Cuando hay amor, a veces las palabras sobran. Y es que para demostrar amor, sin palabras, lo que hacemos o dejamos de hacer adquiere la mayor relevancia. Algunas madres no hablan a sus hijos antes de que estos nazcan, sin embargo los cuidan con dedicación desde que conocen de su existencia.
Demostrar amor sin palabras, representa un acto de gran valor. Los niños, no solo necesitan escuchar que se les quiere, hay otras maneras de manifestar nuestro afecto. Sin embargo, no se trata de meras caricias y abrazos; dejarlos volar, apoyarlos en sus decisiones, también son demostraciones de amor.
Igualmente, cosas que dejamos de hacer, pueden ayudar a revelar amor. Para amar es preciso respetar al otro, actuar de manera justa y comprender su comportamiento. En ocasiones nuestro error está en pretender que los hijos nos copien a la perfección y sean iguales a nosotros.
Cuando actuamos con egoísmo, les hacemos daño sin tocarlos y sin hablarles. Es decir, sin palabras también podemos lastimar; sin actuar, igual podemos dejar de dar amor. Existen muchas maneras de amar y ser justos. Es necesario que digamos a nuestros hijos que los amamos, pero a veces sin palabras decimos más.
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El amor no se dice con palabras, se demuestra con silencios
Decir te quiero sin demostrarlo con hechos, es una inconsecuencia. Esto lo debemos tener en cuenta los padres para poder transmitir en todo lo que hacemos, el amor que sentimos por los hijos.
Son detalles, muchas veces imperceptibles, los que comunican las verdades más hondas. Una mirada, una caricia, un silencio, son suficientes en circunstancias especiales para demostrar amor sin palabras.
1. Educa con amor
La educación en casa ocurre a cada minuto. Todos los días el niño aprende cosas nuevas para él, puede descubrirlas o nosotros se las enseñamos. Es muy importante que esta educación sea amorosa, porque se ha demostrado que es la mejor manera de aprender.
Por medio de las emociones, los niños memorizan y comprenden de mejor manera. Si se ha equivocado déjalo cometer errores, siempre demostrando que lo amas aun cuando no sea perfecto. Mostrarte descontento por una equivocación suya no es una prueba de amor, al contrario.
De igual manera, si solucionamos todos sus problemas, lo limitamos en su accionar, esto no es exclusivamente amor. Es preciso que el niño conozca los sentimientos de frustración para que valore el apoyo que le damos a cambio.
2. Conviértete en su principal fanático
Las palabras de ánimo son enriquecedoras para los niños. Sin embargo, expresar apoyo no solo se hace por medio de halagos. Acompañarlo en sus actividades, es una excelente motivación para él.
Demuestra tu admiración por sus triunfos, hazlo con tu presencia, abrazos y aplausos. De nada sirven las palabras de aliento si no estás presente en los momentos importantes de su vida.
3. Genera confianza
Algunas personas nos piden que confiemos en ellos, pero en realidad no hacen honor a esta petición. Evitemos cometer este error con nuestros hijos, ganemos su confianza. Una manera de hacerlo es abriéndonos con ellos, contarle nuestras experiencias puede unirnos mucho.
Enséñalos a superar los obstáculos como lo hiciste tú. Guiarlos en la resolución de conflictos le brinda una herramienta para toda la vida. Que tu hijo sepa que tú también cometiste errores y los enmendaste les genera confianza en ti y en sí mismos.
4. No olvides que eres su modelo a seguir
El ejemplo que le das a tu hijo, puede ser el mejor regalo que recibirá en su vida. Tratemos de que ese ejemplo perdure y valga la pena. Mostrarle como seguir nuestro corazón y practicar los valores, también es una manera de manifestar amor.
Las palabras no enseñan tanto como el ejemplo. Sin necesidad de sermones, ni repeticiones incesantes, ellos aprenderán de la experiencia. Algunas personas afirman que en algún momento de la vida de nuestros hijos, sus padres somos sus héroes. De ser así, es posible que sea la etapa donde más influencia causamos en ellos. Aprovechemos esta condición para enseñarles todo lo que podamos.
5. Ámalo sin condiciones
Aunque parece que está sobreentendido nuestro amor, en ocasiones nos molestamos con los niños o no demostramos afecto. Es importante que ellos tengan claro que los amamos aun cuando estén portándose mal.
Tampoco hay que esperar a que hagan algo bueno para recompensarlos o halagar sus cualidades. El amor debe demostrarse como algo inevitable, que surge sin planearlo. Es importante luchar porque los lazos de amor se fortalezcan día con día.
