Desde el comienzo del embarazo, las mamas adaptan su anatomía para dar inicio a la producción de leche. Esto trae una serie de cambios en el tejido mamario como consecuencia del efecto hormonal.
Luego del nacimiento del bebé, los senos se sienten más sensibles y dolorosos. Además, se produce un enorme cambio en su forma y en su aspecto.
A continuación, te explicaremos qué le sucede a tus pechos durante la lactancia y cómo debes cuidarlos en esta etapa. ¿Nos acompañas?
Los cambios que sufren tus pechos durante la lactancia
Durante el embarazo tu cuerpo se transforma inmensamente para dar vida a un bebé. No solo para albergarlo dentro del vientre, sino para preparar su fuente de alimentación futura: los senos maternos.
Por este motivo, tus mamas comienzan a prepararse para la lactancia desde el inicio de la gestación. Esto ocurre bajo los estímulos de las distintas hormonas, tales como los estrógenos, la progesterona, la prolactina y la oxitocina. Todas ellas cumplen un rol fundamental en los cambios necesarios para la producción y para la eyección de la leche.
Algunos de los cambios principales son los siguientes:
- La formación de los conductos galactóforos, por donde se eyecta la leche.
- El incremento del número de unidades productoras de leche, llamadas acinos.
- La activación de los lactocitos hacia el final del embarazo, que son las células encargadas de fabricar la leche materna.
Si bien todos estos cambios son microscópicos, suelen manifestarse a través de algunos de los síntomas característicos que detallamos a continuación.
Tensión en los pechos
En los días posteriores al parto, es normal que sientas los senos más cargados y pesados. Esto ocurre como consecuencia de la famosa subida de leche. Si bien con el tiempo las molestias ceden, es probable que continúes con esta sensación durante los primeros 3 meses.
La tensión o turgencia mamaria ocurre por el aumento de sangre necesario para aumentar la producción láctea. Para calmarla es importante que los senos se vacíen, por lo que se recomienda aumentar la frecuencia de las tomas.
Sensibilidad mamaria
La congestión de sangre en las mamas hace que la piel que las recubre se vuelva más sensible al roce. A su vez, la succión del bebé provoca un vacío intenso capaz de dañar la delicada piel del pezón. Por ambos motivos es posible que sientas los pechos más doloridos, pero verás que luego de unas semanas esta sensación mejora.
Goteo
Otro de los cambios evidentes es la fuga de calostro de los pezones, ya sea unos días antes del parto o luego del nacimiento.
Es común que experimentes esta pérdida cuando tu bebé llore o cuando sientas alguna emoción intensa relacionada con la maternidad. También puede sucederte cuando los pechos están muy cargados y se acerca la hora de alimentar al niño.
Esto no ocurrirá durante toda la lactancia, sino que es más bien un fenómeno de adaptación a este nuevo estado. Con el correr de los días, mejorará. Mientras tanto, puedes recurrir a los protectores mamarios, ya sea descartables o reutilizables.
Pezones agrietados
Tus pezones pueden lastimarse y agrietarse al comienzo de lactancia. Esto es común, sobre todo cuando el acople boca-pezón no es el apropiado. Cuando esto ocurre, los pezones pueden ampollarse o romperse y sangrar.
Si esto te sucede, debes consultar con una asesora de lactancia. Ella te puede recomendar cómo tratarlos y, sobre todo, indicarte cómo mejorar la técnica para prevenir estos problemas a futuro.
Cambios visibles en los pechos
Es probable que hayas aumentado una o dos tallas de sujetador durante el embarazo e incluso luego del nacimiento. Debes saber que tus pechos permanecerán agrandados hasta el destete, aunque con el correr de los meses, los notarás un poco más blandos.
La areola y pezón lucen más oscuros por acción de las hormonas. Además, la areola aumenta su tamaño y las glándulas de Montgomery liberan un suero para proteger a piel de posibles infecciones.
¿Qué es la congestión mamaria?
En los días posteriores al parto, la producción de leche aumenta significativamente. Sin embargo, es posible que el bebé todavía no se agarre lo suficientemente bien al pezón y esto haga que los pechos no se vacíen por completo. Como resultado, se produce la congestión mamaria.
Los síntomas que caracterizan a esta condición son el dolor, la sensibilidad y la molestia en los senos, ya que se encuentran duros e inflamados. Algunas madres también experimentan calor en la zona, escalofríos e incluso fiebre. Al tacto, es posible palpar algunos bultos o durezas en alguna región de la mama.
Si esto ocurre, debes tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Continuar la lactancia y asegurar al menos 8 tomas diarias.
- Antes de la toma, aplicar compresas calientes sobre el seno congestionado o dejar correr el agua tibia de la ducha sobre él. Luego de la toma, colocar compresas frías para disminuir la inflamación.
- Verificar que el bebé haga buen acople con el pecho.
- Si el acople es inadecuado y los pechos se congestionan con frecuencia, debes consultar al médico o a un asesor de lactancia.
Luego de los primeros días, verás que tu producción láctea se adecua a las necesidades del bebé. Entonces, es esperable que la congestión ceda. Si no sucede o si se agrega fiebre, puedes estar desarrollando una mastitis. En este caso es importante que hagas una consulta con tu médico.
Cuidados de los pechos durante la lactancia
El cuidado de los senos durante la lactancia es muy importante, ya que se pueden prevenir infecciones y otras patologías. Para garantizar una adecuada protección, ten en cuenta los siguientes consejos:
- Hidrata los senos con cremas humectantes.
- Elije sujetadores de lactancia de algodón, para que los senos estén cómodos y la piel quede bien ventilada.
- Lava la aréola y el pezón solo con agua y evita el jabón. Con él puedes resecar la piel y eliminar la secreción beneficiosa de las glándulas de Montgomery.
- Masajea suavemente en los senos para disminuir la congestión.
- Usa almohadillas protectoras, si presentas fugas de leche.
¿Los pechos cambian luego de la lactancia materna?
Efectivamente, tus pechos cambiarán luego del destete. Es probable que vuelvan a su tamaño original, pero luzcan un poco más flácidos. Esto se debe al estiramiento de los ligamentos musculares que ocurre durante la lactancia.
De todos modos, este fenómeno también se produce por efecto del tiempo, por lo que no debes responsabilizar a la lactancia ni mucho menos, destetar. Existen varios factores que pueden influir en este cambio, como la edad, el haber tenido otros hijos, la genética, el consumo de sustancias tóxicas o el aumento brusco de peso.
Si cuidas adecuadamente los pechos durante la lactancia y realizas ejercicios de fortalecimiento muscular, es posible que tus mamas se mantengan firmes por más tiempo. Ante la duda, te recomendamos consultar con una especialista en lactancia materna.
Bibliografía
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