Creceréis en nuestros brazos y os daremos raíces para que voléis alto en la vida

Creceréis en nuestros brazos y os daremos raíces para que voléis alto en la vida
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 15 abril, 2020

Dicen que las madres y los padres no tienen por qué ser porteadores. Que los niños se malcrían si pasan demasiado tiempo en sus brazos. Que la vida acontece en el suelo, porque es ahí donde se hallan los desafíos. Ahí de donde todos debemos levantarnos después de habernos caído.

Ahora bien, hablamos de niños, no de adultos. En los últimos años estamos viendo un curioso interés por el hecho de que los más pequeños “aprendan rápido”. Hay quien busca que su hijo adquiera las competencias lectoescritoras lo antes posible, que aprenda a nadar. O más aún, que experimenten los alimentos sólidos por sí mismo antes de tiempo…

La aceleración de etapas no trae buenos resultados. No si el niño no lo demanda, no si no ha llegado aún a esos períodos sensibles de los que nos hablaba Montessori. Porque en realidad, son los propios padres quienes deben conocer las necesidades de sus hijos para saber qué ofrecerles. Saber intuir y saber qué dar en cada instante, es garantizar el éxito en la crianza.

Los niños, lejos de lo que nos digan nuestros propios padres, amigos o supuestos gurús de la crianza, necesitan nuestros brazos para crecer. Porque el arte del “biencriar” está en ese lugar donde se unen los corazones, donde se confiere cariño y seguridad. Es decir, cerca de papá y mamá.

A continuación, te invitamos a profundizar en el tema.

Criar en brazos: el contacto afectuoso que ayuda a crecer

Empecemos hablando de esa crianza cercana, la que busca el contacto cercano, íntimo y delicado. La técnica “madre canguro”, por ejemplo, es vital para los bebés prematuros. Esa unión piel con piel con la madre (y con el padre) favorece la activación de múltiples mecanismos neurobiológicos para mejorar sus respuestas adaptativas.

De hecho, mejora el ritmo de la respiración, el flujo del oxígeno y se estimulan procesos tan esenciales como el de la succión y la deglución. No obstante, veamos más aspectos interesantes con detalle.

familia

Los bebés y los niños experimentan menos dolor

Los bebés prematuros están sometidos a diversos procedimientos médicos donde, inevitablemente, sienten dolor. Sin embargo, el hecho de estar en brazos de la madre durante diversos periodos de tiempo, reduce ese impacto, esa sensación.

  • Asimismo, un bebé o un niño ya más mayor, buscará siempre nuestros brazos cuando sienta miedo, cuando le duela algo, cuando no se encuentre bien. Lejos de ver esto como la reacción de un niño demandante, es necesario asumir la realidad.
  • El contacto físico reduce el estrés, aplaca el miedo y aporta una adecuada relajación en los circuitos neuronales relacionados con el dolor.

La seguridad de los brazos de papá y mamá mejora la autoestima

No hagas caso. Abrazar mucho no malcría. Acariciar, besar y dar aliento no da al mundo niños apocados. Ofrecer nuestro regazo o dejar que se duerman en nuestros brazos cuando tienen 5 o 6 años tampoco es “contraproducente”. De hecho, estarás edificando buenas raíces en su cerebro emocional.

  • El niño que se siente querido confía más en sí mismo para explorar, para descubrir.
  • Los niños que han tenido la cercanía de sus padres a lo largo de su infancia, se convierten en adultos con una mejor autoestima.
  • Permitir que nuestro hijo se abrace a nosotros cuando así lo quiera tenga la edad que tenga, crea, efectivamente, “serios efectos secundarios”. Criarás personas con mejor autoconcepto, seres que valoran el vínculo emocional, adultos capaces de establecer lazos basados en el afecto, el cuidado y el respeto.
hijos en brazos

Os daré alas para volar y raíces para volver

Como padres, queréis lo mejor para vuestros hijos. Lejos de dejaros influenciar por lo que otros digan o piensen, debéis confiar en lo que os dice vuestro pediatra y también vuestro instinto. Resulta curioso saber, por ejemplo, que tanto el cerebro del papá como el de la mamá cambian con la llegada del primer hijo.

Con libros como “El cerebro de mamá. Cómo la maternidad nos hace más inteligentes”, descubrimos hechos tan fascinantes como que tanto el cerebro del hombre como el de la mujer experimentan mayores conexiones neuronales.

  • Hay un propósito conjunto: garantizar la supervivencia y bienestar de ese nuevo ser. Ello implica que van a cambiar muchos de nuestros propósitos y seremos capaces de desarrollar nuevas competencias.
  • Una de ellas es la de la multitarea. Ambos seréis capaces de hacer muchas cosas a la vez. Asimismo, el nivel de oxitocina va a impregnar vuestros cerebros. E incluso en el del papá se va a reducir su nivel de testosterona para desarrollar esa necesidad de cuidado de atención.
  • Cada una de estas características, nos acercan a una necesidad esencial: a tener a nuestros hijos cerca, bien cerca. ¿Por qué negar algo que es tan reconfortante tanto para los niños como para los padres?
madre e hijo

Vale la pena tenerlo en cuenta. La crianza en brazos ofrece raíces a nuestros hijos. Les da ese pilar al que siempre van a volver, ahí donde se identifican y donde encontraron su fuerza y su aliento para volar bien alto en la vida.

Hasta donde los lleven sus sueños.

 


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