Usa el lenguaje emocional para conectar con los niños

Usa el lenguaje emocional para conectar con los niños
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 12 diciembre, 2020

El lenguaje emocional es fundamental durante la crianza de tus hijos. A través de este mágico instrumento conseguirás nada menos que conectar con los pequeños. No hay necesidad de apelar a gritos y castigos, basta con un buen trato.

Actuando de manera asertiva, siendo empática y educando de manera respetuosa es posible llegar mucho más lejos. Como verás, criar un hijo supone cuidados básicos y elementales que arraiguen esa relación afectiva inmaculada. Aprende en este artículo a conectar con los más chicos mediante el uso del lenguaje emocional.

El lenguaje emocional, la llave a otras infancias

El lenguaje emocional implica hablar de igual a igual al menor, pero siempre con palabras positivas. Además supone jamás levantar la voz mas presentar gran firmeza. No hace falta herir emocionalmente al niño para comunicarte correctamente.

Exprésate con el idioma de las sonrisas que nunca se borran, si lo que deseas es conectar con tu hijo. Demuéstrale a los más pequeños, indefensos e inocentes seres que el amor es el que mueve los hilos del mundo y no el temor.

Obsequia a tu hijo las más bonitas palabras y frases afectivas. Ayuda al niño a que domine desde la más temprana edad el lenguaje emocional. Nutre de seguridad y confianza en si mismo a ese pedazo de tu ser. Y para ello no existe nada mejor que el lenguaje afectivo, plenamente sabio en materia de emociones.

Cubre sus vacíos y completa sus carencias conectando a través de la herramienta más útil de toda crianza infantil. Lo agradecerás conforme avance el tiempo. Se trata de una inversión a futuro capaz de arrojar los más dulces frutos con el paso del tiempo.

El lenguaje, una herramienta que requiere responsabilidad

Es muy frecuente descuidar el léxico que utilizamos para dialogar con nuestros hijos. O el que usamos a diario frente a ellos. Y ello no es un mal menor porque el lenguaje tiene un inmenso poder sobre el cerebro de los infantes.

Claramente, las palabras no matan, pero tienen el don de herir con mayor gravedad que cualquier tipo de golpe físico. Secuelas emocionales difíciles -cuando no, imposibles- de sanar pueden ser algunos de los resultados de este tipo de errores.

El lenguaje que usas puede dejar una huella imborrable en tu hijo. Estrés, estados de indefensión y depresión infantil son solo algunas de las más comunes. De igual manera, el uso de un lenguaje emocional marca a fuego la personalidad del niño, pero en tal caso ofreciendo resultados positivos.

Este lenguaje emocional será el que no solo les ofrezca una mirada positiva del mundo y de ellos mismos, sino también fuente inagotable de motivación. Aquella fuerza motriz que los empuje, que los motive a lograr aquello que anhelan con todas sus fuerzas.

 El lenguaje emocional, todo un don

Un lenguaje emocional efectivo que consigue conectar con tu niño requiere de tiempo y paciencia. Claro que no es soplar y hacer botellas, pues también implica altas dosis de amor y voluntad. Unas pizcas de intuición y otras pocas de perseverancia no vendrán nada mal para acometer tal empresa.

De este modo podrás llevar a cabo la maternidad respetuosa que tanto soñaste. Aquella en la que incluyes a un niño que es valorado y respetado por su estatuto de persona. Aquel que es amado y aceptado más allá de cualquier logro o fracaso.

Solo con este método garantizas al menor su crecimiento. Crecimiento, claramente, no solo en peso y altura, sino especialmente en seguridad, independencia, autoestima, personalidad e inteligencia. Una vez más, detente un segundo y presta a tu hijo toda la atención que demanda y merece.

Háblale bonito y trátalo bien, evitando sermones y reproches innecesarios. Sin etiquetas, calificativos e insultos. Sin gritos ni estridencias. La ciencia ha logrado demostrar a través de diversos estudios que estas obsoletas técnicas, aún persiguiendo la mejor de las intenciones, son escasamente eficaces.

Cambia esos discursos interminables y múltiples advertencias por un método más sencillo, saludable y eficaz. Olvida las órdenes del cuartel y apela a tu valiosa capacidad de escucha, y de diálogo. Sobre todo, cuida cada una de las palabras que escoges para hablar con el chico.


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