Puede que antes de convertirte en madre te hayas enamorado de manera profunda y romántica de tu pareja. Sin embargo, ese sentimiento es muy diferente al amor verdadero que inundó tu cuerpo cuando viste a tu bebé por primera vez. Debido a que en ese preciso momento descubriste la fuente de energía maternal que desde entonces brota de tu interior.
El amor que sentimos por los hijos es indescriptible y solo es posible experimentarlo hasta que se tiene la valiosa oportunidad de tener uno. Y es que los bebés cambian por completo la vida de sus padres y muy especialmente la de su mamá. Pues ella fue su refugio durante nueve meses y luego del nacimiento seguirá brindándole su cariño incondicional.
Los hijos representan el amor verdadero en la vida de sus padres
Todos los sentimientos que te genera tu hijo con solo mirarlo te harán dar cuenta de que se trata del primer amor verdadero de tu vida. Lo sabrás porque su sola presencia te hará querer ser mejor persona, luchar por el futuro y querer vivir cada día intensamente. Un afecto que no tiene fin y que, por el contrario, cada día crecerá más y más fuerte.
Una vez que tienes a tu hijo en tus brazos y puedes apreciar sus delicados ojos y perfecta complexión, sabrás que nunca más en la vida volverás a estar solo. Ya que, puede que antes fueras una persona independiente y solitaria, pero ahora cuentas con el amor y la compañía de una criatura para la que representas todo su universo.
Y no importa si se trata de tu hijo biológico o tu hijo adoptado. Será una relación que con los cuidados necesarios florecerá y llenará de alegría sus vidas. Porque el amor de pareja puede acabarse en algún momento, mientras que el vínculo que se genera entre un pequeño y sus padres es indestructible cuando hay amor para compartir desinteresadamente.
Un sentimiento que experimentan tanto los padres como las madres
Aunque es una realidad que la relación entre madres e hijos suele ser muy fuerte, eso no significa que el amor que sienten sus papás sea menor. Muchos hombres desean lo mejor para sus pequeños y pueden ejercer una buena paternidad. Siempre y cuando se involucren de manera participativa en la crianza positiva de los niños.
Para algunos padres sus hijos son el amor de su vida. Y por eso velan día a día para fortalecer su relación y brindarles todo lo que necesitan para vivir una vida saludable y feliz. Incluso algunos hombres cambian su perspectiva de la realidad y guían su camino para mejorar por sus bebés.
Pero ten en cuenta que no basta con llenarse la boca de palabras y decir que los hijos son el amor de la vida cuando no se les brindan ni el amor ni los cuidados que requieren. Ejercer una maternidad o una paternidad responsable significa estar al lado de los niños para darles afecto diario. Además de ser un modelo para seguir lleno de valores y educación afectiva.
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El amor verdadero de los hijos vivirá por siempre
Desde el primer instante en que sus miradas se cruzaron y pudiste ponerle un rostro a aquel pequeño que estuvo formándose por meses en tu interior supiste que esa conexión sería eterna. Porque por más dificultades que puedan aparecer durante la crianza de un hijo, el amor que siente su madre por él nunca nadie lo podrá igualar.
El afecto de los hijos por sus papás cuando son niños es desinteresado y lleno de inocencia. No guarda dobles intenciones y, al contrario, siempre espera lo mejor. Por lo que si esa entrega total es valorada y apreciada por sus padres lo más probable es que el vínculo sea cada vez más fuerte.
Las parejas pueden llegar e irse, pero un hijo criado con amor, respeto y educación nunca abandonará a sus padres. Sino que les retribuirá esa dedicación y afecto cuando más lo necesiten. Recuerda que el amor de un papá que ejerce un rol cariñoso y responsable nunca se debilitará, por más que pase el tiempo.
Bibliografía
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