Comunicarte con tu hijo adolescente puede resulta algo complicado. Al hablar con él, preguntarle qué planea hacer en lugar de decirle qué crees que debería hacer ayudará a abrir un mundo completamente nuevo de comunicación y respeto. Comunicarse con los adolescentes puede ser difícil, pero estas tres palabras mágicas, “¿Qué quieres hacer?”, pueden abrir muchas puertas.
Comunicarte con tu adolescente con tres palabras mágicas: “¿Qué quieres hacer?”
Estas tres palabras pueden arreglar la relación para siempre. Los adolescentes son lo suficientemente mayores como para saber lo que tienen que hacer y necesitan tu ayuda para saber cómo abordar una situación. Pero también quieren tener el control y desean poder elegir entre diferentes alternativas.
Las tres palabras mágicas, “¿Qué quieres hacer?”, transmite respeto, pues con ellas le pasas la responsabilidad a tu hijo y le ayudan a desarrollar buenas habilidades de planificación; son tres palabras muy poderosas, mucho más de lo que te puedas imaginar. Cuando empieces a usarlas, todo cambiará entre vosotros a mejor.
Quizá al principio seas reticente pensando que tu hijo es desorganizado y que siempre tienes que recordarle sus responsabilidades. Es buena idea que aprenda de sus errores.
Normalmente, los adolescentes quieren hacer las cosas cuando les apetece y no cuando tú quieres que las hagan. No es necesario discutir, simplemente ellos deben saber que hay unos plazos que hay que cumplir y que ,si no cumplen, habrá consecuencias.
Además de usar las tres palabras mágicas, es buena idea mantener otras estrategias de comunicación. De esta manera, te podrás asegurar de que la relación con tus hijos sea fluida y de que puedes transmitir tus mensajes con mayor eficiencia.
Mantén una conversación abierta junto con las tres palabras mágicas
Si pones a tu hijo a la defensiva, va a ocultar la verdad o mentir porque no quiere decepcionarte, pero también quiere hacer lo que piensa que es mejor en sus circunstancias. Es importante mantener el respeto mutuo para mantener abiertas las líneas de comunicación todo el tiempo. Si quieres mantener la calma en una conversación, sigue los siguientes consejos:
La empatía primero y las consecuencias a continuación
Mirar la situación desde la perspectiva de tu hijo te ayudará a guiarlo a tomar mejores decisiones en el futuro. La próxima vez que tu hijo llegue a casa con una calificación inaceptable, por ejemplo, prueba a decir algo así como: “Dame un abrazo”. “¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?” “¿Hay algo que podamos hacer para mejorar los resultados?”.
Date un tiempo de descanso para comunicarte con tu adolescente
No tienes que responder de inmediato cuando estés enfadado o molesto; date tiempo para refrescarte. En el calor del momento, está bien decir: “No pusiste la mesa a pesar de que sabías que era tu responsabilidad. Nos ocuparemos de esto después de que haya tenido tiempo de calmarme”.
No grites y usa las tres palabras mágicas para comunicarte con tu adolescente
Reacciona con empatía primero antes de presentar la consecuencia. En algunas circunstancias conflictivas, la respuesta natural es enfadarse, pero la ira solo expresa tus sentimientos y los deja salir como una tetera desahogándose. En realidad, no comunicas nada. Debes dar un paso atrás y mirar desde el punto de vista de tu hijo. Dile las tres palabras mágicas.
No regañes
Regañar nace de querer que tu hijo no cometa errores. Pero la infancia y la adolescencia tienen que ver con aprender a través de probar y de cometer errores. Mantener una habitación desordenada, no estudiar para un examen y olvidarse de hacer los quehaceres son errores que no ponen en peligro su vida y que los niños pueden cometer y luego enfrentar las consecuencias.
La molestia estresa a ambos y no les enseña el valor de tomar sus responsabilidades más en serio. Un recordatorio es suficiente. Si siempre regañas a tus hijos sobre algo, siempre esperarán que lo hagas. Recuerda una cosa una sola vez y, si no cumplen, aplica las consecuencias.
No seas un solucionador de problemas
Tu trabajo como padre es enseñarle a tu hijo a tomar buenas decisiones y pensar de manera independiente. No necesitas tener todas las respuestas y tampoco necesitas buenas respuestas. Solo precisas comenzar una conversación en tierra firme. Por ejemplo, puedes decirle algo como: “Déjame pensarlo y luego veremos qué podemos hacer juntos”. Lo más importante es que tus hijos razonen.
Cuando estés a punto de tener un desacuerdo con tu hijo adolescente, tómate un tiempo para decir cómo reaccionarás antes de responder. Muchas veces, la respuesta es fundamental; averigua cómo te gustaría ser tratado y hazlo de la misma manera. Además, usa las tres palabras mágicas: “¿Qué quieres hacer”; o también “¿Cómo quieres hacerlo?”.