¿Por qué los adolescentes se exponen a correr peligro?

La tendencia de los jóvenes a exponerse a situaciones riesgosas es una realidad que inquieta y alarma a los padres. Pero, ¿por qué los adolescentes coquetean con el peligro incluso al punto de rozar con la muerte?

A menudo, los adolescentes se sienten seducidos por el peligro. Así, no es de extrañar que tengan el deseo de llevar a cabo conductas de riesgo que podrían incluso poner en juego su integridad física. Sigue leyendo para conocer más sobre este tema. 
Hablamos de experiencias intensas que generalmente liberan adrenalina, una de las sensaciones frecuentemente buscadas por los jóvenes. Por esto, se divierten al realizar deportes extremos, manejar vehículos a velocidades excesivas, consumir drogas, excederse con el alcohol o adentrarse en zonas poco seguras durante la noche. 
El punto es que los adolescentes buscan el contacto con el peligro regularmente. Esta particular característica suele disminuir una vez llegada la adultez. En este artículo, hablamos de los posibles motivos que hacen que los adolescentes tomen decisiones que implican exponerse al peligro.

Los adolescentes y el peligro

Para empezar, debemos saber que el aspecto emocional toma mucha mayor relevancia que el racional en las decisiones de los adolescentes. En este sentido, la corteza prefrontal, fundamental para la inhibición de impulsos y la capacidad de autocontrol, no termina de madurar hasta los 25 o 27 años. En cambio, el sistema límbico, asociado directamente con las emociones, madura antes que la corteza prefrontal.

«Durante la adolescencia el aumento en la producción de dopamina activa los circuitos de recompensa, lo que se manifiesta en una búsqueda de placer y de sensaciones nuevas como en ninguna otra etapa de la vida».

– UNICEF –

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford (USA), la atracción por las conductas de riesgo está regulada por un grupo de neuronas vinculadas con el sistema de recompensa. Aunque no todos los jóvenes se sienten igualmente seducidos a la hora de explorar los límites, la mayoría encuentra allí cierta motivación. Así, encuentran excitación, entusiasmo y bienestar en actividades que a ojos de un adulto podrían percibirse considerablemente arriesgadas. 

La recompensa emocional por vivir aventuras algo osadas hace que los jóvenes no duden al momento de saltar desde un acantilado en unas vacaciones con amigos. Tampoco vacilan a la hora de lanzarse en skate por una calle en bajada. La adrenalina es lo que impulsa a los adolescentes a buscar repetidamente esas agradables sensaciones.

Las experiencias riesgosas aumentan la segregación de hormonas como la adrenalina y la dopamina, que generan sensaciones agradables en los adolescentes.

Riesgo, impulsividad e intensidad

Los adolescentes coquetean con el peligro porque quieren sentirse vivos. La intensidad emocional es una de las características más relevantes en esta etapa de la vida. Por ende, esperar que los jóvenes manifiesten estabilidad emocional y vivan experiencias particularmente tranquilas, resulta poco coherente. Ellos se caracterizan por presentar cierto grado de impulsividad, pues su sistema de autocontrol todavía precisa un tiempo de maduración.
A menudo, los adolescentes actúan sin medir las consecuencias, porque las emociones predominan por sobre el razonamiento lógico. Por otro lado, muchos jóvenes hacen cosas cuando están con sus amigos que no harían cuando están solos. Esto sucede porque tanto la aprobación como la recompensa social asume muchísimo valor en esta etapa. Lo más importante para ellos es sentirse parte de un grupo, aunque eso suponga poner en jaque su propia vida.

Está a simple vista que el grupo de pares y los primeros vínculos sexoafectivos adoptan papeles significativos durante este período. Ser reconocidos y aceptados por sus compañeros les produce bienestar y confianza. Así, es probable perder de vista la dimensión real de determinados riesgos cuando se está en grupo.

Adolescentes que juegan con los límites del peligro para buscarse a sí mismos

Resulta esencial tener en cuenta que la mayoría de los adolescentes que se exponen a correr riesgos, no quieren hacerse daño. Más bien, buscan sentir emociones placenteras. De este modo, intentan ponerse a prueba a sí mismos al conocer e indagar sobre sus recursos psíquicos, físicos o cognitivos con mayor profundidad.

Se trata de un desafío personal necesario en un período de profunda confusión e inestabilidad. Los adolescentes atraviesan un momento crítico de su existencia. Las emociones, las presiones, los mandatos o las propias exigencias pisan con una fuerza arrolladora. El antropólogo y sociólogo, David Le Breton, explica que la conducta de riesgo aparece durante esta etapa como una manera, no muy saludable, de apaciguar el sufrimiento característico de la adolescencia.

Por otro lado, la postura crítica ante los adultos refleja otro de los posibles motivos que puede explicar los comportamientos riesgosos de los menores. En ocasiones, la rebeldía no es más que un refuerzo de la propia identidad.

A menudo, los adolescentes se exponen al peligro para diferenciarse de sus padres u otros adultos significativos en una búsqueda por reafirmar su identidad.

¿Cómo actuar?

Es posible prevenir que los adolescentes se expongan a situaciones peligrosas. Para ello, es necesario que los adultos nos esforcemos en comunicarnos con ellos mediante el respeto y la comprensión. Resulta fundamental habilitar y fomentar el diálogo en casa y así crear espacios en los que los chicos se sientan seguros para expresar lo que sienten y piensan.

A su vez, es fundamental cuidar a los jóvenes basándonos en una mirada integral y generar espacios de padres, educadores y profesionales de la salud mental. Con relación a las conductas de riesgo, estas deben ser abordadas por equipos interdisciplinarios especializados en cada problemática en particular.

Bibliografía

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  • Knutson, B., Wimmer, G. E., Kuhnen, CM & Winkielman, P. (2008). La activación del núcleo accumbens media la influencia de las señales de recompensa en la toma de riesgos financieros. Neuroreport 19, 509–513 (2008).
  • Seoane, A. (2015). Adolescencia y conductas de riesgo. Trabajo final de grado. Facultad de Psicología. Universidad de la República Uruguay.
  • St Onge, J. R. & Floresco, S. B. (2009) Modulación dopaminérgica de la toma de decisiones basada en el riesgo. Neuropsicofarmacología 34, 681–697 (2009).
  • UNICEF (2021). Adolescentes. Riesgos: ¿por qué los adolescentes se exponen a más riesgos? Disponible en  www.unicef.org/uruguay
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