida. Sin embargo, el desarrollo de este proceso se extiende hasta la adolescencia.

Como leemos en una investigación desarrollada en la Universidad de Valladolid, si bien el desarrollo del lenguaje continúa hasta los diez o doce años, todo indica que los aspectos más importantes se adquieren hacia los cuatro o cinco años, con indicios de que muchos aspectos de la gramática alcanzan su consolidación en la pubertad.

En este sentido, primero se adquieren los elementos básicos del sistema lingüístico, luego se evoluciona a las cuestiones del significado; más tarde, a la pragmática.

Elementos para desarrollar la adquisición del lenguaje

Conocer en los niños el rendimiento, los niveles de maduración cognitiva y la aptitud ante el lenguaje, ayuda a establecer objetivos claros de intervención. Para ello, existen formas de abordar su evaluación en áreas como la fonología, la sintaxis y morfología, la semántica y la pragmática.

Estas cuatro áreas se dividen de manera operativa en la Prueba de Lenguaje Oral de Navarra (o PLON-R), como forma (fonología, morfología y sintaxis); contenido (semántica) y uso (pragmática), según se interpreta en este artículo publicado en la revista Enseñanza e Investigación en Psicología.

1. La forma o gramática

Es uno de los elementos más difíciles de identificar porque es abstracto; sin embargo, se sabe que se obtiene en el periodo comprendido entre el nacimiento y los cinco o seis años.

Si el niño está en la etapa de internalizar la forma del lenguaje, las recomendaciones apuntan a ayudarlo a reconocer las primeras conexiones gramaticales, sonidos, sílabas y palabras.

2. El contenido o cognición

Este concepto indica que el niño ya ha evolucionado luego de haber aprendido sonidos, relaciones morfológicas y cadenas fónicas. Llegar a esta etapa implica que el pequeño conoce gran parte del campo semántico de los planteamientos léxicos que han llegado a su conciencia. Es decir, conoce el significado de la mayoría de las palabras que ha descubierto.

3. El uso o pragmática

Sentido, congruencia y fluidez son elementos que integran la eficacia comunicativa, tema central de este artículo publicado en Pragmalingüística. Desde que el bebé por razones fisiológicas busca comunicarse, reacciona a las diferentes respuestas, modelando la efectividad de sus interacciones.
De tal modo, el niño tendrá intenciones comunicativas conscientes y controladas, por imitación o automatizadas. También responderá a la comunicación de manera lingüística o no; interactuará y conversará; y en especial, hará variaciones verbales pertinentes y oportunas según el contexto.

Consejos para desarrollar el lenguaje en los niños

Aun cuando la forma, el contenido y el uso se explican por separado, en realidad se desarrollan de manera simultánea en cada periodo.

Al respecto, para fomentar la evolución de estas etapas no es recomendable saltar ninguna, o pasarlas demasiado rápido. Tampoco, omitir información útil, así el niño podrá ir internalizándola a medida que crece cognitivamente. Veamos a continuación algunas estrategias:

1. Hablarle al bebé

Las palabras alimentan al bebé, les dan seguridad y confianza, además de que estimulan su capacidad de sentir y conocer. Estudios como este, publicado en Psychological Science, sugieren que hablarle al pequeño fortalece las habilidades de procesamiento que facilitan el crecimiento del lenguaje.

Hablarle mirándolo a la cara, con modulación y movimientos expresivos de ojos y labios, hará que muy pronto el niño busque imitar. En ese sentido, es básico incorporar elementos gestuales y asegurarnos de que el bebé nos mira; esto con el fin de que internalice las expresiones que hacemos, como las articulaciones verbales. Observar los movimientos de la boca, permite que sea más sencillo repetir el sonido.

Otro aporte fundamental de los gestos está en lo que se conoce como lenguaje Motherese, es decir, el habla dirigida a los bebés, la cual además de desarrollar la adquisición del lenguaje, fomenta el aprendizaje del afecto y la atención, como lo esclarece este artículo de la revista PloS One.

2. Evitar los imperativos

El lenguaje empleado para dirigirse al bebé debe ser inteligible y no estar plagado de imperativos. Estos últimos aportan poca información, carecen de sujeto y, en general, son pobres en recursos gramaticales.

Los imperativos crean un clima autoritario que, junto a las negaciones, obligan a callar coartando el pensamiento y la interacción. Se recomienda entonces, un registro adecuado a su conocimiento, no muy fuerte ni muy bajo; alegre y expresivo, el cual incluya sistemas exclamativos e interrogativos.

3. Contestarle y conversar

Desde que el bebé realiza sus primeros sonidos o gestos, es importante contestar, repetir y entablar pequeñas conversaciones. La interacción demuestra lo importante que es el intercambio social para el desarrollo de los niños, en especial cuando el cuidador responde a sus conductas de manera sensible.

Como lo describe este artículo de la Revista Mexicana de Psicología, esto es lo que se denomina responsividad, es decir, la forma en que los adultos responden a las señales conductuales de los niños de manera apropiada y consistente. Las respuestas modulan la conducta del pequeño, le brindan conciencia del ambiente, fortalecen el apego y contribuyen a su desarrollo emocional, cognitivo y social.

