Barriga dura durante el embarazo: ¿a qué se debe?

La barriga dura durante el embarazo suele ser un síntoma habitual. Pero, ¿cuándo es necesario consultarlo con el médico? Te lo contamos aquí.
Barriga dura durante el embarazo: ¿a qué se debe?
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Escrito por Leidy Mora Molina

Última actualización: 16 marzo, 2022

El embarazo es una etapa que se acompaña de cambios físicos y de síntomas propios, que pueden resultar bastante molestos y causar preocupación en la madre. Una de estas sensaciones es la barriga dura. ¿Sabes a qué se debe? Conoce en este artículo las causas de este fenómeno y cuándo debes acudir al médico.

¿Qué representa la barriga dura durante el embarazo?

A lo largo de la gestación, podemos llegar a notar que la barriga se pone tensa y dura por momentos y en ocasiones, sentir un dolor extraño en el área abdominal. Esto causa cierta preocupación y puede hacer pensar que es un indicio de que algo malo le ocurre al bebé o que el parto se ha adelantado.

No obstante, aunque resulte molesto, es un síntoma bastante común y normal del embarazo, que responde a las adaptaciones físicas que el útero debe hacer para alojar al feto. Y más adelante, también se relaciona con las modificaciones necesarias para el parto.

Lo más habitual es sentir la barriga dura durante las noches, cuando los músculos están más relajados y nuestro cerebro más “libre de estímulos” para percibirlo. Ante todo, debes saber que la intensidad de la molestia guarda estrecha relación con la causa que la genera.

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El útero en crecimiento opone resistencia al estiramiento y eso provoca el endurecimiento momentáneo de la barriga.

¿Por qué se pone dura la barriga durante el embarazo?

Como hemos anticipado, las causas que justifican que la barriga se ponga dura varían según la etapa del embarazo. Veámoslas en detalle trimestre por trimestre.

Primer trimestre

Desde el inicio de la gestación, la madre puede notar que en ciertos momentos el vientre se le tensa. Esto es esperable, pues el útero estrena su función y debe empezar a elongar sus tejidos.

No obstante, en esta etapa, es importante valorar los síntomas que acompañan esta sensación, a fin de esclarecer la causa. Entre ellas, se destacan las siguientes:

  • Estiramiento del músculo uterino: desde el primer trimestre el útero comienza su transformación. Su tamaño cambia, sus paredes se estiran, al igual que hacen los ligamentos que lo sostienen. Como podrás imaginar, sus músculos son bastante fuertes y ofrecen cierta resistencia al estiramiento, lo que justifica el endurecimiento del vientre. La intensidad de esta molestia puede variar de una mujer a otra, pero en general, ocurre en lapsos breves.
  • Malestares gastrointestinales: la acción hormonal sobre el sistema digestivo provoca un enlentecimiento del tránsito. En consecuencia, se experimenta estreñimiento, pesadez abdominal y gases. Todos estos fenómenos distienden las paredes del vientre y favorecen al endurecimiento momentáneo.
  • Aborto espontáneo: las primeras 12 semanas de la gestación son las más delicadas, pues en este período ocurre el mayor número de abortos espontáneos. Uno de los síntomas que los caracterizan es el endurecimiento de la barriga, pero además, hay dolores muy intensos en la zona baja y pérdidas sanguíneas. En caso de presentarse de esta forma, se debe acudir a la sala de emergencias.

Segundo trimestre

En el segundo trimestre la mamá comienza a sentir los movimientos del bebé y además, la barriga crece considerablemente. Esto da lugar a la aparición de las falsas contracciones, que suelen acompañar al endurecimiento de la panza. Veámoslas en detalle.

  • Movimientos del bebé: a partir de la semana 20 se comienzan a sentir los movimientos del bebé dentro del útero. En un principio se perciben como mariposas y cosquilleos, pero a medida que el bebé crece se vuelven más bruscos. Esto muchas veces hace que la barriga se ponga dura y que cambie de forma, ya sea elevándose o desplazándose hacia los lados.
  • Contracciones de Braxton Hicks: son las llamadas “falsas contracciones” y aparecen alrededor de la semana 28 en las primerizas. El fin de las mismas es preparar al útero para el momento del parto y si bien pueden ser algo molestas, son breves e indoloras. Además, ocurren esporádicamente y sin un patrón rítmico.


Tercer trimestre

Hacia el final de embarazo, los movimientos del bebé también justifican el endurecimiento del vientre materno.

En el tercer trimestre, este síntoma se vuelve aún más frecuente y esto se relaciona especialmente con las contracciones uterinas. En este sentido, las falsas contracciones se hacen más repetitivas, aunque todavía son irregulares y arrítmicas. Su función en esta etapa es la de ablandar el cuello del útero y acomodar al bebé en la posición correcta.

No debemos dejar a un lado que el bebé ya ha ganado un tamaño y un peso considerables y que sus movimientos son cada vez más contundentes y bruscos. Esto también justifica el endurecimiento de la barriga de la mamá cuando los realiza.

Finalmente, a partir de la semana 37 es necesario prestar atención al momento en el que el vientre se tensa, pues si se acompaña de contracciones frecuentes y dolorosas o de la pérdida de líquido amniótico, pueden indicar el comienzo del trabajo de parto.

¿Cuándo acudir al médico?

Ante todo, es importante siempre valorar los síntomas que acompañan al endurecimiento de la barriga. Pues, aunque se trate de un síntoma esperable, también puede sugerir alguna complicación gestacional.

Es recomendable acudir a la valoración con el especialista cuando ocurra alguno de los siguientes escenarios:

  • El endurecimiento se acompaña de dolor abdominal y de sangrado vaginal.
  • Cuando se perciba esta sensación varias veces al día y con dolor.
  • Si la barriga se endurece y no se perciben los movimientos fetales.
  • Cuando se acompaña de contracciones frecuentes (alrededor de 4 en 1 hora) y dolor.
  • Si este síntoma responde al inicio del trabajo de parto.

En líneas generales, si esta sensación se hace molesta y te causa preocupación, lo ideal es que lo comentes con tu médico o matrona. Luego de la exploración física y ecográfica, los especialistas podrán valorar si efectivamente se trata de una manifestación habitual de esta etapa o si responde a una alteración en el embarazo.


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