Evolución del lenguaje: las características de la etapa prelingüística

"El aprendizaje es más que la adquisición de la capacidad de pensar; es la adquisición de numerosas habilidades para pensar en una gran variedad de cosas." -Lev Vygotsky-
Evolución del lenguaje: las características de la etapa prelingüística

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 16 enero, 2022

Los bebés establecen contacto y comunicación a través de los sentidos y, desde que nacen, son capaces de informar sobre sus necesidades y su estado. Durante el primer año de vida, el lenguaje de los bebés evoluciona y pasa de ser un simple ejercicio articulatorio a la emisión de las primeras palabras con sentido. Hablamos de la etapa prelingüística.

Evolución del lenguaje: características de la etapa prelingüística

En el desarrollo de la lengua se diferencian dos etapas: etapa prelingüística y etapa lingüística. La primera abarca los primeros 12 meses de vida, mientras que la segunda etapa comienza con las primeras palabras y se centra en el periodo de adquisición del lenguaje, donde el niño empieza a integrar el contenido (idea) a la forma (palabra).

En los primeros meses, el desarrollo del lenguaje está muy ligado al proceso de socialización. El bebé aprende a comunicar intenciones no solo a través del llanto, sino que también lo hace mediante la mirada, los gestos y la sonrisa. Esta forma primaria de comunicación sienta las bases para la posterior comunicación verbal, además de contribuir al desarrollo de la figura de apego, que es fundamental en el desarrollo socio-afectivo del bebé.

Niña pequeña haciendo que habla por teléfono ya que está en la etapa prelingüística e imita a sus padres.

La etapa prelingüística se organiza en una secuencia evolutiva que comprende 4 fases:

1ª fase: vocalizaciones reflejas y gorjeo (0-2 meses)

Durante el primer mes de vida, los bebés solo emiten vocalizaciones reflejas o exteriorizaciones sonoras. Con el llanto, comienza el proceso comunicativo que, según la tonalidad, denota distintos contenidos: dolor, hambre, frío, sueño o reflejo de cualquier estado de bienestar o malestar. Con el llanto el bebé logra comunicar sus necesidades y, si le son satisfechas, lo usará de forma intencional.

Hacia el segundo mes, empiezan a emitir articulaciones espontáneas, son los llamados gorjeos. El característico sonido “ajo”.

2ª fase: balbuceo. Juego vocal (3-6 meses)

A partir del tercer mes, los bebés pasan de emitir sonidos aislados a emitir sonidos voluntarios e intencionales. Comienzan un balbuceo claro y constante con sonidos guturales y vocálicos, repitiendo los sonidos “ga” y “ge”.

Para ellos, es una especie de juego, ya que experimentan con sus órganos fonatorios y los van controlando. Al mismo tiempo, se divierten escuchando su propia voz. Les gusta gritar para escucharse y emiten sonidos similares a un ronroneo cuando están entretenidos en sus juegos.

Piaget considera que en este período el niño va tomando conciencia de que las fonaciones, gorjeos, manoteos y ruidos guturales que produce tienen un efecto en su entorno próximo. De esta forma, aprende a comunicarse, estableciendo relaciones entre lo que emite y el efecto que esto produce a su alrededor.

3ª fase: balbuceo reduplicativo. Imitación de sonidos (6-9/10 meses)

A través del balbuceo y los juegos articulatorios, el niño va dominando la emisión de distintos fonemas vocálicos y consonánticos. Alrededor del octavo mes, el bebé se inicia en los sonidos polisilábicos: “ba”, “pa”, “da”, “ga”, “ma…”,  y aparecen las “lalaciones” o “grupos repetitivos”.

Estas lalaciones consisten en la emisión de sonidos mediante redoblamiento de sílabas: “mamama”, “mamimami”, “uiuiui”, “bababa”, “papapa”, “ñañaña”, “tatata”. A su vez, estas vocalizaciones llevarán al bebé a emitir sus primeras palabras “por accidente”.

Mamá hablando con su bebé durante la etapa prelingüística.

A partir del sexto mes, los bebés comienzan a observar  y a imitar movimientos, sonidos  y gestos.  Muestran un interés especial por escuchar el habla de los adultos y les gusta que les presten atención y los hablen. Esta interacción que busca el bebé con los adultos confirma los estudios de Bruner.

Bruner centró los estudios del desarrollo del lenguaje en la interacción social. Consideró que deben darse marcos de interacción adecuados para que tenga lugar el aprendizaje del lenguaje. Por lo tanto, en esta etapa, los adultos debemos crear contextos comunicativos en los que el bebé pueda interaccionar y evolucionar en su lenguaje.

4ª fase: comunicación intencional (9/10-12 meses)

A finales del primer año, el bebé comienza a comunicarse intencionalmente. Señala objetos, dice “no” con la cabeza y “adiós” con la mano, entiende órdenes simples y reacciona al oír su nombre.

A partir del año, los sonidos polisilábicos comienzan a tener significado real; ahora sí llaman a mamá, papá o tata, son capaces de imitar sonidos de animales (“guau”, “miau”, “muu…”) e inventar palabras onomatopéyicas con significado para ellos.

En el desarrollo del lenguaje, la familia y los adultos jugamos un papel muy importante; tenemos que estimular léxicamente al niño. En las “conversaciones”, debemos intentar asociar el significado fónico (palabra hablada) con el significado (objeto al que hace referencia la palabra). De esta forma, el niño asocia y fija la relación en su cerebro.

Cómo siente y percibe el bebé la lengua materna antes de cumplir un año

Desde el vientre materno el bebé capta la voz humana y distintas intensidades acústicas. Y a l poco tiempo de nacer ya lo caliza la fuente de sonido de la voz . A la tercera semana discrimina sonidos, tonalidades y matices.

A los dos meses forma imágenes retinianas cada vez más específicas y diferenciadas. Y a ntes de los cuatro meses, segmenta el espectro de colores en categorías similares a las empleadas por el adulto, lo cual indica que capta colores antes que las palabras que los nombran.

En el primer mes de vida el bebé tiene unas capacidades que le permiten percibir el espacio, toda vez que reacciona a la presencia de mayor o menor lejanía de las personas que lo rodean.

Y alrededor de los ocho meses discrimina las propiedades físico-acústicas de los fonemas en cuanto a altura, intensidad, duración y timbre.

Antes de producir sus primeras palabras, maneja los tonos e intensidades del lenguaje con los que expresa de manera competente rabia, desagrado, rechazo, aceptación, complacencia, etc. Desde tres meses antes de cumplir el primer año, controla el volumen y las curvas tonales de su voz.

Todos estos aprendizajes complejos pre-lingüísticos, son la base sensorio-perceptiva de la lengua materna.


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