Así afecta el estrés a la boca de los niños

El estrés en los niños puede ocasionar varios problemas en la boca. Sigue leyendo y descubre cuáles son y cómo atenderlos.
Así afecta el estrés a la boca de los niños
Vanesa Evangelina Buffa

Escrito y verificado por la odontóloga Vanesa Evangelina Buffa.

Última actualización: 04 junio, 2022

La falta de higiene y el consumo excesivo de azúcar son los principales responsables de muchos de los problemas orales, pero no son los únicos. Cuando los niños sufren estrés suele haber consecuencias en su boca y aquí te las vamos a contar para que las tengas en cuenta.

Los problemas de ansiedad no solo afectan a los adultos. Los exámenes escolares, las largas jornadas llevas de actividades programadas, las presiones sociales o los problemas familiares pueden impactar también en los más chicos.

El estrés infantil repercute en todo el cuerpo, incluida la boca, pero existen algunas formas de prevenir las complicaciones asociadas a ello. ¡No te lo pierdas!

El estrés en los niños

El estrés, en pequeñas cantidades, se puede considerar como un fenómeno normal y hasta necesario. Pues se trata de un sistema biológico diseñado para la supervivencia. Así, ciertos estímulos desencadenan tensión y una respuesta inmediata para alcanzar un objetivo (la fuga o la lucha) y luego, volver al estado basal.

Según la definición de la Organización Mundial de la Salud podemos decir que el estrés es “el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción”. 

Pero si el estrés se vuelve crónico y excesivo, puede transformarse en un problema. Vivir con la sensación de que hay un riesgo constante tiene un impacto negativo en todos los aspectos de la vida del pequeño.

El entorno en donde el niño crece y la genética influyen en sus niveles basales de estrés y en la capacidad para manejarlo. A veces, algunos cambios que pueden parecer intrascendentes para los adultos, pueden estresar a los pequeños.

Algunas actividades de la vida cotidiana, como las responsabilidades de la escuela, la presión académica y la sobrecarga de actividades extracurriculares pueden incrementar la ansiedad en los niños. Además, las expectativas propias o las de los adultos hacen su parte.

Es frecuente que el estrés se desencadene también por las crisis vitales, como la separación de los padres, la llegada de un nuevo hermano, alguna enfermedad o conflicto familiar, la pérdida de un ser querido o las mudanzas. También, algunos problemas como el acoso de compañeros, la intimidación o las presiones de grupo causan este problema en los más chicos.

Niño estresado haciendo los deberes.
Las responsabilidades académicas pueden representar un enorme factor de estrés en aquellos niños que no pueden afrontarlas adecuadamente. Esto puede ponerse de manifiesto de distintas maneras, como el bruxismo o las pesadillas frecuentes.

Signos de estrés en los niños

Los altos niveles de la hormona cortisol en la sangre son propios del estrés, pero estos valores no se miden de manera rutinaria. En cambio, los médicos y los odontólogos pueden identificar el problema a través de la observación de ciertos comportamientos o lesiones asociadas a este trastorno.

Algunos de los signos y síntomas que podrían indicar estrés en los niños son los siguientes:

  • Dolor de cabeza.
  • Problemas para dormir y pesadillas frecuentes.
  • Cambios en los hábitos alimenticios.
  • Enuresis nocturna nueva o recurrente.
  • Malestar gastrointestinal.
  • Incapacidad para relajarse o controlar las emociones.
  • Preocupación y ansiedad.
  • Miedos nuevos o viejos que empeoran.
  • Enojo, ira o agresión.
  • Llanto.
  • Falta de interés para participar en actividades familiares, escolares o sociales.
  • Regresión a los comportamientos de edades más temprana, como chuparse el dedo o volver a la cama de los padres.

El estrés y la boca de los niños

Un niño estresado puede manifestar una amplia variedad de síntomas físicos, conductuales y emocionales. Estos pueden evidenciarse en distintas partes del cuerpo, pero hoy vamos a ahondar en los que se asocian a la cavidad oral.

Herpes labial y aftas bucales

Si bien el estrés en los niños no es la causa directa del herpes labial o de las aftas, sí es un desencadenante de la aparición de ambos cuadros en la boca. La ansiedad crónica lleva a que los pequeños desarrollen lesiones molestas y dolorosas en la cavidad oral.

El herpes labial es causado por el virus herpes simple. Una vez que ingresa al cuerpo, dicho microrganismo permanece latente en los nervios y aprovecha situaciones en las que las defensas bajan (una enfemedad o el estrés) para reactivarse. Y cuando lo hace, se pone de manifiesto a través de las típicas lesiones en la boca.

Las aftas son ulceraciones dolorosas de la mucosa oral. Se ven de color blanquecino y están rodeadas de un halo inflamatorio rojo. El estrés es un factor asociado a su desarrollo, aunque la asociación no está del todo clara. Además de esta causa, las llagas se vinculan a las infecciones, a las deficiencias vitamínicas o a un sistema inmunitario debilitado.

Observar este tipo de lesiones con frecuencia es un indicativo de que puede haber algún problema que esté generando nerviosismo en el niño. Ayudar a resolver ese conflicto mejorará las condiciones orales.

Bruxismo

Rechinar los dientes es una acción bastante común en los niños y no siempre es sinónimo de un problema. En general, es una actividad propia del desarrollo de los maxilares y los dientes, que suele desaparecer con el recambio dentario.