6. Tiempo juntos
El tiempo juntos no es sinónimo de plenitud y calidad. No basta estar en casa, para que la presencia se convierta en compañía. Una paternidad activa cuida, alimenta, hace dormir, viste, pasea y enseña. Genera apego mutuo y cercanía afectiva.
Esta forma de estar y compartir, demuestra amor sin palabras. Mejora la autoestima y las habilidades sociales de los hijos, el desempeño escolar, la capacidad para resolver problemas y su bienestar psicológico.
7. Abrázalo
El contacto físico es una parte esencial del proceso de comunicación y desarrollo del afecto. Ser cariñosos con nuestros hijos logrará que estos lo sean, además dar y recibir ternura a través de los abrazos y las caricias, libera oxitocina, que proporciona sosiego, seguridad y felicidad.
Como dice la psicóloga, pedagoga y psicoterapeuta Isabelle Filliozat “Al sentir el amor que profesamos por nuestros hijos, dejemos que la sensación que experimentamos en el pecho se difunda por todo el cuerpo. Y entonces, cojámosle de la mano. Escuchemos, sintamos, recibamos, acojamos la vida de nuestro hijo en la palma de la mano.”
8. Escúchalo
Estamos acostumbrados a escuchar lo que nos interesa y nuestros hijos están en una órbita muy distinta a la nuestra y, por lo tanto, sus intereses y temas son distintos. En muchos casos, no entendemos casi nada de lo que nos comentan acerca de sus series favoritas o video juegos.
Por otro lado, entienden el mundo desde su perspectiva y alcance y si intentan explicarnos algo lo harán con los elementos y referencias que tienen a mano. Es importante todo ello para que, a la hora de escucharlos, ponderemos estas variables y oigamos con suma atención.
Esto es, mirándolos a los ojos con interés verdadero, buscando comprender y seguir el hilo por lo regular fantasioso de sus explicaciones y razones. Ello los forma en el pensamiento, en el manejo fluido y competente del idioma, brindándoles seguridad.
“Cuando los padres aprenden a comunicarse bien con sus hijos, pronto observan importantes cambios. Los niños se sienten más dispuestos a aceptar las sugerencias de los padres porque se sienten escuchados y comprendidos.”
– Lic. Angelina maría Pi Osoria –
9. Juega con él
El niño necesita jugar y no le gustará todo el tiempo jugar solo. Aparta un lugar en tu rutina diaria para incorporar el juego y aprovecha para entregarte por entero a una experiencia lúdica total, como la que viven los niños.
“Jugar es pues, ¡un asunto muy serio! Más allá de los juegos y del hecho de jugar, el «juego» constituye una actitud frente la vida.”
– Psicóloga Inma Marín –
10. Cuidar los detalles, una forma de demostrar amor sin palabras
Aparecer de pronto una tarde cualquiera con el helado de su preferencia, con una pequeña libreta que le llamó la atención hace días, convidarlo de la nada al parque, prepararle su plato favorito, darle a probar de lo que cocinas para que él lo apruebe. Son formas entre muchas otras de demostrar amor sin palabras.
Se trata de detalles cotidianos que van tejiendo los invisibles hilos de una relación que queremos estrecha, íntima, de profunda amistad.
11. Cumple tus promesas
Para bien o para mal, sea un regalo o un castigo, cumple lo prometido. El niño debe saber que existen límites, más allá de las palabras, de los acuerdos verbales. Esto es, que existen silencios o condiciones tácitas que reglamentan la vida familiar.
“…el ejercicio de autoridad está vinculado con la función de protección y cuidado asumidas por el padre hacia los hijos y la madre, y de la madre con respecto a los hijos.”
– Especialista en Docencia Adriana Henao –
El amor y la construcción de la libertad no suponen la nulidad de las reglas. Al contrario, los límites son los que determinan y configuran el albedrío. El niño no necesita estar escuchando a cada momento lo que debe o no debe hacer.
La primera comunicación es no verbal
¿Existe una relación más intensa y comunicativa en todo el esplendor de la palabra que la de la madre con el recién nacido? No hay palabras, es cierto, pero el olor, la piel, el calor, las miradas, dan cuenta de una estrechísima comunicación que desafía todo entendimiento.
Tomar como ejemplo esta etapa es un indicativo de que sí es posible con plenitud una comunicación sin palabras y tan o más efectiva que la que se da a través del lenguaje verbal. Toda vez que en los silencios, los gestos, las expresiones, las reacciones, no suele quedar espacio para la impostura.
De modo que si la primera y primordial comunicación es no verbal, es también la que en el transcurso de la vida transmitirá mensajes fundamentales para lograr la armonía y el bienestar familiar.
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