Cada segundo cuenta. Desde que tu óvulo fue fecundado dentro de tu vientre crece un mundo nuevo que late a cada instante. Dentro de ti habita un nuevo ser y esa personita es la protagonista de uno de los acontecimientos más prodigiosos tu vida. Goza tu embarazo, experimenta con alegría el hecho de ser mujer y madre. Por más adverso que se torne el panorama nunca te olvides disfrutar, porque cada segundo cuenta.
Las mujeres tenemos el don de experimentar uno de los milagros más hermosos de la naturaleza: dar vida. ¿Parece mentira, no? A veces resulta increíble que de ese puntito tan pequeño llamado célula surja una criatura tan hermosa. Con el paso de los días también te resultará increíble que esa personita pueda revolver tu mundo de tal manera que parece que te lo están presentando de nuevo.
Junto a tu hijo redescubrirás las maravillas del universo, te enamorarás de nuevo de la luna, de las estrellas, del placentero y siempre embriagador silencio de la noche y verás con otros ojos a las montañas, a los bosques. Es muy probable que percibas de manera diferente el perfume de las flores y también sientas de una forma distinta el canto de los pájaros, de seguro los encontrarás preciosos, pero su belleza se opacará si la comparas con la de tu bebé, porque la belleza de tu hijo es incomparable.
Un mundo nuevo llamado bebé
De nuevo la vida te sorprende, quién iba a pensar que de una célula fecundada surgiría ese milagro al que llamamos bebé. Esa célula dará fe del misterio de la vida y creará a partir de su inteligencia a un individuo, quien a su vez guardará y responderá nuevos misterios del mundo. Porque para sus ojos todo será bello, todo será nuevo, todo será puro.
¿Cómo es posible que nueve meses den para tanto? Sí, en nueve meses, tendrás una experiencia tan intensa que de ella brotará nada más que tu amor maternal. Dicho sentimiento que te hará capaz de superarlo todo, de soportar lo indecible y que te hará sentir más plena que nunca.
Esa criatura que crece dentro de ti, hará que surja una energía que es además de fantástica, muy fuerte. Toda esa fuerza se encauzará a proteger al bebé que viene a descubrir este mundo.
Tú estarás ahí para acompañarlo, para aliviar sus fatigas, para ahuyentar sus miedos, para alabar sus esfuerzos y para celebrar sus alegrías. Tu mundo cambiará, te lo aseguro, porque esta personita llenará tu vida de nuevos sacrificios y de nuevos nerviosismos, pero también de otras tranquilidades, de un optimismo sin precedentes y de una alegría arrolladora.
La vida que crece dentro de ti vendrá a reponer muchas esperanzas y a alimentar un sentimiento materno que fluirá con la energía que tiene una llama ardiendo. Tu bebé te dará el coraje suficiente para sobreponerte y superar cualquier reto. Serás otra, ya verás. Serás la mujer que tu hijo necesita a su lado para caminar sobre las calles que se abrirán para él.
Prepara tu mundo para él
Convertirse en madres no significa solo dar la vida, significa, por encima de todo, cuidar del bebé porque su futuro depende de nosotras. La preparación para ser madres no se debe centrar en conseguir la mayor cantidad de objetos para que el bebé esté cómodo. Eso está muy bien y forma parte de que debemos hacer, pero también es preciso revisar y poner orden en nuestro mundo interior.
Antes de que el bebé salga de tu seno intenta reforzar tus buenas costumbres, pues tu hijo aprenderá de tu ejemplo, sea bueno o malo. Procura también blindar tu menú con una alimentación adecuada para ambos, pues esta permitirá que los dos estén sanos y puedan disfrutar de los placeres de la vida.
Y sobre todo procura que tu mundo, sea del tamaño que sea y tenga las complicaciones que tenga, esté lleno de sinceridad, de razones y sonrisas honestas, porque estas nutrirán el alma de ambos. Y una cosa más, aunque parezca contradictorio no te preocupes por el amor, pues te sobrará. Tu bebé hará que de ti brote tanto amor que te será imposible calcularlo, además será un sentimiento compartido porque tu hijo viene cargado de él.