Pero cuando el hábito de apretar y chirriar los dientes es muy frecuente y se prolonga en el tiempo, se transforma en un problema de bruxismo. Esta afección de la boca se asocia al estrés, a la tensión y a la ansiedad en los niños. Sucede de manera inconsciente y puede ocurrir durante el día, la noche o ambos.

El bruxismo en los niños ocasiona dolor de dientes, de mandíbula, de oído, de cuello y de cabeza. Sobre todo, al despertar a la mañana, luego de haber apretado y friccionado las piezas dentarias entre sí durante toda la noche.

Además, genera un desgaste excesivo en los dientes que genera sensibilidad, fracturas, grietas y recesión de las encías. La fuerza excesiva y constante en los maxilares también provoca disfunciones en la articulación temporomandibular (ATM).

El dentista podrá ayudar a resolver esta situación de bruxismo por estrés con el uso de férulas que protegen la dentadura y las demás estructuras bucales. Pero detectar la causa del problema y atendera también es muy importante. Disminuir los niveles de estrés en el pequeño será una excelente manera de solucionarlo y mejorar su calidad de vida.

Hábitos que causan caries

Otra forma en la que el estrés afecta la boca de los niños es a través de los hábitos poco saludables. Esto ocurre, sobre todo, en niños mayores y adolescentes, que ante el nerviosismo y la ansiedad cambian su manera de comer o las prácticas de higiene.

Es frecuente que los pequeños estresados elijan alimentos poco saludables cuando están nerviosos. Pero comer refrigerios ricos en azúcar, carbohidratos, ultraprocesados o bebidas carbonatadas en exceso tiene consecuencias negativas en la salud bucal. Si a esto se agrega la falta de interés por sostener hábitos de higiene oral, como el cepillado diario, las condiciones bucales empeorarán aún más.

La dieta rica en azúcar y la falta de higiene oral favorecen la proliferación y el acúmulo de bacterias en la boca. Con esto pueden aparecer problemas como las caries, la gingivitis y el mal aliento.

Por eso, en niños con estrés es fundamental animarlos a mantener sus rutinas de higiene y limitar los bocadillos azucarados. De lo contrario, las consecuencias en la cavidad bucal no tardarán en aparecer.

Niña mordiéndose las uñas por nerviosismo porque sufre dermatofagia.
La succión del dedo, las mordidas de uñas o los cambios en los hábitos alimenticios son algunas de las formas a través de las cuales los pequeños pueden canalizar el estrés.

Succión de dedo

Otro de los problemas en la boca de los niños con estrés es la succión de dedos. Muchos pequeños regresan a la práctica de hábitos reconfortantes superados cuando están nerviosos. Llevarse el dedo a la boca o morderse las uñas son algunas de las conductas más frecuentes y brindan cierta tranquilidad transitoria ante situaciones conflictivas o cambios estresantes.

Chuparse el dedo luego de los dos años de edad, cuando las piezas dentarias ya han erupcionado, causa problemas de oclusión. La mano en la boca ocasiona cambios en el paladar y movimientos dentarios que afectan la mordida y la fisionomía bucofacial.

Dejar de chuparse el dedo suele ser difícil, pues la mano siempre está disponible. Pero con ayuda profesional es posible superar esta costumbre.

Boca seca

Según un estudio publicado en Dental Research, Dental Clinics, Dental Prospects, el estrés, la ansiedad y la depresión pueden disminuir la producción salival y provocar xerostomía.

La boca seca tiene un impacto negativo en la salud oral, pues la saliva protege y limpia la boca y además, neutraliza los ácidos que las bacterias producen. Si su producción está afectada, aumenta la predisposición a sufrir caries y gingivitis en los niños.

Reducir el estrés de los niños contribuye a cuidar su boca

La mejor manera de evitar los problemas en la boca asociados al estrés en los niños es reducir este factor desencadenante. Ayudar a los pequeños a manejar sus niveles de ansiedad no solo favorece su salud oral, sino que también mejora su calidad de vida.

Como padres, es preciso brindarles a los pequeños herramientas útiles para gestionar las emociones de una manera adecuada. Enseñarles a enfrentar los problemas y a reconocer los desencadenantes para evitarlos o transformarlos los ayudará a sentirse mejor.

El diálogo y el acompañamiento familiar son claves para descubrir a fondo cuáles son los motivos de preocupación y nerviosismo. A partir de ahí se pueden buscar soluciones apropiadas.

Las técnicas de respiración profunda, el yoga para niños, la práctica de deportes, el dibujo o la música pueden ser de gran ayuda. Y si lo crees oportuno, la asistencia profesional con un terapeuta infantil también será de gran utilidad.

En caso de que se aproximen cambios importantes, como una mudanza, la llegada de un nuevo hijo o el comienzo de una nueva escuela, es importante que prepares al niño con anticipación. Saber qué esperar y estar preparado el evento en cuestión lo mantendrá más tranquilo.

Sostener rutinas saludables, como los horarios de sueño, la higiene bucal, una dieta sana y la práctica de ejercicio regular, a pesar de los problemas, es una gran enseñanza. Esto ayuda a tus hijos a entender que el propio cuidado siempre es necesario y que no debe dejarse de lado cuando nos sentimos mal.

Y si detectas alguno de los problemas en la boca asociados al estrés en los niños que aquí te contamos, lo mejor será consultar a tu odontopediatra de confianza. El profesional te ayudará a despejar dudas y a abordar el problema de la mejor manera.


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