4. Leerle cuentos

Leer un cuento es una excelente manera de hacerle llegar las formas y prepararlo para el contenido. Esta etapa inicia entre los 10 y 12 meses. Sin embargo, investigaciones como esta, publicada en la revista Educere, afirman que desde el vientre se puede acostumbrar a la musicalidad de la lengua, por medio de lecturas que activan el percibir, el sentir y el pensar.

Leerles cuentos a los niños desde edades tempranas también les ofrecen otros beneficios. Un estudio publicado en Developmental science, afirma que la cantidad de interacciones de lectura entre padres y niños predice el vocabulario receptivo de los pequeños, así como su comprensión lectora y su motivación interna para leer.

5. Enriquecer su vocabulario

Aunque no observemos que el niño ha producido alguna palabra, debemos considerar que seguro comprende lo que oye, siempre y cuando sean expresiones sencillas. Con oraciones cortas, bien formuladas, con diversa entonación y haciendo énfasis en el aquí y el ahora.

Es tiempo pues, de aprovechar para hacerle llegar mensajes e incorporar vocabulario a través de diferentes maneras. De hecho, el uso de gestos simbólicos facilita en los bebés el desarrollo del lenguaje oral, así lo señala esta investigación sobre estimulación temprana en el desarrollo del lenguaje, publicada por la Universidad CES.

En efecto, los gestos mejoran la atención y aproximan el referente al sonido de las palabras. En otras palabras, permiten representar de manera física las palabras al poner en acción simultánea la forma y el significado, lo que tiende a facilitar la comprensión y la retención del concepto.

Cuando el niño ha crecido un poco, al momento de referir situaciones o cosas, se han de procurar en lo posible los nombres concretos. Recurrir sin necesidad a palabras generales o poco específicas, achata la comprensión de la realidad. 

6. Producir onomatopeyas

La representación de sonidos naturales o no discursivos puede ser de gran utilidad para el desarrollo temprano del lenguaje. Así lo afirma esta investigación, publicada en Developmental Science, la cual sugiere que las onomatopeyas son aprendidas por los niños de manera más fácil que las palabras complejas. Este hecho quizás se deba a que ofrecen un vínculo entre la palabra y la experiencia sensorial.

A los niños les encantan los sonidos y se divierten imitando ladridos, maullidos o mugidos. Seguir el juego y completar el concepto con la palabra perro, gato o vaca según el caso, lo orienta en la relación básica entre fonemas y significado. Convertir las imágenes o los sonidos de la naturaleza en palabras es una forma de traducir y explicar el mundo. 

7. Explicarle las cosas

Nunca está de más hacer breves explicaciones de lo que acontece a su alrededor. Cuando observemos algo interesante en el entorno, podemos nutrirlos con la información correspondiente que esté a nuestro alcance.

En este orden de ideas, aprovechemos sus preguntas para responder con amplitud, con la mayor cantidad de detalles posible, acordes a su nivel de comprensión. Eso lo llevará a indagar y a buscar la interacción valiéndose de los recursos expresivos que posea. Responder sí o no, impide la argumentación o el razonamiento. Desarrollar una explicación, en cambio, expresa interés, empatía, respeto y consideración.

8. Establecer relaciones con el entorno

Es sabido que los paseos en coche propician el sueño del bebé, no obstante, al crecer, le gustará ir despierto, lo cual es una oportunidad de oro para darle a conocer el mundo que le rodea. Los paseos despiertan su curiosidad, y con el paso del tiempo, las preguntas irán ganando intensidad y profundidad. 

Escuchar, contestar, mejorar la calidad de nuestro discurso y corregir con tacto se cuentan entre las medidas inmediatas para favorecer que se desarrolle de forma adecuada el lenguaje en nuestros niños.

9. Promover el desarrollo de las habilidades motoras

Si bien pareciera que la motilidad no guarda relación con el vocabulario, estudios como este de la revista Frontiers in Psychology, confirman que las habilidades motoras finas y gruesas fomentan el desarrollo del lenguaje durante la infancia. Si bien, aún son necesarias más investigaciones al respecto.

Lo cierto es que el primer contacto del niño con su entorno es de tipo sensoriomotor, por ello es importante dejar que se mueva a voluntad. Algunas tareas sencillas como el gateo a través de diferentes superficies o sacudir un sonajero resultarán de gran utilidad.

La adquisición del lenguaje y el éxito escolar van de la mano

El niño en un contexto armónico e interactivo aprende a expresar sus sentimientos y emociones, a comprender el de los demás y a sumar valores, comportamientos y normas sociales. De igual manera, el lenguaje permitirá el desarrollo de las tareas escolares que exigen categorizar y describir, conceptualizar y relacionar ideas. Todas, operaciones muy complejas.

En definitiva, el despliegue de habilidades semánticas, sintácticas, fonológicas y pragmáticas, progresivas y sucesivas, hará que los niños construyan e interpreten de manera eficaz el entorno. De ahí la importancia de la actuación de los padres y, sobre todo, de la comprensión que como padres poseamos de los periodos sensibles del pequeño.

Bibliografía

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